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CARTA DEL CORRESPONSAL / Moscú
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Vivir en el verano eterno

Pilar Bonet

Se acabó el invierno en Rusia, por lo menos en lo que a horario se refiere. El 30 de octubre se cumplió la voluntad del presidente Dmitri Medvédev y por primera vez en 30 años el país más grande del planeta no pasó de la hora de verano a la de invierno. Pero los relojes, ordenadores, teléfonos móviles, iPad y tabletas electrónicas no se dieron por enterados y cambiaron la hora de forma automática, así que la jornada fue rica en desencuentros, retrasos y una reiterada pregunta en el correo electrónico: ¿qué hora es?

La eternización del horario de verano es una de las decisiones por las que el presidente será recordado por sus compatriotas. En junio, Medvédev firmó una ley que ha abolido los cambios periódicos de horario (en marzo y en octubre) y ha dejado a Rusia anclada en la hora veraniega. Ya en 2009, en su mensaje sobre el estado de la nación, confesó estar preocupado por el efecto del cambio horario en los biorritmos de la población y la psicología del ganado. "Ya no hablo de las pobres vacas que no comprenden por qué las ordeñadoras acuden a ellas a otra hora", reflexionó Medvédev. La comunidad científica y diferentes secciones de Rusia Unida (el partido del Gobierno) apoyaron al líder en nombre de la salud de la sociedad, mientras los rusos de a pie bromeaban, se irritaban o salían a manifestarse en contra, lo que no siempre fue posible porque en algunos casos, como en Samara, se prohibieron las protestas callejeras.

Medvédev será recordado por abolir el cambio de horario periódico
El presidente justifica la medida por los biorritmos de la población
Rusia es un país con hasta nueve horas de diferencia en su territorio

Medvédev ha hecho más compacta a Rusia. La diferencia entre la zona más occidental -el enclave de Kaliningrado- y la más oriental -el Lejano Oriente- del país ha pasado de once a nueve horas y la diferencia entre Moscú y la península de Kamchatka, de nueve a ocho. Aunque el sueño del presidente sería encorsetar a su país en cinco horas, la geografía no puede ignorarse y para los biorritmos de la población sería muy desestabilizador que en Moscú y en el Lejano Oriente comenzaran de forma simultánea la jornada cuando en la capital son las tres de la tarde allí son las once de la noche. En virtud de la nueva legislación, las autoridades provinciales reciben competencias para unificar el tiempo en zonas de distintos husos horarios. Algunas de las provincias situadas a una hora de Moscú han adoptado el horario de la capital.

Al atrincherarse en el horario de verano, Rusia se aleja de la hora astronómica (dos horas de diferencia en lugar de una, si hubiera cambiado al horario de invierno) y de Europa. La diferencia con Madrid, antes dos horas, es ahora de tres. Y se han colapsado las comunicaciones ferroviarias con Ucrania, ya que el Parlamento de aquel país no aprobó la abolición del cambio de horario para mantener la diferencia con el país vecino y los Ferrocarriles Rusos han tenido que paralizar hasta el 3 de diciembre la venta de billetes a Ucrania.

Los ecologistas no están satisfechos. El jefe de WWF, Ígor Chestin, dijo que Rusia consumirá más energía y por lo tanto las centrales térmicas lanzarán más emisiones de gases invernadero. Tampoco están contentas las compañías eléctricas, que avisan de la expedición de facturas inexactas porque las tarifas nocturnas se contabilizaron en función del abolido cambio de hora.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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