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El coste salarial sube el 5,3% en un trimestre por la escalada de precios

Los trabajadores ganan poder adquisitivo a pesar de la crisis

Claudi Pérez

Portugal, Italia, Grecia y España son desde hace un tiempo los PIGS -literalmente, cerdos-, un acrónimo que utilizan con cierto desdén los economistas anglosajones por la falta de competitividad de estos cuatro países ante las escasas reformas estructurales de los últimos años. Y al menos en el caso español, las cifras recientes parecen empeñarse en profundizar en ese estereotipo negativo. Los costes salariales en España aumentaron un 5,3% en el primer trimestre del año, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Se trata de una excelente noticia para los trabajadores: a pesar de la crisis y la fuerte subida de precios, ganan poder adquisitivo. Y, paradójicamente, es un mal dato para el conjunto de la economía española, sometida a una desaceleración profunda -o directamente crisis- y con serios problemas de inflación: los precios y los salarios crecen por encima de la media europea y merman la competitividad.

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El coste laboral por trabajador y mes se elevó a 2.309 euros hasta marzo, con un alza del 5,1%. El coste salarial, el 5,3%, con 1.689 euros. Es el mayor incremento desde que el INE elabora la Encuesta Trimestral de Coste Laboral. La inflación media se situó en el primer trimestre en el 4,4%, lo que supone una ganancia de poder adquisitivo de casi un punto para los asalariados.

Los banqueros centrales suelen tener dos grandes obsesiones: la moderación salarial y la contención del déficit público. El Banco de España no es una excepción y está claramente en guardia para evitar excesos. El gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, reclamó ayer moderación salarial y una mayor flexibilización del mercado de trabajo para que el "ajuste" -el eufemismo preferido para referirse a la crisis- no se realice "mediante recortes de empleo". Para el Banco de España una mayor moderación de los salarios y la puesta en marcha de reformas estructurales permitiría "suavizar el alcance de la desaceleración" -más intensa de lo previsto- y "facilitar la recuperación de la economía".

Fernández Ordóñez sostiene que el alza de la inflación tiende a trasladarse a los costes laborales debido a las cláusulas de revisión salarial, que se usan para compensar a los trabajadores por subidas de precios superiores a las esperadas. Esas cláusulas no provocan "grandes fricciones" en épocas de bonanza, pero en etapas de desaceleración pueden resultar "más perjudiciales" y desincentivar la creación de empleo, amén de lastimar la competitividad.

El dato tiene varias interpretaciones. "Hace realidad los peores augurios del Banco Central Europeo (BCE) y del Banco de España, porque la principal razón de ese incremento por encima del 5% son las cláusulas de revisión, y el siguiente paso es que las empresas lo incorporen a sus precios y se produzca la temida espiral de los efectos de segunda ronda", explica Juan José Laborda, de Funcas. "Además, el diferencial de precios y salarios con la zona euro es enorme y perjudica gravemente a las empresas", añade. Laborda no es precisamente un optimista: "La situación es grave y puede derivar en una recesión".

Pero el incremento salarial por trabajador y mes tiene cierta lógica (además de cierta justicia, por la pérdida de poder adquisitivo de los últimos años). Además de las cláusulas de revisión y las negociaciones colectivas al alza en un contexto de fuerte inflación, se trata de salarios medios y la actual destrucción de empleo se ceba en sectores -como la construcción- que tienen tradicionalmente baja cualificación y bajos salarios. Y en trabajadores como los inmigrantes, que responden a ese mismo perfil. Eso eleva la media por lo que los estadísticos llaman efecto composición. "Los despidos se están concentrando por ahora en la gente con los peores salarios", resume Juan José Toribio, del IESE. "Hay graves problemas en el empleo, pero para ver si también el incremento salarial puede ser un dato preocupante habrá que esperar al segundo trimestre, porque hasta marzo miles de trabajadores han recibido las compensaciones por la elevada inflación del año pasado", añade este experto.

En el horizonte hay nubes de tormenta. Jean-Claude Trichet, presidente del BCE, lleva meses avisando de que no es bueno que los salarios estén tan ligados a los precios ahora que la inflación procede básicamente del petróleo y los alimentos: causas externas, ajenas al tejido productivo. "Las economías europeas y la española en particular están pagando con los salarios la factura del petróleo. Las últimas cifras son más madera para que el BCE se cargue de argumentos para subir los tipos de interés", indica Carlos Maravall, socio de AFI.

Las recetas de Fernández Ordóñez pasan por la búsqueda de fórmulas para recuperar la moderación salarial: "Modificar los sistemas de indiciación vigentes [las cláusulas de revisión] que tienden a prolongar la incidencia de los episodios de rebrote inflacionista" y "acometer cambios en la negociación colectiva" para ligar "los salarios a la productividad y a las condiciones económicas". Sin olvidar un clásico: "flexibilizar" el mercado de trabajo y los mercados de bienes y servicios.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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