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Tribuna:Coyuntura nacional
Tribuna
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Prosigue, lentamente, la mejora de la competitividad

La información más destacada de la pasada semana se situó en el ámbito de la inflación, con indicadores como el IPC de agosto y la Encuesta de Costes Laborales e Índice de Precios de la Vivienda del segundo trimestre. En ocasiones anteriores he comentado que uno de los ajustes más importantes que está llevando a cabo la economía española es el de los precios y costes laborales. Este ajuste es quizá el menos visible, pero fundamental para restablecer las condiciones de competitividad deterioradas desde la integración en el euro. Si queremos seguir integrados en la moneda común europea con éxito, es decir, creciendo y creando empleo, es indispensable que seamos competitivos, y eso requiere corregir el deterioro de los años anteriores a la crisis y establecer normas de conducta más flexibles para fijar los salarios, márgenes empresariales y otras rentas y costes. Debe de terminarse con la cultura de "la inflación más un punto". El poder adquisitivo solo puede aumentar si hay ganancias de productividad y las empresas son competitivas, no porque intentemos fijar los aumentos de las rentas por encima de la inflación. Los datos conocidos esta semana muestran que prosigue este proceso de ajuste, aunque, como es el caso de otros, sería deseable que fuera más rápido.

Elevar el poder adquisitivo para recuperar el consumo es un camino sin salida en la actual coyuntura
Si queremos seguir integrados en la moneda común es indispensable que seamos competitivos

El IPC de agosto, así como el de julio, se ajustó bastante bien a las previsiones, y la inflación anual continuó bajando por cuarto mes consecutivo, situándose en el 3% tras haber alcanzado un máximo del 3,8% en abril. Las causas fundamentales de este descenso son la estabilización de los precios del petróleo, la bajada de los de otras materias primas y, en los últimos dos meses, la desaparición del escalón alcista que un año antes produjo la subida del IVA. Una inflación del 3%, tal como está la demanda, sigue siendo elevada. Y es que la misma todavía sigue estando notablemente afectada por la tasa anual del grupo de productos energéticos, situada por encima del 15%. Si tomamos la inflación subyacente, que excluye este componente y los alimentos sin elaborar, la inflación se sitúa en el 1,6% y también mantiene una tendencia a la baja.

En todo caso, lo más importante de la inflación es su comparación con la de los demás países, especialmente con los socios del euro. Aquí es donde se ve que España, aunque lentamente, está haciendo los deberes. Como se ve en el gráfico superior derecho, desde 2009 el diferencial de la inflación subyacente con la UEM suele estar situado en zona negativa, algo impensable antes. No es este el mejor indicador de competitividad-precios, pero es significativo. Desde el inicio de la UEM hasta finales de 2008, este indicador de inflación creció en España unos 11 puntos porcentuales más que en la zona euro, habiéndose recuperado dos puntos posteriormente. No es mucho, pero al menos vamos en la buena dirección.

Las previsiones de inflación para lo que resta del año y para el próximo apenas cambian: la tasa media anual para este año se situará en torno al 3,2%, y la de diciembre, en el 2,3%. Para el próximo, dichas tasas serían del 1,6% y 1,5%, respectivamente [gráfico superior izquierdo]. Incluso podrían ser notablemente menores si el precio del petróleo bajara, algo que es bastante probable a la vista de cómo evoluciona la coyuntura mundial.

Las conclusiones que se obtienen analizando los costes laborales son similares a las del IPC. Con más intensidad que este, desde comienzos de 2010 se observa una notable moderación en su crecimiento, que en la primera mitad del año actual se ha situado en el 0,8%. Los salarios están perdiendo poder adquisitivo, aunque gran parte de esta pérdida no favorece a los beneficios empresariales, ya que se va a pagar el aumento del precio del petróleo importado. Pero otra parte de esta pérdida sí que es genuina y relevante, pues conlleva un crecimiento de los mismos por debajo de la media de la zona euro, permitiendo la recuperación de la competitividad perdida. Hay quien preferiría un aumento del poder adquisitivo para que se recuperara el consumo, pero, créanme, este es un camino sin salida en la actual coyuntura. El camino que llevamos es el correcto, aunque sea más duro y difícil de entender para muchos.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).

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