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Deterioro del mercado laboral
Columna
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El problema del empleo

La reciente publicación de la Encuesta de Población Activa correspondiente al cuarto trimestre de 2008 ha producido una inquietud justificada por la amplitud de las cifras de destrucción de empleo y aumento del paro. Conviene recordar brevemente estas cifras antes de analizar algunos aspectos menos conocidos de la encuesta que, sin duda, merecen reflexión.

El número de ocupados descendió a lo largo del año en 620.000 personas; de ellas, 490.000 perdieron su empleo en el último trimestre. Este derrumbe de la ocupación coincide con las primeras estimaciones sobre la amplitud del hundimiento de la actividad en dicho periodo realizadas por el Banco de España. Como la población activa creció en 660.000 personas, el aumento del desempleo superó la barrera de 1,2 millones en el año y su tasa alcanzó el 13,9% de la población activa, la cifra más alta de los países de la Unión Europea. La fragilidad de nuestro modelo de crecimiento, basado en la construcción, no ha podido resistir los vientos de la crisis. Así, mientras el desempleo en la Unión Europea descendió, en promedio y según las últimas estimaciones de la Comisión Europea, una décima en 2008, en España aumentó en tres puntos. Es evidente que tenemos un grave problema de empleo.

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Pero la EPA contiene, además, muchas otras informaciones. Para el conjunto del año, el aumento de la población activa se repartió, casi a partes iguales, entre españoles y extranjeros, pero no así el aumento del desempleo. Por sorprendente que pueda parecer, la caída de la ocupación se produjo únicamente entre españoles (comprendidos los que tienen doble nacionalidad) y no afectó apenas a la población extranjera que trabaja en España. A pesar de ello, la tasa de paro de los extranjeros era, en el último trimestre de 2008, un 21,5% de la población activa extranjera, casi el doble del 12,5% correspondiente a la española.

El notable aumento de la población activa en 2008 hunde su raíz en las profundas transformaciones que han tenido lugar desde la última crisis, ya que, por el momento, no parece que se produzca el fenómeno de la población desanimada, es decir, la salida de la población activa de quienes piensan que no vale la pena buscar un trabajo por las escasas posibilidades de encontrarlo. A ello hay que añadir la llegada de inmigrantes en busca de empleo que, hasta ahora al menos, no se ha visto influida por la fuerte caída de la producción.

Otro dato importante de la encuesta se refiere al ligero aumento del empleo femenino en 2008, que contrasta con la fuerte reducción del empleo masculino. A pesar de ello, la tasa de paro de las mujeres seguía siendo superior a la de los hombres a finales de año.

Merece la pena detenerse en la evolución del último trimestre de 2008. En dicho periodo, la fuerte caída de la actividad económica produjo un aumento del desempleo en todos los colectivos, nacional, extranjero, hombres y mujeres. Lo singular, en este caso, fue la evolución de la población activa, ya que se produjo una disminución del número de españoles, un aumento de los extranjeros, aunque a un ritmo inferior al de los tres primeros trimestres y, de manera muy especial, de las mujeres dispuestas a trabajar, cuyo número creció en más de 200.000.

La publicación de las cifras de paro registrado correspondientes a enero ha sembrado la alarma al alcanzar casi los 200.000 nuevos desempleados. Y sin embargo, cuando se corrige la estacionalidad, la cifra se reduce notablemente. No quiere decir ello que los 199.000 nuevos parados no sean reales; desgraciadamente lo son y sus incertidumbres y angustias merecen no sólo el mayor de los respetos sino, también, una actuación mejor orientada por parte del Gobierno para enfrentarse con las consecuencias de la crisis. La cifra, corregida la estacionalidad, se reduce a 80.000, notablemente inferior a la media registrada en los cuatro últimos meses del pasado año (también corregida la estacionalidad), que fue de 126.000. Es un dato significativo para el análisis y las perspectivas de la economía, ya que podría sugerir, si se mantiene la tendencia, que la destrucción de empleo, aún siendo muy importante, comienza a desacelerarse. Habrá que esperar meses aún para ver si la tendencia se confirma, pero lo importante es que el dato del mes de enero, siempre desde la perspectiva del análisis económico, no es tan devastador como podría parecer a primera vista.

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