_
_
_
_
_
Reportaje:Economía global

Perú disfruta de su 'milagro'

El país latinoamericano que mejor resistió la crisis será el que más crezca en 2010 y 2011

Perú vive un momento inédito en su historia. Por primera vez, la economía parece una fuente de satisfacciones, no de frustraciones, para el ciudadano de a pie. La selección peruana de fútbol no va a un mundial desde 1982 -tampoco estará este año en Sudáfrica-, pero los peruanos pueden vanagloriarse -de hecho lo hacen- de estar en punta de la macroeconomía regional.

Las cifras hablan de un país que ha crecido a ritmo sostenido durante los últimos años y que fue uno de los pocos que creció durante la crisis financiera mundial, aunque sea un magro 0,9%. El Fondo Monetario Internacional (FMI) vaticina que este año el país logrará crecer un 6,3%, el mejor índice de la región, incluso por encima de Brasil. El ambiente es de optimismo generalizado: el 50% de los peruanos cree que Perú se convertirá en un país desarrollado antes del año 2025, según un reciente estudio de la consultora CCR. El presidente, Alan García, es el principal optimista en un país donde como nunca se construyen centros comerciales y edificios de apartamentos a un ritmo frenético. García ha llegado a vaticinar que este año el país llegará a crecer un 8%, muy por encima de los pronósticos más favorables. Asediado por denuncias de corrupción que tocan a varios cuadros clave de su partido y con las elecciones regionales cada vez más cerca, hablar de lo bien que camina la economía peruana se ha convertido en un remanso para el mandatario, que recurre a ello cada más en sus discursos. Eso también resulta un tanto insólito, si se tiene en cuenta que se trata del mismo presidente que llevó al país a la quiebra en su primer mandato, entre 1985 y 1990.

El éxito es, en parte, resultado de años de políticas fiscales estables
Las dudas surgen cuando se habla del mediano y largo plazo

Curiosamente, ese desastre fue el punto de partida de un modelo del que el propio García, abrazado ahora a la ortodoxia en materia económica, está cosechando los frutos. Prácticamente no hay discusión entre los analistas acerca de los fundamentos del presunto milagro económico peruano: es el resultado de años de políticas fiscales muy estables combinadas con un boom en el precio de las materias primas que ha permitido tener una balanza de pagos sumamente favorable. Esto, a su vez, permitió acumular reservas, que fueron las que ayudaron a soportar el crash mundial. Otros factores fueron la buena situación del sistema financiero, que resistió sin despeinarse los embates de la crisis, y la política contracíclica que aplicó el Gobierno, criticada por algunos por lenta y poco efectiva, pero que ayudó a capear el temporal. "El Gobierno, que desarrolló un plan de estímulo económico, ha estado promoviendo una serie de inversiones. El ritmo de la inversión pública ha ido creciendo y este año seguramente será muy alto", destaca el economista Pedro Francke.

Francke, que no es precisamente un defensor de la política económica de la Administración, no cree que Perú llegue a crecer un 8% en 2010, como pronostica Alan García, pero sí cree factible llegar a una tasa de entre el 5% y el 6%. En realidad, el optimismo acerca de lo inmediato es generalizado entre los analistas; las discrepancias aparecen cuando se habla del mediano y largo plazo, es decir, de la sostenibilidad de un modelo que, aunque en los últimos años ha permitido el surgimiento de sectores como la agroexportación, los textiles y el turismo, sigue dependiendo de la explotación de los minerales, que representan, alrededor de tres cuartas partes de las exportaciones peruanas.

Óscar Ugarteche, economista peruano y titular del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM de México, apunta tres taras en el modelo económico de Perú: "Primero, echa a la basura la idea de desarrollo, en la medida que no estimula la complejidad de la industria y no genera empleo para nada. Segundo, está basado en la contaminación del agua, que termina desplazando a las poblaciones cercanas a las minas, y tercero, si no se utiliza el crecimiento minero para crear conocimiento, cuando se acabe la riqueza peruana nos quedaremos sin nada. Lo que nos hace vulnerables son los problemas sociales derivados de la contaminación y de la falta de creación de empleo", afirma. En su opinión, es importante que el Estado convierta el crecimiento en desarrollo, estimulando mediante diversas políticas el surgimiento de otros sectores que generen más puestos de trabajo y requieran mano de obra mejor cualificada.

Entonces, ¿va por buen camino el país hacia el desarrollo? Tampoco en eso hay acuerdo. El economista Carlos Adrianzén considera que sí. "Es un mito que crecimiento y desarrollo sean cosas diferentes. No hay forma de desarrollarse sin crecer y no hay forma de crecer sin que al principio unos se beneficien más", afirma. "El crecimiento con equidad, que es el rollo latinoamericano, es una visión pitufa [enana]. Es la visión de tratar de crecer menos, de tener más pobreza buscando equidad, una torpeza que le ha costado mucho crecimiento a Chile y también a Perú".

Todo este panorama no estaría completo si no se incorpora el factor político. Las próximas elecciones presidenciales serán en 2011 y aunque es muy probable que el Apra de Alan García no se mantenga en el poder, tampoco parece que los aspirantes que asoman con más fuerza estén muy interesados en dar golpes de timón radicales. "Si uno ve los principales candidatos, al menos en Lima -que concentra un tercio del electorado-, se trata de gente que no va a cuestionar esencialmente el sistema. Y eso para el inversionista convierte al país en una buena plaza", opina Pedro Francke. Adrianzén es un punto más irónico: "El candidato de izquierda que quiera llegar a la presidencia tendrá que hacerse pasar por Milton Friedman", dice. Lo puntual es que, a diferencia de anteriores periodos preelectorales, esta vez no se vislumbra que la incertidumbre sobre quién será el próximo presidente influya sobre la marcha de la economía. Los negocios, esta vez sí, son sólo negocios. -

Un trabajador del popular mercado de pescado de Lima selecciona y prepara un ejemplar.
Un trabajador del popular mercado de pescado de Lima selecciona y prepara un ejemplar.REUTERS

El lento descenso de la pobreza

Lo cierto es que no todos los informes que se publican sobre Perú son tan optimistas como los del FMI o las buenas notas que las tres más importantes calificadoras de riesgo han otorgado al país en plena resaca de la crisis. La pobreza se ha reducido en los últimos cinco años casi el 50% en el 37,8% de la población, lo que equivale a decir que cerca de tres millones de peruanos han dejado de ser pobres, como se empeña en difundir la propaganda del Gobierno. Pero el aumento de los ingresos no se ha traducido en un desarrollo, aunque sea medianamente equitativo, como lo evidencia un reciente documento del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que subraya las enormes desigualdades que persisten -e incluso se han profundizado- entre Lima y las urbes de la costa, las que más se han beneficiado del crecimiento, y la población rural, especialmente la de la sierra, donde paradójicamente se encuentra la enorme riqueza minera del país. Así, mientras en Lima sólo el 7,4% de las viviendas carece de agua potable, en Huancavelica -la región más pobre-, ese porcentaje llega nada menos que al 80%.

El economista Carlos Adrianzén opina que antes de la desigualdad hay que preocuparse de la pobreza, y para ello "la fórmula es crecimiento y usar sus recursos de forma transparente y efectiva". Para que Perú logre desarrollarse, dice Adrianzén, necesita tasas de crecimiento más altas y mantenerlas durante décadas. Para lograrlas, su apuesta es una liberalización del tipo de cambio, una mayor apertura comercial y una reforma del Estado que implique reducirlo, pero también incorporar cuadros más cualificados.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_