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Entrevista:JOAQUÍN MIÑAMBRES | Cerealista de Villarrín (Zamora) | Crisis del mundo rural

"Me están arruinando la vida y nadie parece darse cuenta"

"Me están arruinando la vida y nadie parece darse cuenta". Joaquín Miñambres, agricultor de cereales de Villarrín de Campos, 47 años, lanza esta protesta contra Gobierno, distribuidores y políticos regionales. La lanza al cielo. Son muchos, según él, los culpables de que en su negocio sólo vea números rojos.

La historia se repite. La crisis se nota en el precio al que le compran el cereal, pero no en sus costes. "Hace 18 años, vendía el kilo de trigo a 32,5 pesetas [19 céntimos de euro]. Ahora a 22 pesetas. "¿Cómo sale que una barra de pan cueste 130 pesetas?", dice, culpando al distribuidor.

Sin embargo, el precio de las semillas no deja de encarecerse. "Nos las venden [las farmacéuticas] Novartis o Bayern, ¡pero por 1.000 pesetas!", explica. A eso se le suma el aumento en el precio del gasóleo y del abono.

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El campo lleva a la calle su indignación

A Joaquín le acompañan tres amigos de Villarrín, un municipio de 400 habitantes a 50 kilómetros de Zamora. Son Ángel, José Manuel e Isidoro. José Manuel tiene dos hijos. Han dejado el pueblo. Uno está en el Ejército y otra trabaja en una tienda en Zamora. A ellos, dice José Manuel, les gusta el campo, pero no hay futuro. "A mi hija le pagan 1.000 euros en la ciudad. Imagina lo mal que le iba aquí para no querer volver", dice.

El pueblo se vacía lentamente. Tanto, que acaba de cerrar la escuela comarcal. Ya no hay niños. "Las mujeres se van, no hay nada que hacer aquí", desvela Ángel, con doble sentido: tanto él como Joaquín son solteros. Y no encuentran chica. Sí, alguna vez vienen aquellos autobuses cargados de solteras. "Pero todas tienen hijos. No buscan lo que nosotros", sentencia.

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