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Entrevista:ÁNGEL GURRÍA | Secretario general de la OCDE | Economía global

"La poscrisis será a cuchillada limpia"

Alicia González

Ángel Gurría (Tampico, México, 1950) acaba de ser reelegido para un segundo mandato al frente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), considerado el club de los países ricos "hasta que llegó un mexicano a dirigirlo", bromea. Gurría defiende la importancia de integrar a los países emergentes en la organización: "La OCDE representa hoy el 60% del PIB mundial y bajando. Los países emergentes que no forman parte de la OCDE representan el 40% y subiendo. En 2030, la proporción será inversa". Y advierte que sin reformas nos espera un horizonte de crecimiento "mediocre". "La poscrisis va a ser a cuchilladas".

Pregunta. ¿Tantas toneladas de informes sirven para algo?

"Intervenir sobre el tipo de cambio es una nueva forma de proteccionismo"
"El coste de no hacer reformas en el mercado laboral es conocido"

Respuesta. Nuestro propósito no es tener titulares en los periódicos, sino ayudar a los países a generar consenso sobre determinadas medidas. En el fondo es muy difícil decir a los españoles qué tienen que hacer con España, porque ellos lo saben mejor que nadie. Pero ayuda ver qué están haciendo los demás países en esos temas y, sobre todo, poner en términos relativos los avances. El chiste aquí es poder documentar y apoyar a los que quieren hacer reformas, algo particularmente importante en la poscrisis.

P. ¿Por qué?

R. Porque se perdió tanta riqueza, tantos empleos, tanta cuota de mercado y exportaciones que ahora la recuperación es a cuchillada limpia, sin misericordia ninguna. Antes era muy difícil, pero ahora será peor porque el pastel ni siquiera es del mismo tamaño que hace tres años.

P. ¿La poscrisis solo se maneja con reformas?

R. Ciertamente ya no se puede manejar con déficit, se nos acabaron los billetes. En esas condiciones, para mantener la dinámica de la recuperación hay que hacer reformas estructurales, y eso afecta al mercado laboral, a la energía, la educación, la competencia, la fiscalidad... Pero la complejidad añadida del momento es que a la vez que intentas salir de la recesión y del desempleo tienes que empezar a reducir el déficit. Y eso para los responsables de la política económica es tremendamente complicado.

P. Tanto ustedes como el FMI insisten en recetar austeridad, pero admiten que si todos los países lo hacen a la vez, tendrá consecuencias negativas para la recuperación. ¿No es incongruente?

R. La única certidumbre que tenemos es que si no se consolidan las finanzas públicas no habrá crecimiento a medio y largo plazo. El peso de unas finanzas públicas en desequilibrio ya lo conocemos, y, además, los mercados son hoy de una severidad brutal e inmediata. Pero no todos lo están haciendo al mismo tiempo. Yo diría que hay solo tres o cuatro países que ya empezaron el ajuste, y uno de ellos es España. Y lo empezaron, precisamente, para que el mercado no se les echara encima. Han adoptado medidas, pero en medio de mucha tensión y un profundo desgaste.

P. ¿Y eso qué consecuencias puede tener?

R. Yo observo a mi clientela y veo: dos años de Gobierno interino en la República Checa, un año de Gobierno interino en Hungría, hoy Gobierno interino en Holanda y en Bélgica, nuevo Gobierno en Reino Unido, tres Gobiernos en Australia, como cinco Gobiernos en Japón... La crisis ya tuvo y seguirá teniendo consecuencias sobre los Gobiernos prácticamente sin excepción, y entonces la gobernabilidad se vuelve doblemente compleja. Porque los Gobiernos tienen que tomar medidas impopulares para combatir la crisis, lo que hace difícil tener apoyos para aprobarlas. Eso genera una problemática de gobernabilidad muy compleja e ingrata, que además dificulta la recuperación.

P. ¿Lo peor de la crisis de deuda europea ha quedado atrás?

R. Sí con matices. Como salimos de la crisis a billetazos, ahora toca ajustar porque es insostenible tener déficit de dos dígitos y una deuda equivalente al 100% del PIB, como va a pasar en toda la OCDE este año. Y fue la crisis de Grecia la que puso este asunto sobre la mesa. Todos, periféricos y países centrales, han asumido estos planteamientos. Ahora Europa tiene un anillo de defensa para las crisis que antes no tenía, ha puesto en marcha medidas para mejorar la supervisión y regulación financiera, ha llevado a cabo pruebas de resistencia entre sus entidades financieras, y no solo se habla ya de una coordinación en materia fiscal y de déficit, sino que se habla incluso de sanciones para los que no cumplan. Es inaudito. También EE UU ha aprobado una regulación financiera que no había desde la Gran Depresión, lo que ofrece mayor grado de certidumbre y menor vulnerabilidad a errores y excesos.

P. ¿Teme que se desate una guerra de divisas?

R. Hay que luchar contra esta nueva forma de proteccionismo. El sistema funciona si todos juegan con las mismas reglas. Si una economía tiene superávit de exportaciones, más crecimiento o mayores tipos de interés, la moneda tiende a apreciarse. Pero cuando algunos jugadores no juegan con las mismas reglas, entonces se crean desequilibrios. Lo que Brasil ha denunciado es que entiende que los buenos datos de su economía aprecien la moneda, pero pide que todos jueguen con las mismas reglas. Si cada uno interviene en el mercado, eso crearía un desorden horrible. Y además sería muy asimétrico porque hay unos que tienen más reservas que otros. Saldrían perdiendo los más débiles, como siempre.

P. ¿Cómo se va a traducir la salida de la crisis en empleo?

R. La perspectiva de crecimiento es bastante mediocre a medio y largo plazo, con altos niveles de desempleo por mucho tiempo. El paro promedio oficial en los países de la OCDE está hoy entre el 9% y el 10%, pero para los jóvenes es el doble. Eso supone que uno de cada cinco jóvenes no tiene empleo, uno de cada cuatro en EE UU, en Francia uno de cada tres y en España uno de cada dos. Los españoles sienten que son los únicos que tienen ese problema, y lo tenemos todos. A lo mejor ya nunca volvemos al mismo nivel de empleo que teníamos antes de la crisis, y ese escenario mediocre solo se puede cambiar con medidas estructurales: flexibilidad del mercado laboral, de productos, más competencia y más educación, en I+D+i, formación profesional y formación permanente para los trabajadores. Es muy importante que la estructura no sirva para proteger a los trabajadores que están en el mercado a costa de dejar fuera a los que quieren entrar. Esa es la gran paradoja de los que se nombran defensores de los trabajadores. Lo que hay que hacer es generar más trabajos. La flexibilidad laboral se aborda por Gobiernos de izquierdas, de derechas o de centro, porque es indispensable para todos.

P. ¿La reforma española es suficiente?

R. Si me pregunta si una medida concreta es suficiente, le digo que siempre se puede hacer más y habrá que hacer más. Pero, cuando menos, vamos a poner en marcha estas medidas y ver cómo funcionan. El coste de no hacerlo es de sobra conocido y siempre será superior al de las medidas que haya que tomar para modernizar la economía y aumentar la competitividad. -

Ángel Gurría, aquí en el hotel Palace de Madrid, ha aprovechado su visita de esta semana para mantener un encuentro, entre otros, con el presidente del Gobierno.
Ángel Gurría, aquí en el hotel Palace de Madrid, ha aprovechado su visita de esta semana para mantener un encuentro, entre otros, con el presidente del Gobierno.SANTI BURGOS

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.
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