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Reportaje:ECONOMÍA GLOBAL

La guerra de divisas ya está aquí

El G-20 debatirá los riesgos de una oleada de devaluaciones competitivas

Alicia González

En su reunión del pasado 21 de septiembre, la Reserva Federal de Estados Unidos advertía de la amenaza deflacionista que se cernía sobre su economía y de la disposición de la entidad a utilizar todas las armas a su alcance para combatir ese riesgo. Es el mismo mensaje con el que el entonces presidente de la entidad, Alan Greenspan, justificó en 2002 el mantenimiento de los tipos de interés, que daría lugar a la burbuja inmobiliaria que precedió a la crisis financiera. Con los tipos de interés entre el 0% y el 0,25% desde diciembre de 2008, el margen para bajar el precio del dinero sencillamente no existe y muchos analistas apuntan en otra dirección: apostar por un dólar barato.

Las demás vías para reactivar la economía casi se han agotado
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"La lectura que está haciendo el mercado de esta situación se resume en dos puntos: la Fed va a seguir inyectando dólares y EE UU necesita un dólar más débil, pues casi no tiene margen en política monetaria ni en política fiscal", apunta José Ramón Díez Guijarro, profesor de Entorno Económico y Análisis de países del Instituto de Empresa. Los hechos empiezan a darle la razón: desde ese día, el euro ha ganado un 5,13% frente a la divisa estadounidense y cotiza ya a su nivel más alto desde marzo.

A la estrategia estadounidense se han sumado, además, factores políticos ante las reñidas elecciones de mitad de mandato que afronta el país en noviembre. Algo de eso explica la ley aprobada por la Cámara de Representantes, que abre la puerta a penalizar las importaciones chinas por no permitir una apreciación de su divisa. Y es que después de dos años con el yuan de facto ligado al dólar en un tipo de cambio fijo [ver gráfico], el cambio acordado por el banco central en junio apenas se ha traducido en una apreciación del 2% en la moneda china, un alza "más que insuficiente" para las autoridades americanas. De hecho, según C. Fred Bergsten, del Instituto Peterson de Economía Internacional, el yuan se encuentra un 25% por debajo de la cotización que debería tener.

El primer ministro chino, Wen Jiabao, ya le explicó a su homólogo estadounidense, Barack Obama, durante su reciente encuentro en Naciones Unidas, que una revalorización del yuan en un 20% provocaría una fuerte inestabilidad social y graves pérdidas de empleos que China no se podía permitir. Ahora su respuesta no se ha hecho esperar. Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores alertaba de las consecuencias de la ley para el comercio y la economía mundiales y ese mismo día el banco central fijaba a la baja el tipo de cambio del yuan, hasta las 6,68 unidades por dólar. La amenaza de guerra comercial aparece como mar de fondo.

El profesor de Berkeley Barry Eichengreen, uno de los economistas estudiosos de la Gran Depresión, lleva tiempo alertando contra las devaluaciones competitivas. "Cada día parece más probable que estemos destinados -¿o deberíamos decir condenados?- a repetir la desastrosa historia de los años treinta", decía en un reciente artículo. Entonces, "un país detrás de otro bajó su tipo de cambio en un intento desesperado de salir de la depresión a través de las exportaciones. Pero cada devaluación solo agravaba los problemas de sus socios comerciales, que veían cómo se hacía más profunda su propia depresión".

Un diagnóstico que comparte Francisco López Ollé, analista financiero de X-Trade Brokers. "Se está fraguando una nueva guerra de divisas", alertaba esta semana en un informe. "Agotadas prácticamente las principales vías para reactivar las diferentes economías, algunos países ya se han lanzado a utilizar una de las herramientas que podrían aportar un cierto empuje al crecimiento". Aunque hay diferencias más que evidentes entre la dinámica de los países desarrollados y las economías emergentes, cuyas monedas ofrecen una mayor rentabilidad para los inversores y se ven sometidas al efecto contrario, una revalorización indeseada de su moneda.

De eso se quejaba esta semana el ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, que hablaba abiertamente de que se estaba fraguando una "guerra de divisas" mundial. El real brasileño se ha revalorizado un 30% desde inicios de 2009 gracias a la ingente entrada de capitales en el país, sobre todo en Bolsa -Petrobras acaba de anunciar la mayor ampliación de capital de la historia-, y que, como aspecto negativo, impone una pérdida de competitividad para sus productos que lleva a las autoridades brasileñas a intervenir en el mercado.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) descarta de plano una guerra cambiaria. Su máximo responsable, Dominique Strauss-Kahn, insiste en que no ve un gran riesgo de una guerra de divisas, aunque eso sea parte de las amenazas a la baja para la economía. Pero admitía: "Esa será una de las cuestiones que suscitará mayor discusión" en las próximas reuniones del G-20. El primero de esos encuentros se producirá esta semana en la asamblea anual del FMI y se repetirá pocos días más tarde -22 y 23 de octubre- en Seúl.

Pese a que el Fondo lo niegue, la carrera de devaluaciones ya ha empezado. La inició Suiza, que desde el año pasado ha estado comprando dólares para frenar la fuerte revalorización que el franco suizo había sufrido frente al euro, y bajo el mismo argumento de la amenaza deflacionista que ahora emplea EE UU. Este mismo mes acaba de intervenir Japón en el mercado. En ningún caso, el tipo de cambio real efectivo justificaba esa intervención, según el FMI [ver gráfico]. Salvo el caso de Brasil, hay muchos otros casos no publicitados de intervención en el mercado a lo largo del año. Colombia, Perú, Tailandia o Indonesia han aprobado distintas medidas para evitar una escalada de sus monedas que restara competitividad a sus exportaciones. Todo ello pese al acuerdo explícito del G-20 en su reunión de Londres en abril de 2009 para evitar una carrera de devaluaciones.

"Espero que podamos llegar a un verdadero compromiso en la próxima reunión del G-20", señalaban las autoridades coreanas ante la reunión que se celebrará en noviembre en Seúl. Justo ahora hace 25 años, los responsables de las principales potencias mundiales llegaron a un acuerdo en el hotel Plaza de Nueva York para permitir una devaluación del dólar. Ahora la competición por una divisa débil está muy reñida.

El gobierno japonés ha sido uno de los últimos en intervenir en el mercado para frenar la fortaleza del yen.
El gobierno japonés ha sido uno de los últimos en intervenir en el mercado para frenar la fortaleza del yen.BLOOMBERG

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.
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