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Las consecuencias de la crisis | El castigo de los inversores

Los mercados se ensañan con España, que sufre un desplome del 6% en Bolsa

Una tensa subasta del Tesoro propicia el fuerte retroceso en el parqué, superior al de Wall Street y otras plazas europeas, y alimenta la desconfianza en la deuda pública

Claudi Pérez

La tragedia griega tiene visos de convertirse en europea. Los mercados se ensañan desde hace semanas con Grecia ante el temor a que el país no pueda pagar su elevada deuda pública, y el incendio se va extendiendo a toda velocidad por los flancos más débiles de la eurozona. Portugal tiene ante sí un problema cada vez más serio. Irlanda, lo mismo. Las apuestas no dejan de subir y afectan a economías cada vez mayores: Italia no se libra de los rumores, pero España ya está en el centro de la diana. Los mercados se cebaron ayer con España, que sufrió un varapalo con una caída cercana al 6% en la Bolsa -la mayor desde noviembre de 2008-, propiciado por un severo castigo en el mercado de deuda pública.

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Las pérdidas afectaron a toda Europa y a EE UU, aunque en menor medida: todas las alertas sobre España han saltado ya al primer plano internacional. El habitual comportamiento rebaño de los mercados no ayuda, pero la semilla del desasosiego ha arraigado. La crisis española tiene varios frentes abiertos, y no sólo en el plano económico. Los mercados desconfían de una economía que arrastra un paro cercano al 20%, un sonoro pinchazo inmobiliario, un déficit público superior al 10% y una deuda relativamente baja pero que crece a toda velocidad: una visión de conjunto que el Nobel Paul Krugman ha venido a definir como un "colapso" económico. Pero, sobre todo, los mercados han empezado a expresar dudas razonables sobre la credibilidad del Gobierno para embridar el déficit, tras los cambios de última hora en la reforma de las pensiones.

El varapalo en los mercados es una especie de moción de confianza sobre el Gobierno y a la vez una moción de censura para las finanzas españolas, públicas y privadas: "Las Bolsas y otros mercados interpretan que la economía española está muy dañada como para hacer frente a todas sus deudas", aseguró Emilio Ontiveros, presidente de AFI. Y el Ejecutivo recibe a izquierda y derecha: los sindicatos reclaman que dé marcha atrás en la reforma de las pensiones, diseñada para acabar con las dudas sobre las finanzas públicas, y los mercados atizan precisamente por lo contrario, ante la posibilidad de que el paquete de reformas quede diluido si el Ejecutivo cede a las protestas.

Con ese mar de fondo, las Bolsas sobreactúan, y de qué manera: el Santander, primer banco español, presentó ayer unos resultados notables, pero se vio arrastrado por la corriente negativa, con un retroceso del 9,4%, cifras que no se veían desde la pesadilla de Lehman Brothers. La desconfianza en los mercados va in crescendo y la deuda pública dio asimismo varias señales inquietantes. La prima de riesgo -la diferencia entre lo que cuesta endeudarse entre los bonos más seguros (los alemanes) y los españoles- roza ya los 100 puntos básicos, después de una tensa emisión de deuda del Tesoro. Los seguros que cubren contra un posible impago de la deuda española están también en niveles máximos.

Pero el peligro va más allá de esos datos: en los cenáculos económicos y políticos se instala la idea de que España es un peligro. Gurús como Krugman o Nouriel Roubini reiteran el potencial riesgo que supone España para la eurozona. El FMI habla de una crisis española "muy fuerte", que exigirá "un esfuerzo considerable", según su director, Dominique Strauss-Kahn. Los ataques llegan incluso desde dentro: la Comisión Europea equiparó el miércoles los problemas de España con los de Grecia -cuyo Ejecutivo no ha dejado de repetir que España y Portugal iban a seguir sus pasos-, y los mercados no tardaron ni 24 horas en tomarse al pie de la letra las palabras del comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, el español Joaquín Almunia.

