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El déficit de las eléctricas crecerá 5.000 millones más pese a subir la luz

La deuda al sector eléctrico ya suma 20.000 millones de euros, el 2% del PIB

El 1 de enero, 20 millones de usuarios acogidos a la Tarifa de Último Recurso (TUR) van a ver cómo sube su recibo de la luz. La subida en la factura mensual puede alcanzar el 10% (en torno a los cinco euros al mes para un consumo medio) si el Gobierno decide respetar las fórmulas y mecanismos de ajuste previstos en la norma. La paradoja está en que pese a que la subida de la luz puede marcar un récord - en enero de 2010 subió un 2,67% de media y en octubre un 4,8%- el problema principal del sector, el llamado déficit tarifario, ni va a disminuir ni se va a solucionar.

Muy al contrario, según la Comisión Nacional de la Energía (CNE), el déficit va a crecer en 2011 hasta los 5.048 millones (3.000 millones por encima de lo autorizado para el año). Y se va a formar una bola de 20.000 millones de euros. La ingente cifra (dos puntos del PIB) se asemeja a un piano de cola cayendo desde una torre: su potencial destructor crece con la velocidad y detenerlo es muy difícil. Tanto como lo es para Industria explicar a la opinión pública por qué si el Gobierno ha decidido no tocar la parte del recibo sobre la que puede actuar (las tarifas de acceso, que suponen el 45% de la factura) la luz tiene que subir en enero.

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El ministro de Industria, Miguel Sebastián, se las ve y se las desea cada vez que intenta explicar que no hay contradicción entre la posición de unas empresas que ganaron 5.986 millones de euros netos hasta septiembre y que, al mismo tiempo, se quejan porque se les debe más de 14.000 millones.

La luz sube porque las leyes en vigor reconocen a las compañías energéticas todo un complejo sistema de costes, así como reconocen también derechos en forma de primas pactados con los promotores de energías renovables. A ello se añade que, con cargo a la tarifa, el Gobierno ha decidido sostener la actividad en las comarcas del país que viven de la minería del carbón.

Ese puzzle, complejo y delicado, tiene a Industria casi desbordado. Con el secretario de Estado de Energía, Pedro Marín, a la búsqueda de una salida digna -opta a la dirección de la Agencia Internacional de Energías Renovables-, Sebastián no da a basto para achicar críticas. Su balance, tras dos años en el cargo -fue nombrado en abril de 2008- es rico en anuncios y escaso en resultados. El ministro ha bajado a la arena, ha debatido y conocido todos los problemas, pero no ha resuelto los principales: el déficit tarifario, desbocado desde hace cinco años y la ausencia de un horizonte claro en materia de energía para el país. El intento realizado en julio, de pactar con el PP, se quedó en una foto y en un conato de conferencia de prensa.

Para las empresas, la gestión de Sebastián es más que discutible y a ella atribuyen buena parte de los palos que están recibiendo. Esta misma semana, Standard & Poor's y Moody's han puesto ya su punto de mira sobre Endesa, Iberdrola y Enel. Advierten, entre otras cosas, de que las dificultades para solventar la trampa del déficit minan el crédito de las empresas.

Ya en julio, un destacado ejecutivo del sector energético, premiado y reconocido internacionalmente, sostenía que el sistema estaba a punto de reventar Lo achacaba, entre otras cosas, a un departamento, el de Sebastián, muy dado a enredar, pero poco dado a solucionar problemas. Como ejemplo, citaba el reproche que lanzó Sebastián a las eléctricas en junio por quejarse de la mala marcha de las centrales de gas (sin apenas funcionamiento por la competencia de la energía eólica y otras tecnologías).

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