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La codicia vuelve a Wall Street

El Congreso de EE UU pide que se eliminen los salarios millonarios de los banqueros

Es inusual que Goldman Sachs convoque a la prensa a un almuerzo en su sede en el 85 de Broad Street, en el corazón de Wall Street. Y a la vista del menú -bocadillos acompañados de pequeñas bolsas de patatas y refrescos, en platos y cubiertos de plástico- está claro que quiere mostrar una imagen de austeridad. "A la gente no le gusta la banca, y menos los que ganan dinero", admite un ejecutivo.

Esa es su forma de defenderse, en un momento en el que las primas vuelven a cotizar al alza. En el Capitolio temen, sin embargo, que no hayan aprendido la lección. En un intento de poner coto a estas prácticas, el viernes se dio el primer paso para que los ejecutivos no asuman más riesgos de los debidos con el fin de obtener sueldos astronómicos. El Congreso de EE UU ha dado poderes al Gobierno para que prohíba salarios y primas que consideren que incentivan "un riesgo inapropiado". Además, como ya planteó el Tesoro, busca dar más voz a los accionistas para decidir cómo debe premiarse a los ejecutivos en función de los resultados.

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En la calle se preguntan si la vuelta a los beneficios justifica que se vaya superar el récord en pagas de 2007, antes de que el colapso del sistema hundiera a la economía en la recesión.

Los seis titanes bancarios de Estados Unidos ya tienen puestos en reserva 52.000 millones de euros para pagar a sus ejecutivos y empleados. Es un 20% más que en el primer semestre de 2008, según datos manejados en la industria a partir de los últimos resultados trimestrales. Esa cantidad incluye sueldos, seguros, pensiones y, por supuesto, primas.

Goldman Sachs fue el primero en publicar resultados, y el primero en recibir las críticas. El banco apartó 8.000 millones de euros entre enero y junio, de los que 4.665 millones fueron en el segundo trimestre. Si la tendencia se mantiene, a final de año habrá doblado la media que pagó por empleado en 2008, y rebasará en un 10% el récord de 491.000 dólares de 2007.

Goldman Sachs es el gran superviviente de la crisis junto a JP Morgan Chase, que tiene ya 4.210 millones reservados para repartir entre sus empleados de banca de inversión. Pero donde se alzan las espadas es con Morgan Stanley, que tras tres trimestres en pérdidas tiene 4.150 millones de euros en el fondo de compensación, de los que 2.737 millones corresponden al segundo trimestre.

En términos absolutos, es la mitad que su rival Goldman Sachs. Sin embargo, equivale al 71% de sus ingresos. Proporcionalmente está poniendo aparte el doble que Goldman Sachs (33%) y JP Morgan Chase (37%). "Me gustaría pensar que sienten algún tipo de remordimientos o de vergüenza", dijo el presidente Barack Obama en rueda de prensa, sin citar nombres.

Esta tendencia al alza de las remuneraciones irrita a Washington. "Son montantes preocupantes", opina el demócrata Barney Frank, presidente del Comité de Servicios Financieros del Congreso. A propuesta suya se aprobó el viernes en la Cámara de Representantes, una ley para poner coto a estas prácticas en las entidades que han recibido ayudas públicas. Ahora falta que el Senado ratifique esta norma, a la que se opusieron una buena parte de los republicanos. Su argumento es que el error es dar ayudas públicas a entidades que arriesgaron demasiado.

En Wall Street los bancos ponen la mitad de sus ingresos en reserva para pagar a empleados. Hay diferencias entre entidades, y en el seno de cada firma. En JP Morgan Chase, Citigroup, Bank of America o Wells Fargo, esta proporción es menor, porque los sueldos en la banca comercial son más bajos que en la de inversión.

Y ese es el argumento al que se aferró Colm Kelleher para defender las prácticas en Morgan Stanley. El director financiero recordó que buena parte de su negocio se genera en banca de inversión.

La polémica de las remuneraciones no es exclusiva de EE UU. El primer ministro británico, Gordon Brown, apoya la idea de forzar a bancos como Royal Bank of Scotland o el Lloyds a retener durante cinco años la mitad de las primas que se paguen a sus ejecutivos. Pero desde el lobby bancario se pide que si se da este paso, se haga de una manera concertada con otros países.

