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Las cuentas del Estado para 2010

Entre lo peor y lo pésimo

Los Gobiernos se enfrentan al dilema de recortar el gasto público o subir impuestos para equilibrar unas cuentas públicas devoradas por la recesión

Pasa la factura y llega el dilema. Los planes de estímulo de la economía puestos en marcha por los Gobiernos para amortiguar la crisis económica, la menor recaudación de impuestos asociada a la recesión y el mayor gasto vinculado al aumento del desempleo están devorando las cuentas públicas de la mayoría de países. Los políticos se debaten entre dos opciones igualmente impopulares para cuadrar las cuentas: o se opta por el odioso recorte de gasto o por el aborrecible aumento de ingresos con mayores impuestos.

Cualquiera de las dos opciones puede tener consecuencias indeseadas. La recuperación es aún demasiado tímida y no se la puede asustar. La mayor presión fiscal amenaza con retraer aún más el consumo y la inversión, pero el tijeretazo al gasto (imposible en las partidas destinadas al creciente desempleo) tampoco ayuda a impulsar el crecimiento y amortiguar la pérdida de empleo. Y no es seguro que el repunte del crecimiento, por sí mismo, llene las arcas del Estado lo suficiente como para compensar la enorme factura de la recesión.

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Y el ejercicio de equilibrismo presupuestario se produce además en año electoral para Estados Unidos (se renueva más de la mitad de la Cámara de Representantes y del Senado) y Reino Unido (elecciones generales). Precisamente hoy, Alemania acude a las urnas, tras una campaña electoral en la que los partidos han lanzado diversas propuestas fiscales, unas promesas de bajada de impuestos que los alemanes cuestionan, a tenor de una encuesta que indica que el 81% piensa que subirán. Más aún cuando los pronósticos apuntan un incremento del paro, hasta ahora contenido.

Ni Barack Obama ni Gordon Brown han puesto aún sobre la mesa la letra pequeña de su política presupuestaria, pero el estadounidense ya ha mandado mensajes de que subirá los impuestos a los ricos. El primer ministro británico ya tomó la decisión, que entrará en vigor en enero, cuando también debería volver al anterior tipo del IVA del 17,5% (lo bajó al 15% para reactivar la economía), en contradicción con su apelación a mantener los estímulos fiscales.

Los países en los que sus gobernantes mantienen la subida de impuestos en el cajón teórico del anatema, como Francia e Italia, tampoco escapan a las ansias recaudatorias, más o menos imaginativas. Nicolas Sarkozy ha introducido una tasa vestida de ecologismo contra las emisiones de CO2, mientras Silvio Berlusconi trata de atajar la inmensa evasión fiscal italiana con una amplia amnistía para los defraudadores.

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