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El resultado del referéndum agrava la crisis de Islandia

Londres seguirá negociando el cobro de la deuda

El aplastante "no" de los islandeses en el referéndum en el que se les pedía pagar de su bolsillo las deudas que causó la quiebra de uno de los bancos locales redobla la presión sobre la economía del pequeño país nórdico. Reino Unido, uno de los principales acreedores de Reikiavik, la capital islandesa, junto con Holanda, optó ayer por lanzar un mensaje conciliador. "Mantenemos nuestro compromiso de tratar de llegar a un acuerdo final con Islandia a su debido tiempo. El resultado de la consulta es un asunto de Islandia", comentó un portavoz del Tesoro Público británico.

Un tono similar utilizó la Comisión Europea, que desvinculó el proceso de adhesión de Islandia a la Unión Europea del referéndum. "Tomamos nota de los resultados, pero es un asunto bilateral", comentó un portavoz del Ejecutivo comunitario.

Las ayudas al país dependen del acuerdo con Reino Unido y Holanda

La quiebra del banco Icesave dejó atrapados a 300.000 ciudadanos británicos y holandeses. Londres y La Haya tuvieron que devolver estos ahorros, que sumaban 3.700 millones de euros, con dinero público. A cambio, llegaron a un acuerdo con el Gobierno islandés por el cual cada familia de este país debía pagar una factura de 40.000 euros en 15 años y con intereses del 5,5%. Más tarde, presentaron una oferta mejorada, a un tipo de interés fijo y con un tipo variable al final. No obstante, la consulta popular se realizó sobre la propuesta original porque fue aprobada por el Parlamento de Reikiavik.

Esta situación fue denunciada ayer por la primera ministra islandesa, Jóhanna Sigurdartóttir, que se quejó de que el referéndum le "saldría caro" a su país, pues retrasa las negociaciones con los países acreedores, lo que a su vez complica la llegada de fondos de Estados vecinos y de organismos multilaterales.

El FMI y varios países como Finlandia congelaron las ayudas económicas a Islandia a la espera de que se resuelva la devolución de la deuda a Reino Unido y Holanda. Si no hubiera acuerdo con los acreedores y los fondos no llegaran, la economía islandesa se encaminaría a una crisis aún mayor. La moneda se ha desplomado, el consumo se ha hundido y el PIB del país cerró el pasado año con una caída del 6,5%.

Los problemas de Islandia son quizás el mejor ejemplo de los efectos de la crisis financiera. Los tres grandes bancos locales crecieron a un ritmo muy alto en los años de bonanza, a través de una deuda que llegó a superar 11 veces el PIB islandés. Cuando llegó la crisis y la liquidez se secó en los mercados, las entidades empezaron a sufrir. Las cosas se precipitaron tras la crisis de Lehman Brothers. Reino Unido aplicó a sus bancos la ley antiterrorista para evitar que repatriaran fondos, y provocó la quiebra de todo el sistema financiero, que arrastró inmediatamente al resto de sectores económicos.

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