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Los coches asiáticos y europeos se hacen con la mitad del mercado en EE UU

Los planes de ajuste de GM, Ford y Chrysler les impiden defender el liderazgo en su país

Ricardo de Querol

El coche americano pierde en casa. Concentrados en volver como sea a la rentabilidad, los fabricantes estadounidenses se muestran resignados a que asiáticos y europeos conquisten al final de este año 2007 la mitad del mercado de su país, el mayor del mundo. Los tres grandes estadounidenses (General Motors, Ford y Chrysler) sumaron el pasado año un 53,7% de las ventas. Este año su cuota caerá por debajo del 50%, según previsiones del Center for Automotive Research de Detroit. La política de descuentos y financiación a tipo cero, iniciada tras el 11-S, llega a su fin.

Tras varios años calentado por las ofertas, el mercado estadounidense de automóviles retrocedió un 2,6% el pasado año y, según los expertos, seguirá a la baja en 2007. Las ventas de GM, Ford y Chrysler cayeron a un ritmo del 8%, mientras Toyota subió un 12,5% y ya encadena 11 años de ascensos. Otras marcas al alza son las asiáticas Honda, Suzuki y Hyundai o las europeas Volkswagen, BMW y Porsche. La caída del mercado implica menos tarta para más comensales, porque, como destacaba en alarmantes titulares el diario Detroit News, "vienen los chinos".

Directivos de GM, Ford y Chrysler reconocieron en el Salón del Automóvil de Detroit, abierto del 7 al 21 de este mes, que no pueden seguir vendiendo coches con los que pierden dinero. Es decir, que dan prioridad a la rentabilidad, y no a defender su cuota de mercado con agresivos descuentos.

Vía libre, pues, para los productores asiáticos, que han demostrado más capacidad para adaptarse al cambiante gusto del cliente norteamericano, que adquiere más de 16 millones de automóviles nuevos al año. Durante demasiado tiempo los fabricantes locales vivieron de las rentas de sus modelos más exitosos. Ford, por ejemplo, obtenía todo su beneficio en Estados Unidos de un único modelo, el Explorer. Su declive le arrastró a números rojos.

Nuevas tendencias

Ahora, los productores locales tratan de adaptarse a las nuevas tendencias. Los compradores están alejándose de los grandes todoterreno y pick-ups, influidos por el encarecimiento de la gasolina. Así que en el Salón del Automóvil se percibió un chocante cambio de papeles: ahora las marcas norteamericanas apuestan por coches compactos y eficientes, mientras los japoneses, que ya dominaban ese segmento, se atreven a competir también con grandes vehículos.

Tras años muy duros, GM afirma que empieza a ver la luz. "Estamos mucho, mucho mejor, que hace un año", declara su vicepresidente, Bob Lutz. "Hemos reducido costes estructurales en 9.000 millones de dólares y tuvimos ventas récord en Europa, América Latina y Asia. Pero en EE UU cargamos con tres jubilados por cada empleado y con unos altos costes médicos", explica. La abultada factura de los programas sociales añade hasta 1.400 dólares al precio de cada coche de los productores locales, una desventaja frente a los extranjeros (que también fabrican en EE UU, pero en menor medida y desde hace menos tiempo).

Mientras Toyota mostraba su acostumbrado perfil bajo en el Salón de Detroit, GM lució una avalancha de nuevas propuestas con las que trata de recuperar la iniciativa tras dejar atrás su peor momento financiero. Por primera vez en los últimos años, GM logró en Detroit los dos premios de la crítica: coche del año (el Saturn Aura, basado en el Opel Vectra) y camioneta del año (la Chevrolet Silverado). A falta de publicarse los datos de cierre del año, los analistas calculan que GM perdió unos 170 millones de dólares el pasado año, una notable mejora respecto a los 8.600 millones de déficit en 2005.

Peores son las perspectivas para Ford, que acumuló pérdidas de 7.000 millones de dólares entre enero y septiembre de 2006. La empresa reconoce que sus actividades en Estados Unidos no volverán a tener beneficios hasta 2009. Los prototipos más interesantes que mostró Ford en Detroit están todavía lejos de entrar en producción.

Y el futuro de Chrysler, bajo control del grupo alemán Daimler, es incierto. El presidente del consorcio, Dieter Zetsche, dijo que "obviamente" no está satisfecho con los resultados de su filial americana, que perdió 1.500 millones de dólares en el tercer trimestre de 2006. Pero descartó ponerla en venta y confirmó su confianza en su presidente, Tom Lasorda, sin descartar que su equipo pueda ser "reforzado". En el sector se especula con la llegada de Wolfgang Bernhard, que acaba de abandonar el puesto de presidente de Volkswagen. Bernhard ya dirigió la reestructuración de Chrysler a principios de esta década.

Bob Lutz, vicepresidente de GM, y su esposa en Detroit.
Bob Lutz, vicepresidente de GM, y su esposa en Detroit.EFE

Canción triste en la 'Motown'

El Estado de Michigan, donde nació y se desarrolló la industria automovilística, se ha convertido en el que más población pierde en EE UU. Su principal urbe, Detroit, a la que llaman la Motown o ciudad del motor, ha reducido a la mitad su población en medio siglo, según las fábricas se modernizaban, por lo que requerían menos personal, y la producción se repartía por otros Estados de la Unión. Detroit tiene algo menos de un millón de habitantes, un 82% de raza negra y sólo un 12% de blancos, que fueron el grupo social dominante en el pasado, según el censo nacional del año 2000. La clase media emigró a otros Estados más cálidos o se instaló en urbanizaciones en municipios vecinos. La tasa de asesinatos alcanza en la ciudad los 39,5 por 100.000 habitantes, frente a sólo el 6,6 en Nueva York.Y la pérdida de empleo en la industria del motor no ha terminado. Entre 2006 y 2007, GM, Ford y Chrysler están aplicando planes que suprimen 116.000 empleos, la mayor parte en Norteamérica. Las nuevas fábricas, las de las marcas asiáticas, se levantan lejos de Detroit.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

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