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La crisis del euro

Un no con tintes apocalípticos

El rechazo del plan de austeridad abocaría a Grecia a la bancarrota y a un contagio veloz en el sistema financiero y en la deuda de los países periféricos

Lehman Brothers no era el mayor banco del mundo -ni mucho menos-, y sin embargo su caída se considera un error colosal que desencadenó una de las crisis financieras más virulentas que se recuerdan. Sumió a la banca y a la economía global en una oscuridad intensa que los analistas han bautizado como Gran Recesión. Grecia tampoco destaca por su tamaño: su economía apenas supone el 2,5% del PIB europeo, una cifra similar a la de Cataluña. Y sin embargo amenaza con provocar un nuevo momento Lehman, un huracán devastador en caso de que el Parlamento rechace hoy un severo plan de austeridad que ha desatado la tensión en las calles de Atenas, en los cenáculos políticos y en los mercados.

Una negativa al plan activaría una suerte de botón nuclear en los mercados
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A cambio de ese paquete -que de alguna manera condena al país a una larga recesión-, Grecia se asegura una ayuda de 12.000 millones para pagar las facturas durante unos meses, pero sobre todo garantiza su viabilidad financiera durante dos años y medio: un sí griego pondría en marcha un segundo plan de ayuda europeo, con más dinero y una reestructuración ordenada y suave. Pero una negativa activaría una suerte de botón nuclear de consecuencias imprevisibles sobre la deuda de otros países europeos y sobre el sistema financiero, que puede llevar la crisis hasta el corazón del euro (la banca alemana y francesa) y de ahí al resto del mundo. Esa es la clave: nadie está libre del temido contagio. Sin embargo, la incertidumbre es de tal calibre que el abanico de posibilidades va desde un Armagedón financiero a un problema menor si Europa acude al rescate.

- ¿Hay plan B? El comisario Olli Rehn insistió ayer en que no hay alternativa: "Si Grecia no aprueba los recortes no se podrá evitar el impago". Grecia tiene dinero hasta mediados de julio, y es posible que pueda asumir los vencimientos más inmediatos. El problema es que en agosto vencen 20.000 millones, y es imposible que Grecia satisfaga esos pagos sin la línea de crédito de la UE y del FMI. Bruselas insiste en que no hay plan B para presionar, pero los analistas sostienen que lo más probable es que en ese caso las autoridades europeas propongan un programa de austeridad más realista para evitar una bancarrota desordenada, con varias opciones que incluyen un préstamo comunitario para salvar a Grecia. Eso evitaría males mayores pero no impediría un incendio político: es difícil que Alemania, Holanda y Finlandia acepten ese trato.

- El caos. El peor de los escenarios posibles es que el Parlamento vote no y Europa no consiga ponerse de acuerdo para prestar asistencia financiera. Lo más probable es que las Bolsas europeas estén cerradas a la hora de la votación, pero los mercados no duermen: eso provocaría un súbito desplome del euro, y muy probablemente una fuerte caída de las Bolsas americanas y asiáticas, así como una debacle en el mercado de los seguros de impago de deuda soberana (los temibles CDS). El jueves llegaría esa oleada al mercado europeo, en especial a los bancos más expuestos a Grecia, y a la prima de riesgo de los periféricos: problemas para España.

- Corralito a la griega. Grecia puede aguantar unas semanas, pero sin apoyo financiero la bancarrota es segura (y de hecho los mercados, haga lo que haga el Parlamento griego, ya la dan por hecha). Sin el dinero de sus socios, y si el BCE decide a partir de ese momento no aceptar deuda griega, la banca helénica está abocada al colapso: sería el momento de las colas en las oficinas bancarias, de la llegada del corralito a la Europa continental, y en última instancia del cierre de comercios, de empresas, de los despidos masivos y de una recesión de aúpa.

- ¿El fin del euro? Los mercados actúan siempre en el cortísimo plazo, pero esa situación abocaría a Grecia a una crisis política: obligaría al Gobierno del socialista Yorgos Papandreu a convocar elecciones, con un posible vuelco electoral a favor del conservador Antonis Samarás. La derecha griega fue quien engañó sistemáticamente a la UE y provocó una crisis de la que el país tardará años en recuperarse; ahora, Samarás promete rebajas de impuestos pese al agujero fiscal: si eso se produce la bancarrota será peor aún de lo que calculan los mercados, que apuestan por una quita del 50% (Grecia pagaría solo la mitad de lo que debe). Pero ni los conservadores ni el partido de Papandreu han amenazado con salirse del euro, una posibilidad que reclama parte de la sociedad griega y que en última instancia podría provocar una implosión de la eurozona.

- Lo más probable. El recorte se aprobará, las ayudas llegarán y se activará una reestructuración suave de la deuda. Pero eso solo es posponer el problema para dar tiempo a la banca y a los países más castigados (España) a poner la casa en orden. "La deuda griega es insostenible y al final obligará a una reestructuración más dura", señala Zsolt Darvas, del think tank Bruegel. Aun en ese caso habrá graves problemas en los bancos griegos y consecuencias para la banca internacional y el mercado de deuda, pero no un momento Lehman: a diferencia de la quiebra del banco estadounidense, muy conectado con el sistema financiero global, esta vez la deuda está en manos de 30 o 40 entidades perfectamente identificadas y que han tenido tiempo para prepararse. La clave será poner diques de contención para que el contagio no afecte a España e Italia. "El riesgo de que la crisis llegue a esos dos países debe tomarse muy en serio", alerta Darvas.

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