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La primera crisis del euro

La deuda española desciende un peldaño

S&P rebaja la calificación a AA con perspectiva negativa - La Bolsa se hunde, pero la prima de riesgo resiste - El Gobierno cree que la rebaja tendrá un efecto limitado

Miguel Jiménez

Ha caído una más de las piezas del dominó en el que se han convertido las economías más débiles de la zona euro. La agencia Standard & Poor's (S&P) rebajó el martes la calidad crediticia de Grecia y Portugal; y el efecto arrastre llegó ayer a España. Las diferencias entre estos países, sin embargo, siguen siendo de calibre grueso: mientras Madrid mantiene una calificación que equivaldría a un notable, Grecia ya ha cosechado un sonoro suspenso en su credibilidad al ser el primer país europeo con una deuda al nivel del bono basura.

La credibilidad de las finanzas españolas bajó ayer un escalón a los ojos de S&P. De AA+ a AA, el tercer puesto en el podio crediticio, dentro de lo que se considera un grado de calidad alto. Lo más preocupante es que S&P añade la coletilla "con perspectiva negativa", lo que implica que habrá nuevas rebajas en el rating si la situación fiscal se detriora más de lo previsto por sus analistas.

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Las otras dos agencias más importantes, Moody's y Fitch, mantienen su máxima nota para la deuda española. Lo que sería una matrícula de honor. Esta es la nota que las tres empresas otorgan a la gran mayoría de países europeos. Bélgica se sitúa a un nivel similar al español. Después se colocan Irlanda, Italia y Portugal; con Grecia en el furgón de cola.

Fueron muy pocos los minutos que transcurrieron entre el anuncio de S&P y el cierre de la Bolsa de Madrid. Pero suficientes para hundir -por segundo día consecutivo- el Ibex 35. Después de un día de fuertes caídas, la Bolsa se había recuperado y cedía un tímido 1,3% cuando cayó la bomba en forma de rebaja de calificación. La sesión cerró con un -2,99%. "No tomamos medidas en función de los mercados", responden en S&P cuando se les pregunta por qué no esperaron al cierre de Madrid para emitir el comunicado. En tan sólo dos días, el Ibex se ha dejado más del 7%.

No es raro que los mercados, habitualmente inescrutables, deparen alguna sorpresa. La de ayer fue que la prima de riesgo de España -que teóricamente debería haber aumentado por la estocada de S&P- no sólo no aumentó, sino que se redujo en cuatro puntos básicos y se quedó ligeramente por encima del punto porcentual, tras haber aumentado por la mañana a su máximo desde el nacimiento del euro. La explicación a esta paradoja es que los inversores ya daban por hecha la rebaja. Y que esta se quedara tan sólo en un escalón -frente a los dos que descendió el martes Portugal o los tres de Grecia- pudo interpretarse como un alivio relativo.

Estos son días en los que los mercados tienden a actuar de forma histérica ante cualquier movimiento de las agencias de calificación, cuya credibilidad quedó muy tocada tras su incapacidad de detectar la crisis que condujo a la quiebra de Lehman Brothers en el verano de 2008. Frente a esta sobrerreacción, los responsables públicos salieron ayer en tromba para tratar de minimizar los daños. El secretario de Estado de Economía defendió la credibilidad de las cuentas públicas con el argumento de que S&P "no deja de ser un agente del mercado que emite una opinión" distinta a la de otros analistas y organismos internacionales. Por ello, José Manuel Campa mostró su convencimiento de que los efectos del jarro de agua fría serán "limitados".

Las palabras de Campa van en la misma línea que las pronunciadas por el máximo responsable del Fondo Monetario Internacional. "La agencias de rating no siempre aciertan. La gente les cree y por eso tienen influencia a corto plazo, pero a largo plazo predominan otros factores", dijo el francés Dominique Strauss-Kahn. Más caústico fue el portavoz de Asuntos Económicos de la Comisión Europea, que respondió con un "¿Quién es Standard & Poor's?" a las preguntas de los periodistas sobre el tropezón español.

Incluso parece que los propios responsables de la agencia se esforzaron en matizar su diagnóstico sobre España. Pese a la rebaja, "España sigue manteniendo una nota excelente", dijeron los responsables de S&P, que añadieron que la probabilidad de impago atribuida al país "es cero". Sus analistas no creen tampoco que haya problemas para colocar deuda en los mercados, aunque pronostica un nivel del 87,5% del PIB para 2013, muy por encima de lo que espera el Ejecutivo.

El elemento más demoledor del informe es el magro crecimiento atribuido a España para los próximos años. La agencia espera un estancamiento: avance del 0,6% anual entre 2010 y 2013, frente al 1,9% que contempla el Gobierno, y del 0,7% hasta 2016. Campa considera "sorprendente" la rebaja del rating porque se basa en unas perspectivas de crecimiento a largo plazo "muy bajas, fuera del análisis" que hace el Gobierno. La entidad lo atribuye en gran medida al elevado endeudamiento del sector privado (178% del PIB) y al mercado laboral "inflexible", dos factores que apenas han cambiado desde los años de auge económico y que entonces convivían con la máxima calificación que daba S&P a España.

"Ese endeudamiento del sector privado ha llevado a la economía española a desequilibrios importantes", considera Marko Mrsnik, analista de S&P. En una conferencia de prensa telefónica tras la rebaja del rating, Mrsnik juzgó "difícil que la demanda interna genere tanta actividad como para sostener esa deuda" y vaticinó que las restricciones al crédito supondrán una rebaja del crecimiento del PIB. Tampoco el entorno laboral "poco flexible" ayuda al crecimiento. La entidad espera que el paro repunte al 21% este mismo año frente al 20% actual.

Las entrañas del sector financiero también preocupan a la entidad, que computa como "coste" 34.000 millones del FROB y 19.000 del fondo de adquisición de activos, pese a que se trata de préstamos reembolsables en los que el Estado espera lograr beneficios. Mrsnik eludió, sin embargo, pronunciarse sobre si la banca arrastra una situación peor de la que revelan sus balances.

Lo que más recelos despierta en la agencia es la previsión fiscal del Gobierno. S&P cree en los objetivos de déficit para este año, pero no en los de los próximos. Los ingresos "pueden ser más bajos de lo que dice el Gobierno y el gasto público, más elevado", argumentó el analista, que cree que el déficit superará el 5% del PIB en 2013, frente al objetivo oficial del 3%. De hecho, aunque Hacienda acaba de hacer público el primer aumento de ingresos fiscales en dos años, Standard pone el acento en que el gasto ha subido en el primer trimestre, con particular atención al de los funcionarios.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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