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La crisis del euro

El coordinador de bancos centrales saca a España de la zona de riesgo

El organismo desvincula a la economía de las de Grecia, Irlanda y Portugal

Alejandro Bolaños

Vuelta a empezar. Grecia negocia con Bruselas un nuevo plan de rescate apenas un año después de que la UE y el FMI le prestaran 110.000 millones de euros a cambio de recortes en el gasto público. La presión sobre el flanco débil de la zona euro rebasó pronto aquel cortafuegos. Irlanda (85.000 millones, en noviembre de 2010) y Portugal (78.000 millones, en abril de 2011) engrosaron un club del que nadie querría ser socio.

España era, en las quinielas de analistas, prensa especializada, organismos internacionales y académicos, la siguiente en la lista. Después de 13 meses, los inversores siguen sin creer en la eficacia de los rescates. Pero tampoco creen que la economía española vaya a necesitarlo.

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El último informe del Banco de Pagos Internacionales, que aglutina a los principales bancos centrales del mundo, constata que la percepción sobre España ha cambiado. "La atención de los inversores se centra otra vez en la sostenibilidad de las cuentas públicas en la zona euro, particularmente en Grecia, Irlanda y Portugal", señala el estudio del segundo trimestre. "Cada vez tienen una visión más diferenciada sobre los países de la zona euro. A finales de mayo esa desvinculación era muy evidente en los casos de España e Italia", señala el banco de bancos centrales, radicado en Basilea.

Es un certificado de buena conducta que no viene de cualquiera: lo firma el coordinador de bancos centrales, la correa de transmisión de las preocupaciones de los supervisores del sector financiero. Y que, en el último año, había colocado a España en el centro de esas preocupaciones.

Sus informes hacían una mención aparte a la exposición de la banca internacional a cuatro países: Portugal, Irlanda, Grecia y España. El objetivo era precisar qué era lo que se jugaban los bancos, cuál era el valor de sus activos (no solo títulos de deuda pública, también en bancos, empresas y familias) en esos países.

No se citaba criterio alguno para hacer esa clasificación, más allá de la evidente presión de los mercados. Pero la interpretación era inmediata: alerta roja, países en riesgo de bancarrota; el mismo grupo de riesgo que analistas y medios anglosajones bautizó como PIGS (por sus siglas en inglés, "cerdos" en español).

Los PIGS, el club maldito en el que fijó su atención el Banco de Pagos Internacionales, funcionó también como una lista oficiosa de candidatos a una operación de rescate de la UE. Grecia fue la primera en caer. Los Gobiernos irlandeses y portugueses se resistieron, pero también acabaron pidiendo auxilio, otra muestra de la facilidad con la que los mercados convierten profecías en certezas. En los primeros meses del año, cuando los mercados ya descontaban que Lisboa claudicaría, los títulos españoles volvieron a perder valor, el diferencial de rentabilidad con el bono alemán (la prima de riesgo) coqueteó con los niveles máximos (280 puntos básicos) alcanzados antes del rescate irlandés.

Aquel fue el último arreón de los inversores contra la deuda pública española. La perspectiva de un nuevo rescate en Grecia, las dificultades de los bancos irlandeses, la incertidumbre sobre si el nuevo Gobierno portugués afrontará los ajustes comprometidos dieron pie a un nuevo asalto de los mercados. Pero, por primera vez, la tensión no se ha transmitido a los títulos españoles. Si la prima de riesgo ha marcado nuevos máximos en estos tres países, en el caso de la deuda pública española ha quedado anclada en los 220 puntos básicos (una cuarta parte de la griega).

Datos que han persuadido al Banco de Pagos Internacionales, que ya no incluye a España en el grupo de riesgo, ahora definido por "los países que recibieron ayuda exterior". Un análisis, algo tardío, que refleja como la banca internacional redujo posiciones en Irlanda (83.000 millones de dólares, un descenso del 15% en el valor de los activos) en los meses finales de 2010.

"El cambio sobre España refleja, probablemente, que se perciben avances en la puesta en marcha de los ajustes fiscales y de la reforma bancaria. El progreso en la reestructuración de las cajas españolas también ha permitido estimar mejor las necesidades de recapitalización del sector, lo que reduce la incertidumbre de los inversores", explica el Banco de Pagos Internacionales. El organismo omite la rotundidad con la que, en febrero, el Banco Central Europeo y la Unión Europea enseñaron los dientes a los especuladores: harían cualquier cosa para evitar un rescate, el de la economía española, que, por sus dimensiones, podía poner en riesgo la zona euro.

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