"Pero España no es Grecia: para empezar no ha falsificado datos económicos durante años. Y sin embargo el Gobierno se empeña en demostrar una falta de empaque muy perjudicial en estos momentos: acierta con el plan de austeridad y el paquete de reformas, pero pierde la credibilidad cuando en unas horas da marcha atrás en lo relativo a las pensiones, y siembra así confusión en el conjunto de sus propuestas", critica Vicente Pallardó, del Observatorio de Economía Internacional de la Universidad de Valencia.

Los brotes psicóticos no son inhabituales en las Bolsas. Pero los analistas recurren a dos comparaciones inquietantes respecto a la situación actual. Uno: los problemas en los mercados de deuda pública empiezan a parecerse peligrosamente a los ataques especulativos contra el sector financiero de hace año y medio. El pánico no distingue los matices y en otoño de 2008 todos los bancos, los peor y los mejor gestionados, sufrieron las consecuencias: lo mismo puede ocurrir ahora con varios países de la periferia de Europa. Y dos: "Tras los sucesivos ataques contras la deuda de varios países late una ofensiva contra la eurozona, contra su arquitectura institucional y tal vez incluso contra el euro", dice Santiago Carbó, asesor de la Reserva Federal y catedrático de la Universidad de Granada. "Se trata de un ataque parecido al que sufrió el sistema monetario europeo en 1992", recuerda Juan Ignacio Crespo. "Entonces sufrieron la libra esterlina y la lira italiana -y se devaluó la peseta-, y ahora la embestida contra la deuda de varios países es sensacional", destaca.

El Gobierno de Zapatero maneja teorías conspirativas -la prensa anglosajona no deja de presionar desde los tiempos del milagro español, la década larga de bonanza que explotó con la crisis-, pero los ataques cada vez más directos a España surgen de un cúmulo de circunstancias. "El contagio de la crisis griega ha ido calando en todos los países periféricos de Europa, no sólo en España", explicó el economista José Luis Alzola. "Hay una crisis general contra la deuda pública europea, a la que los mercados han acudido a toque de corneta. Pero esa crisis se combina con un claro problema estructural en la economía española, al que se une la desconfianza creciente con la gestión de la crisis de un Ejecutivo debilitado". "El Gobierno ha dado marcha atrás en aspectos relativos a la reforma de las pensiones y los mercados interpretan que lo mismo puede suceder con el resto del paquete, que iba en la dirección correcta", advierte Alzola.

Los hechos son incontestables. Hecho: la Bolsa española cayó ayer el doble que las plazas europeas. Hecho: Santander lideró las pérdidas en Europa, seguido de cerca por ING y el otro gran banco español, BBVA. Hecho: el Tesoro adjudicó ayer más de 2.500 millones de euros en bonos a tres años y se vio obligado a elevar la rentabilidad más de medio punto respecto a la subasta anterior ante la crisis de la deuda pública europea. Hecho: el riesgo país siguió escalando tras esa tensa subasta, y los seguros de impago subieron, como también lo hicieron los de Grecia y Portugal.

Pero las interpretaciones que sugieren esos datos son muy diversas. El presidente del Santander, Emilio Botín, calificó a España como un país "fuerte, sólido", siguiendo la estela dejada por Zapatero en Davos. La vicepresidenta Elena Salgado cargó contra Almunia por meter a España en el mismo saco que a Grecia y aseguró que el Ejecutivo "lleva tiempo haciendo los deberes para salir de la crisis". Y sin embargo los inversores internacionales salieron ayer en bandada de la Bolsa española. La caída en Bolsa supone una desinversión por importe de 22.400 millones de euros.

La crisis pinta mal desde Madrid: "El horizonte bancario es muy feo, y los mercados han decidido que el de las finanzas públicas también lo es", afirma Ontiveros. Y también desde Londres: "Al final, las Bolsas no se han creído lo suficiente el programa de austeridad y de reducción del déficit español. España y Portugal empiezan a parecerse peligrosamente a Grecia: los tres países tienen un endeudamiento enorme, público y privado, y el contagio sólo puede extenderse", resumió Julian Callow, de Barclays.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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