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La nueva T-5 de Heathrow vive su tercer día de caos

El pésimo estreno afecta a 14.000 pasajeros de British

La cancelación de otro centenar de vuelos este fin de semana ha confirmado las dificultades de British Airways para remontar el caos desatado en la terminal 5 de Heathrow desde su estreno el pasado jueves. La compañía ha asumido enteramente la responsabilidad sobre una "combinación de problemas" en el sistema de control y reparto del equipaje, que atribuye en su grueso a errores humanos y a la dificultad de su personal para adaptarse a las nuevas instalaciones del aeropuerto, que han supuesto una inversión de casi 6.000 millones de euros.

A este desastre de relaciones públicas para una aerolínea que antaño alardeaba de ser "la favorita del mundo" se sumaba ayer la información del diario The Times apuntando que British Airways deberá afrontar una multa millonaria (que podría traducirse en 6.500 euros por pasajero) si se confirma que violó la normativa europea relativa a las compensaciones a los pasajeros afectados.

La denuncia de la organización de usuarios del transporte aéreo (AUC, en sus siglas inglesas) se apoya en una carta remitida por la compañía el jueves por la noche que fijaba un tope en las reclamaciones económicas de los afectados, contraviniendo la legislación de la UE de 2005.

Entre las limitaciones expuestas destacaba la concesión de tan sólo 130 euros para la estancia compartida de dos personas en un hotel, cuando el propio personal de reservas de la terminal admitía que la oferta disponible no bajaba de los 325 euros.

Un portavoz de British aseguraba ayer que esta misiva inicial ha sido modificada ("creemos que no hemos quebrantado ninguna regulación") y que la compañía está dispuesta a cubrir los "costes razonables" que se deriven de los retrasos y anulaciones de vuelos, incluidos los gastos de hotel para aquellos obligados a pernoctar en la ciudad.

La jornada de ayer se saldó con la cancelación de 66 vuelos y la previsión de que se suspendiesen otros 37 en el día de hoy. El traslado del equipaje se ha revelado como la gran cortapisa para restablecer la normalidad en la T-5, entre denuncias sindicales de que el personal de plantilla no ha recibido la formación correcta para manejarlo.

British Airways es la única aerolínea que opera en la nueva terminal del aeropuerto londinense, gestionado por BAA, filial del grupo español Ferrovial. El presidente de la aerolínea británica, Willie Walsh, ha entonado el mea culpa garantizando que se redoblan esfuerzos para reconducir la situación, con la incorporación de otros 450 trabajadores a las instalaciones. Walsh reconoció que el proyecto de incorporar 120 vuelos adicionales a la T-5 a partir del 30 abril está siendo revisado.

Por lo pronto, la aerolínea ha decidido suspender la campaña publicitaria que debía arrancar la próxima semana para promocionar la flamante terminal diseñada por Richard Rogers, el mayor espacio cerrado del Reino Unido, con una superficie equivalente a 50 campos de fútbol. Así lo recomienda el desolador panorama que ha trastocado los planes de unos 14.000 pasajeros, mientras 5.000 maletas permanecen desde el jueves en la T-5 sin que sus dueños hayan podido recuperarlas.

Las acciones de la compañía cayeron un 3% el viernes a resultas de la crisis en unas instalaciones que fueron concebidas precisamente para acabar con los constantes retrasos en Heathrow, el mayor aeropuerto de Europa, con casi 68 millones de pasajeros en 2007.

Una mujer duerme en el suelo en la T-5 de Londres-Heathrow durante la caótica apertura de la nueva terminal.
Una mujer duerme en el suelo en la T-5 de Londres-Heathrow durante la caótica apertura de la nueva terminal.REUTERS

Peor que en la T-4

Las mudanzas suelen enervar a quienes las sufren, y más si el cambio es a una nueva terminal de aeropuerto. El caótico estreno de la T-5 de Heathrow deja en anécdota los problemas en la inauguración de la T-4 de Barajas. Ambas terminales comparten arquitecto, Richard Rogers, y tienen una estructura muy similar, aunque la londinense en su versión más pequeña y gris.

En la apertura de la nueva terminal madrileña en febrero de 2006 no hubo ninguna cancelación, aunque se retrasó el 40% de los vuelos. Y durante semanas hubo problemas recurrentes con el sistema automatizado de equipajes, de la firma alemana Siemens, que tuvo que disculparse. Hubo descoordinación en la adjudicación de pasarelas de embarque, fallos en el suministro eléctrico y muchas quejas de los usuarios.

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