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La crisis de deuda pública golpea las cuentas de la banca

La depreciación de la cartera de las cajas es el doble de su beneficio total

Íñigo de Barrón

El afán de bancos y cajas por comprar deuda pública española no ha sido un acto de patriotismo, sino una fuente de ingresos financieros. Los bonos del Tesoro fueron muy rentables el año pasado, al compensar los menores ingresos por la caída de los tipos de interés. Sin embargo, la crisis de los mercados de los últimos meses ha pasado una amarga factura a las entidades: la deuda pública se ha depreciado, lo que reduce el capital de las entidades.

Desde diciembre pasado hasta mayo (última cifra conocida), las cajas acumulan una pérdida de 2.587 millones en la cartera de deuda, que cargarán contra su capital en junio próximo, con la valoración que tenga en el mercado el papel del Estado. El problema es que hasta mayo el beneficio de las cajas es de 1.283 millones, es decir, acumulan una depreciación que dobla sus resultados.

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Hasta ahora se ha visto este efecto en Caja Madrid, cuya cartera se ha depreciado 10.000 millones en los balances de junio pasado, comparados con el del primer semestre de 2009. En los bancos, la pérdida de valor de la cartera es mayor, 3.055 millones, pero también los beneficios de los cinco primeros meses son más elevados, ya que alcanzan los 3.776 millones y el saldo es positivo.

Este problema surge porque nadie esperaba una crisis tan fuerte en la deuda soberana de España como la vivida de mayo a julio. Por eso, el año pasado muchas entidades pedían dinero prestado al 1% al Banco Central Europeo (BCE) para comprar bonos del Tesoro, que ofrecían el 3% o el 4% de rentabilidad.

Las entidades, en muchas ocasiones, colocan las letras y los bonos en una cartera denominada "disponible para la venta". El Banco de España exige cada trimestre poner los activos de esa cartera a precio de mercado. En junio, la deuda soberana aún arrastrará la depreciación de la tormenta financiera, por lo que golpeará el capital de bancos y cajas.

Las carteras de los bancos se dispararon desde el cierre de 2008. En esa fecha tenía activos del Estado (y de los diferentes organismos públicos), por valor de 42.774 millones. Un año después, en diciembre de 2009, pasaron a 84.270 millones, doblando su inversión. Sin embargo, en este ejercicio han soltado deuda pública, hasta cerrar mayo con 80.167 millones. Ahora les pasará factura.

El comportamiento de las cajas es similar. A finales de 2008 acumulaban 53.000 millones en papel del Estado, 12 meses después pasaron a 62.270 millones y en mayo tenían 71.763 millones. En total, el sector financiero, incluyendo las cooperativas de crédito, tienen 155.523 millones de riesgo soberano español. El supervisor ofrece estos datos netos, es decir, descontando las posiciones cortas, que son más volátiles.

El resultado de estas inversiones fue redondo durante mucho tiempo y se planteó como una inmejorable defensa ante la caída de los tipos de interés, que reducían los ingresos financieros de las entidades. El margen de intereses (que refleja la diferencia entre lo que pagan por los depósitos y lo que cobran por los créditos y otros activos financieros) supuso un éxito sin precedentes en 2009, pese a que las entidades cada vez concedían menos créditos. Es decir, aunque caía el negocio y descendían los tipos de interés, subían los ingresos financieros.

Así, los bancos lograron en 2009 un margen de 22.272 millones, un 50% más que el año anterior. Si embargo, en el primer trimestre de 2010 han cambiado las tornas, con unos ingresos de 5.089 millones, un 11% menos que el cuarto trimestre de 2009. Las cajas ingresaron el año pasado 19.140 millones, un 12% más que en 2008. Hasta marzo, lograron 3.974 millones, un 6,8% menos que el cuarto trimestre de 2009 y un 21,2% menos que en marzo de ese año.

¿Cuánto costará la factura al final del año? Aún no se sabe. Los analistas consultados recuerdan que dependerá del comportamiento de la deuda pública. Es decir, si los mercados financieros recuperan la calma y los bonos españoles suben de precio, las entidades no sufrirán en su capital porque estos activos tendrá una valoración similar a la de su compra. Sin embargo, si continúa la inestabilidad financiera puede haber entidades con problemas porque necesitarían recursos para cubrir el déficit de capital y los beneficios serán escasos.

No cabe duda de que la deuda pública no es tan segura como parece. La crisis de los mercados ha demostrado que puede ser un factor de riesgo. Puede añadir incertidumbre en un momento delicado porque el mayor problema ahora es conseguir capital, el talón de Aquiles de las cajas, como ha quedado demostrado con las recientes pruebas de esfuerzo. Otra vez, los ojos de los gestores estarán puestos en los mercados para evitar más disgustos.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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