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Reportaje:La sostenibilidad del Estado de bienestar | 8. EMPLEO Y PRODUCTIVIDAD. LA FALTA DE COMPETITIVIDAD

El ladrillo no es el único fallo del modelo productivo

Servicios sociales o manufacturas también suspenden

Manuel V. Gómez

Uno de los problemas de la economía española durante los años de crecimiento fue la productividad. Entre 1995 y 2008, avanzó un 0,61%, mucho menos que en cualquiera de los países desarrollados (salvo Italia). El chivo expiatorio habitual en el modelo productivo español es el peso en la economía de la construcción y el turismo, dos sectores que a priori generan poco valor añadido. Pero la explicación, con ser cierta, no es suficiente.

El ladrillo restó productividad en esos años, pero también lo hicieron los servicios sociales y la aportación de sectores como el transporte o las manufacturas fue mucho menor que en Alemania, Francia o Reino Unido, analiza la profesora Matilde Mas, catedrática de Análisis Económico de la Universidad de Valencia.

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La tendencia se invirtió el año pasado. La productividad en España se disparó. "Ha sido por una mala causa", comenta José Antonio Herce, de Analistas Financieros. Se refiere a la mayor caída del empleo que de la economía. Al fin y al cabo, la productividad es el resultado de la división entre la producción y el trabajo empleado. De ahí que demande un aumento de esta variable económica "clave", por otras vías.

Para remediarlo, Florentino Felgueroso, de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, reclama formación. Una de sus explicaciones sobre la baja productividad es por la falta de uso de nuevas tecnologías, y no porque se invierta poco en ellas; también por la falta de capacidad de la mano de obra para usarla. La otra causa a la que apunta Felgueroso es la gran presencia de contratos eventuales.

"La temporalidad no ayuda a que el capital humano se aproveche bien", explica Francisco Pérez, del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas. "La empresa no invierte en su formación, y ellos no se esfuerzan en formarse", explica este experto en Recursos Humanos.

Pérez también recurre al modelo económico español. Y no tanto por el peso de la construcción, sino porque este sector atrajo buena parte de la inversión en la época de crecimiento. "Nuestro esfuerzo inversor ha sido muy alto, pero no se ha dirigido a incentivar la producción", explica Pérez.

También Herce reclama un cambio de modelo para incentivar la productividad. "Cuanto mayor sea, más margen hay para pagar más salarios y recoger más beneficios. Sube la competitividad", sentencia.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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