_
_
_
_
_

El supervisor inició la inspección del Banco de Valencia hace un año

La salida a Bolsa de Bankia relegó las advertencias del Banco de España

Como ocurre en muchos accidentes, las coincidencias provocan que algo manejable se convierta en mortal. Este es el caso del Banco de Valencia, la entidad número 21 en el ranking de activos, que camina hacia un final doloroso después de admitir que necesita una inyección de capital para seguir funcionando. Según fuentes cercanas a la entidad, el déficit podría llegar a los 800 millones. Los activos problemáticos ascienden a 3.995 millones, el 18,5% del total.

El Banco Financiero y de Ahorro (BFA), matriz de Bankia, controla el 38% de capital, por lo que le correspondería aportar unos 300 millones. Fuentes de la entidad afirman que estudian poner el dinero si es la solución definitiva para el Banco de Valencia. La operación no es fácil porque, según la Autoridad Bancaria Europea (EBA), el BFA tiene un déficit de 1.140 millones, que deberá cubrir para junio de 2012.

Los problemas se agudizaron por el vacío de poder que ha vivido la entidad
Desde el mercado se critica que aún no se conozca el déficit de capital
Más información
El Banco de Valencia acelera el proceso para ampliar capital

El resto del dinero podría llegar del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), que se verá obligado a colocar los 500 millones restantes hasta que llegue un comprador, si llega. Los miembros del consejo, que tienen un 25% de las acciones, han manifestado su negativa a invertir más en la entidad, cuyas acciones siguen en caída libre. Ayer bajaron un 7,5% y se han depreciado un 90% desde 2009.

El Banco de España inició una supervisión "rutinaria", como definió ayer la entidad, en noviembre de 2010, según fuentes del mercado. Unos meses después, entre febrero y marzo, los deterioros afloraron con claridad y comenzaron a llegar advertencias al consejo de administración de que la entidad necesitaba una salida, es decir, más capital.

La razón era muy clara: el deterioro de los activos inmobiliarios exigía un volumen de provisiones que no se podían obtener con los beneficios que generaba el Banco de Valencia. Mientras el resultado se hundía, las dotaciones se disparaban. La entidad se comía el capital hasta quedarse en un nivel inferior al mínimo exigido.

El hundimiento del mercado inmobiliario y la aparición de créditos con escasa cobertura anticipaban un futuro complicado. Sin embargo, los requerimientos del supervisor coincidieron con la salida a Bolsa de Bankia. Colocar Bankia era la gran prioridad, por lo que la atención no se centró en Valencia precisamente. Además, los avisos del Banco de España llegaron al banco cuando el consejero delegado durante décadas, Domingo Parra, cuestionado por el consejo, empezó a tener bajas médicas intermitentes pero prolongadas. Parra también mantuvo discrepancias con los inspectores del Banco de España. En esta peligrosa situación fue cuando José Luis Olivas, vicepresidente de Bankia y antes presidente de Bancaja, se convirtió en primer ejecutivo del Banco de Valencia.

Para evitar que estallara el problema, se buscó comprador para el banco. Sin embargo, la mala situación de los activos y los vencimientos pendientes ahuyentaron a los convocados. Y el problema se enquistó, como otros, y sus dificultades se dispararon.

El 31 de octubre pasado, Olivas dimitió por entender que era incompatible con la vicepresidencia de Bankia. No obstante, llevaba casi ocho meses compatibilizando ambos cargos y deja la entidad valenciana cuando su situación era delicadísima. Este movimiento no contó con la aprobación de Rodrigo Rato, presidente de Bankia, lo que ha provocado un fuerte distanciamiento entre ambos y pone en entredicho el futuro de Olivas. CC OO ha exigido que se "depuren responsabilidades de gestión".

En lugar de Olivas se colocó a Aurelio Izquierdo, que fue nombrado presidente y consejero delegado. Este ejecutivo cuenta con la confianza del supervisor para pilotar la venta de la entidad, que tiene 111 años de historia. El mercado está a la espera de que el Banco de España cuantifique el déficit de capital y no son pocos los que critican que todavía no lo haya hecho tras un año de inspección "en una entidad pequeña, con 24.000 millones de activos" . Diversas fuentes creen que hasta diciembre no se sabrá la cifra definitiva. "Hay que actuar con rapidez. Es arriesgado que un banco esté mucho tiempo en esta situación", apuntan en el mercado.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_