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Las cotizaciones por los empleados ya no bastan para pagar las pensiones

La Seguridad Social ingresa por primera vez de empresas y trabajadores menos de lo que gasta en pensiones contributivas - La diferencia es de unos 900 millones

Manuel V. Gómez

El desplome en el empleo ha hecho mella en las cuentas de la administración pública que mejor ha aguantado la crisis y la única que todavía cuenta los últimos ejercicios por superávit: la Seguridad Social. En 2010, el instituto público tuvo un saldo positivo de 2.382,97 millones, un 0,22% del producto interior bruto. Un resultado que será decisivo para mejorar el saldo final del conjunto de las Administraciones españolas. Pero el año pasado, por primera vez, el dinero que ingresó por las cotizaciones sociales de quienes tienen trabajo (94.4822,7 millones) no fue suficiente para cubrir el gasto de las pensiones contributivas (95.714 millones), las que reciben quienes han cotizado por un periodo mínimo de 15 años para tener derecho a ellas.

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Examinando la serie estadística que arranca en 1977 se comprueba que nunca en la historia moderna de la Seguridad Social, ni siquiera tras la recesión de 1993, la mayor partida de gastos (pensiones contributivas) había superado a la mayor partida de ingresos (cotizaciones de ocupados). El desfase se ha producido como consecuencia de unos ingresos por cotizaciones inferiores a los previstos y un gasto en pensiones superior al del presupuesto inicial y da argumentos a quienes defienden la necesidad de reformar el sistema.

Eso sí, el instituto público no solo recauda cotizaciones por las cuotas de empresarios y empleados. Los Servicios Públicos de Empleo cotizan por los parados que cobran prestación y paga por las bonificaciones a la contratación (en total, 10.860 millones en 2010), pero se trata de dinero público que al financiar a la Seguridad Social genera déficit en las cuentas del Estado. Del otro lado, las pensiones no son la única prestación contributiva a la que hacer frente con las cotizaciones, pues estas también sirven para financiar la incapacidad temporal, las prestaciones por maternidad y paternidad y algunas otras. En su conjunto, gracias a las aportaciones por los parados, el conjunto de cotizaciones (105.682,7 millones) aún cubre por un mínimo margen el conjunto de las prestaciones contributivas (105.444,7 millones).

Por otro lado, la Seguridad Social cobra de los presupuestos estatales y de otras fuentes fondos con que hacer frente, entre otros, al pago de pensiones y otras prestaciones no contributivas.

En su conjunto, la suma final de ingresos no financieros cayó un 0,65%, hasta 122.485,55 millones. Los gastos, por su parte, ascendieron a 120.101,58 millones, un 4,55% más que el año anterior. En este capítulo, destacó especialmente el aumento del gasto de las pensiones contributivas, un 6,38%, algo que se explica básicamente por el llamado efecto sustitución. Es decir, quienes se jubilan ahora tienen derecho a pagas más cuantiosas que quienes han fallecido. Al final, el superávit fue de 2.383 millones. No hubo déficit, entre otras cosas, gracias a que los más de 60.000 millones del Fondo de Reserva de las pensiones (invertidos en un 88% en deuda pública española) generaron 2.661 millones en intereses.

"Si analizamos este balance vemos que no es bueno", analizó el secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado, quien a continuación buscó alivio en la situación internacional: "Si lo comparamos con el resto de sistemas de la UE es francamente bueno". El otro paliativo al que recurrió Granado fue al cumplimiento de los cálculos hechos en los presupuestos. "Se han cumplido las previsiones", concluyó. Granado avisó de que las cuentas que presentó ayer son provisionales y que atañen exclusivamente al sistema de pensiones. Según el secretario de Estado, cuando Hacienda saque los números definitivos el resultado de la Seguridad Social deslucirá más porque a ella se sumarán los números rojos de los Servicios Públicos de Empleo y del Fondo de Garantía Salarial.

La crisis comenzó a destruir empleo casi desde su comienzo a mitad de 2007. Pero no comenzó a notarse significativamente en la afiliación a la Seguridad Social hasta bien entrado 2008, año en que las cotizaciones de empleados llegaron a su techo histórico, poco más de 100.000 millones. Desde entonces, el descenso de la afiliación se acerca a los dos millones de trabajadores. Y eso se ha trasladado al capítulo de ingresos en los dos últimos ejercicios.

La caída se compensó, en parte, con la cotización de los parados. Pero el desempleo no cede. El paro de larga duración crece y los desempleados, cada vez más, dejan de cobrar la prestación y reciben el subsidio, con lo que también baja este capítulo para la Seguridad Social.

La evolución de los precios también penalizó a las cuentas. El índice de precios al consumo en noviembre, el mes que se utiliza de referencia para revisar las pensiones, se situó en el 1,3% y no en el 0,8% que se había previsto en los presupuestos.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.
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