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Reportaje:Economía global

El renminbi en el punto de mira

EE UU eleva la presión sobre China con la amenaza de desatar una guerra comercial

Alicia González

Cuando la crisis financiera cruzó el Rubicón, en septiembre de 2008 con la caída de Lehman Brothers, los líderes mundiales se conjuraron para evitar repetir los errores que en la crisis de los años 30 dieron lugar a la Gran Depresión. Entre esos errores, y de forma destacada, se comprometieron a evitar la devaluación competitiva de sus divisas y la imposición de medidas proteccionistas que pudieran provocar una guerra comercial. Lo que no hicieron público fue si la conjura tenía fecha de caducidad, como parecen sugerir los últimos acontecimientos.

Estados Unidos ha vuelto a aumentar las presiones sobre China para que premita que su divisa -yuan o renminbi, la moneda del pueblo- se aprecie, aunque la amenaza esta vez va más allá. El Senado votará esta semana una ley por la que pide al gobierno estadounidense que identifique las divisas que están devaluadas, lo que conllevaría la imposición automática de tarifas sobre sus exportaciones y otras represalias económicas. Pekín ya ha mostrado su rechazo a la ley, pero también lo han hecho las asociaciones empresariales de EE UU, la Casa Blanca o el líder de los Republicanos en la Cámara Alta.

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Pocos en Washington ponen en duda que el renminbi esté devaluado frente al dólar entre un 20% y un 40%, según las fuentes. Pero son muchos los que alertan de las terribles consecuencias que tendría para el comercio bilateral y mundial un enfrentamiento entre las dos potencias. Pese a ello, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, no ayudó a calmar las aguas en su reciente comparecencia ante el Congreso, cuando acusó a la divisa china de situarse un 15% por debajo de su valor y culpó a la política de tipo de cambio de China de "haber impedido hasta cierto punto el ajuste económico global", recalcó. En el último año, el yuan se ha apreciado un 5,1% frente al dólar y un 24% en los últimos cinco años, el mayor avance entre las divisas de los 25 países emergentes monitoreadas por Bloomberg.

Lo cierto es que el mercado observa esperanzado los cambios que se van produciendo en el sector financiero, asumiendo que se producen al ritmo chino, es decir, de forma extremadamente lenta. En plena crisis financiera, en 2008, China ligó de facto su divisa a la evolución del dólar e impulso un ambicioso programa de estímulo basado en el crédito que le han servido para capear lo peor de la crisis y ha contribuido a la recuperación económica global. En junio de 2009 estableció líneas de intercambio de divisas con distintos países emergentes, lo que convertían al renminbi en una divisa comercial. Un año después, en junio de 2010, volvió a permitir que el yuan lentamente se apreciara contra una cesta de divisas -de la que solo hace pública la cotización contra el dólar-. Y desde el pasado mes de julio están autorizadas las emisiones de deuda en renminbis por parte de empresas radicadas en Hong Kong, lo que convierte a la divisa china en una moneda de inversión. La última emisión de bonos conocidos como dim sum ha ascendido a 20.000 millones de renminbis (unos 3.000 millones de dólares). Para cumplir el último y tercer requisito de la plena convertibilidad, la moneda tiene que poder ser una moneda de reserva, que pueda ser utilizada de forma masiva a nivel mundial.

"El mercado piensa que el renminbi será plenamente convertible para 2020. La fecha se explica porque ése es el objetivo que se han marcado las autoridades china para crear un centro financiero internacional en Shanghai y eso sólo se consigue con una divisa que tenga la plena convertibilidad", explicaba en un reciente desayuno con inversores españoles con intereses en China Ben Chan, vicepresidente de HSBC Hong Kong. "Pero mi opinión es que eso puede producirse mucho antes, entorno a 2015", adelantaba. El motivo que arguye Chan es la insistencia de Pekín en que su divisa forme parte de las monedas que se utilizan para calcular los Derechos Especiales de Giro (SDR, por sus siglas en inglés) la moneda que utiliza el Fondo Monetario Internacional (FMI) para sus operaciones. La próxima revisión de los cálculos del SDR se celebrará para 2015 y solo se puede formar parte de esa cesta de divisas si una moneda es plenamente convertible.

En esa línea, Alicia García-Herrero, de BBVA Research, advierte en un reciente informe que la debilidad de las grandes divisas, como el dólar, el euro y el yen, ofrece una oportunidad al renminbi para convertirse en divisa de referencia para Asia.

Pero aprobar la plena convertibilidad no es algo tan sencillo. El sistema financiero chino afronta serias dificultades derivadas, en parte, del boom crediticio impulsado en estos años por las autoridades. Yiping Huang, de Barclays Capital, apunta que las caídas en los depósitos bancarios en los últimos meses "sugieren que una creciente porción de las transacciones financieras no están siendo reguladas y registradas apropiadamente". Huang pone, además, como ejemplo de los problemas financieros chinos el creciente número de bancarrotas entre pequeñas y medianas empresas y el debilitamiento del sector de la construcción. Asimismo, el fuerte alza del endeudamiento provincias y municipios en los dos últimos años, hasta el 35% del PIB, hacen surgir los temores sobre la sostenibilidad de la deuda pública regional.

Alexandra Estiot y Christine Peltier, de BNP Paribas, creen poco probable que China cambie su política sobre el tipo de cambio en un futuro próximo y que el ritmo de revalorización, en torno a un 2,6% por semestre, se mantendrá sin cambios. Además, advierten: pese a las críticas de estadounidenses y europeos contra la "manipulación" de la divisa, esa política cambiaria es una importante fuente de financiación de sus deudas públicas. No en vano, China acumula el 27% de los bonos estadounidenses.

Las autoridades chinas promocionan su divisa con anuncios como éste en Hong Kong.
Las autoridades chinas promocionan su divisa con anuncios como éste en Hong Kong.TYRONE SIU (REUTERS)

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.

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