Las críticas también llueven desde Francia, donde Henri Guaino, principal asesor del presidente Nicolas Sarkozy, no cejó al calificar de "escandalosas" estas remuneraciones. El Eliseo reitera que se trata de "un problema moral" que debe ser abordado por el G-20. El temor de los dirigentes es que esta cuestión se les vuelva en contra. Por ello, insiste, es hora de que los políticos pongan fin a "una conducta indecente".

Desde Goldman Sachs entienden la rabia, en un momento en el que el paro se acerca al 10% y con millones de familias ahogadas en hipotecas. Pero lanzan balones fuera, y se preguntan por qué no se critica los contratos en el mundo del espectáculo, como los 31,5 millones que se pagarán a Ryan Seacrest por presentar el Operación Triunfo de EE UU.

La diferencia, apuntan los críticos, es que Goldman Sachs, que en otoño dejó la condición de banca de inversión para poder acceder a las ayudas públicas, juega a arriesgar el dinero de otros. Los seis titanes dieron un buen pellizco a los 491.000 millones de euros del fondo de estabilidad. Goldman Sachs, JP Morgan Chase y Morgan Stanley se apresuraron en devolverlos en junio para evitar ser controlados.

Los analistas de Cumberland Advisors indican que las instituciones financieras están sujetas a dos barras de medir en EE UU: los bancos que están sujetos a la supervisión de Washington en materia de sueldos, porque se siguen beneficiando de las ayudas públicas, y los que se desprendieron de este yugo al devolver los fondos del mecanismo de estabilidad financiera (TARP).

Pero por la naturaleza de esta industria, los grandes bancos temen que se produzca una fuga de talento hacia pequeñas firmas de inversión privadas que no están bajo la lupa de Washington. Por eso los expertos en salarios opinan que este incremento en las primas está más destinado a mantener contento al personal que a los resultados trimestrales.

Este retorno a la cultura de las primas irrita especialmente al director gerente del Fondo Monetario Internacional. Dominique Strauss-Kahn aventura nuevos "dramas" para el sector financiero si no se pone freno a estas prácticas, con reglas que prevenga a las grandes firmas poner tanto dinero en reserva para premios. "Hay que parar a este pequeño grupo que saca provecho de hundir a la economía del planeta en la catástrofe", remachó.

Un hombre pasa delante de una oficina de Bank of America en Nueva York, en mayo de 2009.
Un hombre pasa delante de una oficina de Bank of America en Nueva York, en mayo de 2009.EFE

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La respuesta de la Casa Blanca es simple. Kenneth Feinberg, el hombre designado para examinar las prácticas de sueldos en las empresas receptoras de ayudas públicas, debe asegurar que estas compañías "logran el equilibrio adecuado entre sus necesidades de retener el personal, premiar el rendimiento y proteger la inversión del contribuyente". Si no, serán rechazados.

El próximo 13 de agosto, Citigroup, Bank of America y la aseguradora AIG deberán someter al Tesoro de EE UU sus planes de remuneraciones. Ahí deberán convencer a Feinberg de que los sueldos que pagarán no animan a sus ejecutivos a tomar riesgos excesivos, como los que acabaron con Lehman Brothers y Bear Stearns, o que pusieron a AIG al borde del precipicio.

El fiscal neoyorquino Andrew Cuomo, tras nueve meses investigando las prácticas en el sector financiero, reitera que el sistema de retribuciones debe cambiar. De acuerdo con su informe, Citigroup, Merrill Lynch, Bank of America y otras seis grandes entidades pagaron el año pasado 32.600 millones en bonus, mientras recibieron 175.000 millones en fondos públicos.

Para Cuomo lo más escandaloso es que estas entidades "pagaron bien" a sus empleados cuando su rendimiento fue muy pobre y tuvieron que ser rescatada con el dinero del contribuyente. El fiscal explica en su análisis que "estas pagas se han convertido en una expectación cultural en los bancos y una fuente de rivalidad entre las firmas". Cuomo no critica a nadie en particular, sino al sistema.

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