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Reportaje:ECONOMÍA GLOBAL

El fútbol no salvará a Sudáfrica

El impacto del campeonato mundial en la economía del país anfitrión será limitado

Albergar el Mundial de Fútbol podría suponer por sí solo el crecimiento del 0,5% del producto interior bruto (PIB) de Sudáfrica, una cifra nada despreciable si se tiene en cuenta que las previsiones más optimistas para todo el año auguran un crecimiento inferior al 3%. Aunque se han rebajado considerablemente los cálculos de visitantes extranjeros, los expertos aseguran que la situación queda equilibrada porque los que lleguen pasarán más días en el país y gastarán más de lo previsto. Pero la mayoría de sudafricanos se han dado cuenta de que el Mundial no será el revulsivo económico que muchos esperaban. Al menos, a corto plazo. La crisis global sigue pasando factura al país, que sigue destruyendo empleo.

La organización ha rebajado el número de visitantes de 450.000 a 200.000

El número de visitantes previstos se ha rebajado de 450.000 antes de la crisis mundial a 200.000, de acuerdo con el Comité Organizador Local (LOC, en inglés) y a 373.000, según los analistas. En todo caso, la recesión económica, los altos precios de los billetes de avión, de los hoteles y de las entradas, y una mala imagen por la elevada criminalidad son las causas de que el primer Mundial que se celebra en el continente africano tenga menos visitantes de los esperados. Las entradas vendidas hasta ahora corresponden a sudafricanos en un 60% y a visitantes de otros continentes en un 38%. Sólo un 2% se ha vendido en el resto de países africanos.

"Los visitantes son menos, pero los seguidores que vengan por el Mundial estarán más días de lo que anticipábamos y gastarán más", explica Gillian Saunders, directora de Grant Thornton, empresa consultora que ha estudiado el impacto del Mundial. "No estamos conformes con la cifra del LOC porque contamos con aquellos que llegarán al país sin entradas, aquellos que vienen a hacer turismo y que esperan ver los partidos desde los fan parks, áreas públicas habilitadas con pantallas gigantes". Se espera que los turistas aumenten su tiempo de estancia a casi veinte días y que vean hasta cinco partidos. "Eso supone que gastarán también más, alrededor de 3.000 euros por viaje, 1.000 más de lo previsto", dice Saunders.

De acuerdo con sus cálculos, el impacto económico del Mundial -en un país de gran desigualdad económica, el gasto del Gobierno en estadios, aeropuertos y carreteras ha sido criticado por cuanto podía haberse dedicado a áreas sociales necesitadas como viviendas, escuelas y sanidad- será positivo. El dinero gastado en el Mundial ha alcanzado los 5.540 millones de euros, la mayor parte procedente del erario público (4.000 millones), con un impacto económico bruto de 9.300 millones de euros. "Las infraestructuras, carreteras, remodelaciones de transporte público, aeropuertos y estadios son inversiones que se rentabilizarán en el futuro", señala Saunders.

El gasto de los turistas sumado al de la FIFA, prensa, visitantes oficiales y equipos será de 1.300 millones de euros, lo que significa el 0,5% de la economía del país. De acuerdo con el Gobierno, la inversión en infraestructuras, que ha supuesto la contratación de más de 695.000 trabajadores en la construcción -este año se mantienen hasta 280.000-, ha servido para que el impacto de la crisis económica global no haya sido mayor.

Aun así, sólo el pasado año se perdieron un millón de trabajos en un país en el que el desempleo es uno de los mayores problemas, principalmente entre la población negra (el 80% de los 50 millones de sudafricanos). De acuerdo con Stats South Africa, la tasa de paro ha llegado al 25%. No en vano, el Gobierno busca un plan para diversificar la economía y generar empleo. El presidente, Jacob Zuma, se planteaba reducir el paro a la mitad para 2014 antes de la crisis.

El Mundial es una oportunidad, dicen sus defensores, de enseñar al mundo que Sudáfrica está preparada, que es un país en el que se puede invertir con seguridad, con una economía moderna que genera el 39% del total del PIB del continente entero. Una campaña de marketing gigante, para mayor beneficio de la FIFA (con la venta de derechos de televisión y patrocinios obtendrá más de 2.600 millones de euros, un récord), a la que los sudafricanos se están sumando con entusiasmo, sabedores de que los ojos del mundo estarán en el país, aunque sólo por un mes, para luego desplazarse a otro lugar.

Vista de la Ciudad del Fútbol de Johannesburgo, con el estadio a la derecha. En él se jugarán el partido inaugural y la final del Campeonato Mundial de Fútbol.
Vista de la Ciudad del Fútbol de Johannesburgo, con el estadio a la derecha. En él se jugarán el partido inaugural y la final del Campeonato Mundial de Fútbol.REUTERS

Planes de futuro

Junto con Brasil, Sudáfrica es uno de los países más desiguales del mundo. La desigualdad sigue siendo elevada entre blancos y negros, pero también lo es entre negros, tras la emergencia de una clase media y de nuevos ricos, beneficiados de controvertidas políticas de discriminación positiva. El Gobierno del Congreso Nacional Africano (CNA), desde su llegada al poder, ha hecho un enorme esfuerzo por profundizar, por una parte, en las políticas de libre mercado y privatización de empresas públicas, y por otra, gracias a una mejora de la recaudación pública, ha construido más de un millón y medio de viviendas, ha llevado electricidad a zonas más pobres y ha dotado de agua a siete millones de sudafricanos (el régimen de apartheid había dejado sin servicios a la población negra).

Todavía queda mucho esfuerzo por delante: el 24% de los sudafricanos vive sin agua corriente; el 20%, sin electricidad; se necesitan dos millones de viviendas y el sida sigue causando la muerte de mil sudafricanos al día. La redistribución de tierras apenas se ha puesto en marcha. No es extraño que sectores del CNA, como sus juventudes, se planteen la resurrección de ideas como la de nacionalizar minas e industrias.

El Gobierno considera que Sudáfrica es demasiado dependiente de la venta de materias primas y de la compra exterior de productos manufacturados. Es por ello por lo que ha decidido dar un cambio de rumbo y buscar fórmulas para el desarrollo a largo plazo y la generación de empleo. Y es por ello por lo que el que fuera el ministro de Economía más popular de todos los tiempos, Trevor Manuel, se ha hecho cargo de la Comisión de Planificación Nacional, inaugurada la pasada semana, encargada de promover el crecimiento sostenible de la economía a largo plazo. -

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