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El agravamiento de la crisis | La inestabilidad de los bonos y la Bolsa

El paraíso suizo (y el infierno griego)

El miedo en los mercados lleva la deuda suiza a tasas de interés negativas - El bono a dos años de Grecia paga ya tipos del 50% por el riesgo de impago

Claudi Pérez

Si lo único que usted quiere es olvidarse de quebraderos de cabeza y tener la tranquilidad de saber que recuperará sus ahorros en estos momentos de enorme incertidumbre y se decide por la deuda del país más seguro del mundo -Suiza-, se puede ver obligado a pagar por ese privilegio. Es decir, a aceptar tipos de interés negativos por su inversión. Así están las cosas: la amenaza de apocalipsis en los mercados hace que la entrada en paraísos que garantizan seguridad total para los ahorradores salga muy cara. Meter el dinero bajo el colchón era ayer más rentable que invertir en bonos suizos a dos años, con intereses del -0,01%. Cortesías de la crisis europea.

Cuando uno entra un banco sabe que hay una posibilidad de salir trasquilado, pero lo normal es que si lleva suficiente dinero en el bolsillo el banquero de turno le ofrezca una silla cómoda e inmediatamente después algún producto financiero más o menos apetitoso. Los depósitos o la deuda pública suelen formar parte del menú para los miedosos, y los fondos que invierten en Bolsa o materias primas, por ejemplo, una buena alternativa para quienes estén dispuestos a asumir riesgos. Porque los riesgos son la clave. Los bancos -los mercados- pagan en función de lo que se arriesga: si uno está dispuesto a jugársela puede obtener altos tipos de interés; si lo que se quiere es seguridad, el rendimiento será más bajo, aunque lo normal es que siempre se cobre al menos un interés mínimo. El sistema es así de sencillo, así de fácil: al menos cuando todo funciona con normalidad.

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Evidentemente, no es el caso. La crisis financiera ha experimentado todas y cada una de las patologías que suelen estar asociadas a este tipo de perturbaciones: contagio, inquietud, incertidumbre y sobre todo miedo, mucho miedo. En esas estamos: los inversores temen que los mercados se acaben yendo al infierno en uno de esos ya casi habituales paseos al borde del abismo. Y el miedo acaba provocando cosas raras, movimientos bruscos, todo tipo de excesos. El mercado de deuda, el gran protagonista en esta crisis, es el mejor ejemplo: en el extremo opuesto a lo que ocurre con Suiza, Grecia llegó a pagar ayer por sus bonos a dos años intereses superiores al 50%. Los inversores no se fían y exigen esos tipos de pesadilla: lo normal, a estas alturas, es que Grecia quiebre y que quienes tengan en el bolsillo deuda de ese país no recuperen todo su dinero.

Ante los temores que nacen de Grecia pero que afectan también a Irlanda, Portugal e incluso Italia y España, el dinero vuela hacia valores refugio: hacia la deuda alemana o el oro. Y hacia el franco suizo y la deuda helvética, que han entrado en terreno prácticamente desconocido: la revalorización del franco obligó ayer al banco central suizo a acometer una intervención sorprendente en el mercado de divisas. Pero el no va más es la deuda: en momentos puntuales de esta crisis fueron los bonos estadounidenses los que llegaron a pagar tipos negativos, pero en el caso de Suiza su deuda lleva varios días en ese territorio. Incluso los depósitos a corto plazo registran tipos negativos. Lo mismo sucede en Singapur, que juega un papel similar al de Suiza en el mercado asiático.

Los bancos centrales de Suiza y Suecia ya utilizaron hace unos años tipos negativos para el precio oficial del dinero, como herramienta a la desesperada de política monetaria. En Japón, EE UU y Reino Unido los tipos oficiales rozan el 0%. Los tipos negativos para el caso de la deuda pública son aún menos frecuentes, pero ya nada es imposible en esta crisis: "Mientras el franco suizo sea considerado una moneda tan fuerte, esas tasas podrían ser económicamente aceptables, particularmente en estos momentos de gran incertidumbre", aseguró el británico Citi en una nota a sus clientes.

Por debajo de dos años, todos los bonos suizos registran tipos negativos. A mayores plazos, son positivos pero ínfimos: Suiza paga el 0,98% a 10 años, pero tal vez el caso más sangrante es el del bono a 30 años, que paga el 1,4%.

Los tipos de interés son los precios del mercado financiero: emiten señales, se supone que reflejan toda la información disponible. Pero ahora mismo no son más que la medida del desasosiego reinante. Indican que los inversores tienen tanto miedo que están dispuestos a regalarle el dinero al Gobierno y a la banca suiza. El caso contrario es Grecia, catalizador de un brote psicótico que esta vez quizá esté justificado. Atenas ha anunciado que no va a cumplir con los acuerdos firmados en Bruselas en julio, y el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, advirtió ayer que "no hay margen": si eso ocurre, el Ejecutivo no recibirá más dinero de la UE. Los inversores temen que Grecia provoque un efecto dominó, un reguero de quiebras de otros países y de la banca: de ahí ese efecto manada, el hecho de que el mundo entero parezca querer llevarse el dinero en Suiza. En ningún lugar dice que el mercado siempre dé en el clavo, pero lo cierto es que la crisis sigue proporcionando extraños giros: algún analista califica de "aberración" eso de los tipos negativos.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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