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La inflación apunta al 5% en verano

Alejandro Bolaños

Desde principios de año, el Gobierno sostiene que el final de la escalada de los precios está próximo. Los datos del IPC de abril, en los que la inflación pasó a marcar un 4,2% anual -frente al 4,5% del marzo- parecieron darle la razón, con algo de retraso. El Ministerio de Economía argumentó entonces que su previsión de una subida de precios mucho más moderada a finales de año, cerca del 3% anual, podía aún cumplirse.

Pero el petróleo se empeña en arruinar los cálculos del Ejecutivo y dejará lo de abril en una anécdota. Eso es al menos lo que opinan algunos de los principales centros de investigación especializados en la materia. El notable incremento del precio en mayo ha llevado al Instituto Flores de Lemus a trastocar sus previsiones. En un informe publicado el pasado jueves, augura "tasas claramente superiores al 4,5% en los próximos cinco meses, con un máximo en agosto del 4,9%". La economía española no registra ese nivel de inflación desde principios de 1994. Los expertos de este centro, adscrito a la Universidad Carlos III de Madrid, advierten además que en sus predicciones no se incluye el posible efecto inflacionista de la subida de las tarifas eléctricas, anunciada por el Gobierno.

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Un vaticinio similar es el de la Fundación de las Cajas de Ahorros, que estima que la inflación llegará al menos al 4,8% en verano y puede escalar al 5% en agosto y septiembre "si el precio del petróleo se mantiene entre 120 y 123 dólares por barril en lo que queda de año". Ambos centros de estudios creen que el IPC marcará una subida superior al 3,5% a final de año.

El repunte de precios hasta el verano también afectará a la zona euro, que según el Instituto Flores de Lemus puede rondar una inflación anual del 4% en agosto, cuando en abril se quedó en el 3,3%. Con estas predicciones sobre la mesa, el Banco Central Europeo se arma de razones para seguir con su política de mantener los tipos de interés (anclados en el 4% desde junio pasado), pese a la desaceleración. La posibilidad de que la autoridad monetaria de la zona euro suba incluso los tipos de interés gana enteros. Sería un palo más en las ruedas de economías como la española, cuyo crecimiento ya está frenándose de forma muy brusca.

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