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La crisis financiera

Los mercados desatan otra ola de ajustes

La zona euro responde con más recortes a las dudas de los inversores - Los Gobiernos insisten en bajar el gasto público pese al riesgo de recesión

Alejandro Bolaños

Banco, francés y con malas compañías. Ése era el bingo que querían cantar algunos de los inversores que más especulan con una crisis total en la zona euro. Société Generalé se convirtió este jueves en presa del pánico financiero. Con mucho títulos de deuda pública griega e italiana en cartera, bastó un rumor para poner al banco contra las cuerdas. Era un indicio más de la súbita debilidad de Francia, la segunda economía de la zona euro. Ante la presión de los inversores, el Gobierno de Nicolas Sarkozy ha respondido con el anuncio de medidas para reconducir el déficit público. Lo de Italia, a la que los mercados le mordían los tobillos, ha sido algo más que un anuncio. El Ejecutivo de Silvio Berlusconi ha tenido que detallar un plan para ahorrar 45.000 millones en dos años, con iniciativas como la fusión de miles de ayuntamientos o la subida de impuestos a las rentas altas.

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"Estamos entrando en una fase nueva y muy peligrosas de la crisis. Y la zona euro tiene el desafío más importante", advirtió ayer el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick. El reto que se ha agigantado a ojos vista de los líderes europeos en los últimos meses es cómo responder, de forma simultánea, a un crecimiento que languidece y a las dudas sobre las cuentas públicas en varios países, que aumentan de forma exponencial. Y, otra vez, la respuesta de Europa es una ola de ajustes presupuestarios.

Con la confianza de consumidores y empresas bajo mínimos tras tres años de crisis económica, la disyuntiva para los Gobiernos es elegir entre lo malo y lo peor. "La crisis de la deuda soberana se combate con austeridad fiscal", defendió este viernes, la vicepresidenta económica, Elena Salgado. La ministra española admitió que el recorte del gasto público (en España, el consumo y la inversión de las Administraciones suponen más del 25% del PIB) implicará menos crecimiento económico. Salgado recalcó que los mercados castigan que no se reduzca la deuda pública con mayores costes de financiación (la célebre prima de riesgo), lo que ahora anula cualquier opción de usar el presupuesto para reactivar la economía. "Aunque ocasionen dificultades, las medidas de austeridad son prioritarias", zanjó.

Obligada por el enorme desfase presupuestario de 2009 (el déficit superó el 11% del PIB en el año de la Gran Recesión), España estuvo entre los países que antes tomó la senda de los ajustes, tras ser también uno de los más agresivos en la aprobación de estímulos públicos en el arranque de la crisis. En otoño de aquel año, Salgado anunció algunas medidas fiscales para recuperar ingresos. Al tiempo, Irlanda anunciaba los primeros recortes a funcionarios y pensionistas, generalizados luego en media Europa.

España estuvo en la primera ronda de ajustes, y está en la ola que ha levantado la presión de los mercados este mes. Y eso que durante 2010 ya anunció hasta cuatro planes de ajustes. Las medidas detalladas ahora (cambios en el impuesto de sociedades y control de precios farmacéuticos) son, por comparación, menores, pero obligadas por el requerimiento del Banco Central Europeo tras su intervención para comprar bonos. Una exigencia de mucho mayor calado en el caso de Italia, que ha tenido que adelantar y ampliar las medidas de recorte de gasto.

Los países rescatados (Grecia, Portugal, Irlanda) son los que mayores sacrificios han tenido que afrontar. No basta. A la nueva ola de recortes se apunta también Portugal, que anticipa subidas del IVA planeadas para 2012 y sopesa nuevas medidas. Y, novedad, Francia, que había confiado buena parte de la disminución de su déficit público (del 6% al 3% del PIB en tres años) a una recuperación que se desinfla. Sarkozy, ha pedido a su gabinete que proponga como ahorrar dinero, ante la amenaza de una rebaja en su excelsa calificación crediticia. Y ante la constatación de que el mercado lleva meses ya devaluando los bonos franceses. Lo hace cuando la estadística acaba de revelar que la economía está estancada y pese a la impopularidad que le puede acarrear en periodo preelectoral.

La prioridad del ajuste se palpa hasta en los disturbios de Londres. El Gobierno británico reiteró ayer que no retira su plan para reducir el presupuesto de la Policía, pese a que Scotland Yard se ha quejado de la falta de medio. Y ha saltado el charco. El presidente de EE UU, Barack Obama, tuvo que aceptar amplios recortes de gasto público para lograr, in extremis, el permiso del Congreso para seguir endeudándose.

Los líderes europeos se han consagrado a la estabilidad presupuestaria. Los expertos no lo ven tan claro. "Lo que quiere los mercados es un compromiso creíble para equilibrar de las finanzas públicas, no exigen un recorte inmediato del déficit", señala Charles Wyplosz, del Graduate Institute de Ginebra, en un análisis difundido por el centro de investigación VoxEu.org. "Grecia y compañía necesitan crecer primero y estabilizar sus deudas después", añade Wyplosz, que señala el riesgo para el crecimiento mundial de que todos los países avanzados se empeñen en reducir gasto público al mismo tiempo.

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