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Reportaje:

Las verdades y las mentiras del IVA

Los expertos analizan los efectos de la polémica subida del impuesto

Lucía Abellán

La tradicional cuesta de enero tendrá este año una réplica en verano. A las subidas que suelen experimentar los principales bienes y servicios en el arranque del año se sumarán a partir de julio las derivadas del nuevo IVA. La iniciativa parlamentaria del Partido Popular para dejar en suspenso la subida del 16% al 18% ha resucitado esta semana los pronósticos más catastrofistas respecto al impacto de esa medida en una economía aún renqueante. Más allá de la coincidencia en que el aumento del IVA en plena recesión es prematuro, se han esgrimido argumentos -que el consumidor sufrirá íntegramente la acometida fiscal o que la recaudación se resentirá- más atribuibles a la esfera del mito que de los hechos contrastables.

Sólo la mitad de la recaudación del tributo proviene del tipo general del 16%
Con la subida de 1995, los ingresos crecieron, aunque menos de lo previsto
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Lo que aglutina a casi todos los expertos es la objeción a los plazos. "El Gobierno tiene razón en subir impuestos, pero todavía estamos saliendo de la recesión; se ha adelantado en exceso", reflexiona Josep Oliver, catedrático de Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona. "Como señal, se tenía que haber dejado hasta que hubiera signos de recuperación más explícitos", abunda Emilio Ontiveros, director de Analistas Financieros Internacionales. Es, además, un impuesto regresivo, pues grava igual a todos los ciudadanos, independientemente de sus ingresos. A partir de ahí, los matices se multiplican. Éstos son los principales elementos de reflexión.

- Imagen exterior. El momento de anunciar una subida del IVA ha obedecido más a la necesidad de transmitir una idea de país serio que a la idoneidad económica. Aunque el consumo esté debilitado y el Ejecutivo no logre domar el elevado desequilibrio fiscal (11,4% del PIB), los cambios fiscales tienen destinatarios claros. "Permitir que el déficit continúe en esos niveles sería irresponsable. Podría conducir a la situación de Grecia", advierte Vito Tanzi, uno de los grandes fiscalistas internacionales. El objetivo es que los inversores se crean que España está dispuesta a tomar medidas, aunque resulten impopulares. "A los mercados se les ha vendido que somos un país serio. Dar marcha atrás [en la subida] daría miedo", añade Luis del Amo, gerente del Registro de Economistas Asesores Fiscales.

- El bolsillo del consumidor. Esa mayor carga fiscal no repercutirá íntegramente en el consumidor. Diferentes sectores y empresas están anunciando que asumirán parte del incremento a costa de sus beneficios, por lo que previsiblemente el efecto no será tan brusco. Además, el IVA español tiene algo singular respecto a otros países. Sólo la mitad de la recaudación total proviene de bienes y servicios gravados con el tipo general, es decir, el que aumenta dos puntos. La otra mitad se recauda con los productos que soportan un tipo reducido y superreducido. El primero -se aplica, por ejemplo, a la vivienda nueva- pasa del 7% al 8%. Y el segundo, correspondiente a los alimentos, la prensa o los libros, permanece intacto en el 4%. El impacto, por tanto, distará de ser generalizado.

- ¿Más o menos recaudación? Uno de los argumentos esgrimidos para denostar la subida del IVA ha sido que, lejos de mejorar, los ingresos del Estado pueden menguar al elevar la tributación con la actual atonía del consumo. Pero las experiencias anteriores cuestionan esa afirmación. La subida más cercana en la mente de los ciudadanos es la que se aplicó en enero de 1995. Todos los tipos subieron un punto (el superreducido, del 3% al 4%; el reducido, del 6% al 7%, y el general, del 15% al 16%). Y aunque no mejoró tanto como previó el entonces ministro de Economía, Pedro Solbes, la recaudación avanzó casi un 6%. Cuando sí se resintieron los ingresos fue en 1993, año de recesión. Pero es que entonces, además de subir dos puntos el tipo general en agosto del año anterior, se eliminó el tipo incrementado, que gravaba artículos suntuosos, y se introdujo el superreducido para productos de primera necesidad. En realidad, el impacto global de ese reajuste del IVA fue una bajada efectiva del 10% en el impuesto, según un documento del Instituto de Estudios Fiscales (Método de análisis de la serie de IVA) publicado en 1997. Y la recaudación cayó un 11%, un poco más que el impuesto real.

Con la reforma que entra en vigor en julio, el Gobierno espera lograr 5.150 millones de euros más al año. Esa cifra corresponde a años completos, por lo que no se alcanzará este ejercicio, ya que el nuevo IVA se cobrará a partir de julio. El Ejecutivo ha previsto en sus Presupuestos arañar 1.900 millones más, una cantidad que puede resultar ilusoria si el consumo no despega.

- Gasolina para la inflación. Las anteriores subidas del IVA se produjeron en un contexto de fuertes subidas de precios, la tónica en la historia económica de España. Tanto en 1993, en plena recesión, como en 1995, año en que se asentó la recuperación, avanzaban a ritmos del entorno del 5%. Ahora, la inflación cae mes a mes y en el último año arroja una tímida evolución del 0,8%. El riesgo de un recalentamiento de precios como consecuencia del alza del impuesto es, por tanto, menor que en otras épocas.

El reto de hacer más con menos recursos

España se enfrenta a la peor crisis de su historia con menos herramientas fiscales que en otras épocas. En los últimos 10 años de bonanza económica, antes de que la recesión estallase, el país ha experimentado diferentes reformas fiscales con un solo objetivo: bajar los impuestos a los ciudadanos, una medida que el propio José Luis Rodríguez Zapatero llegó a considerar "de izquierdas". Con la carestía en las cuentas públicas, el Gobierno ha tenido que dar un giro radical a ese discurso promovido tanto por el Partido Popular como por el PSOE. Los datos azuzan: la presión fiscal ha caído casi tres puntos en un solo año, hasta situarse en el 30,4% del PIB en 2009.

Sin derrochar pedagogía aún, el Ejecutivo ha empezado a predicar las bondades de contar con recursos públicos. Tras bajar el IRPF, el impuesto de sociedades y eliminar el de patrimonio, la vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado, ha reconocido que quizá fue un error suprimir este último tributo cuando las dentelladas de la crisis eran ya evidentes, como también lo fue inyectar 400 euros del IRPF en el bolsillo de los ciudadanos. El fin de esa medida, impulsar el consumo, no se cumplió, como lo demuestra la evolución que ha experimentado la tasa de ahorro en este periodo. El porcentaje de la renta disponible que los españoles han destinado a la hucha ha subido a un máximo del 18,7%, la mayor cifra al menos desde el año 2000. Eso demuestra que la recuperación depende en gran medida de la confianza en que ésta se produzca.

Otro de los elementos que ayuda al Ejecutivo a defender la subida fiscal reside en la comparación europea. Sólo Luxemburgo y Chipre tienen un tipo general del IVA más bajo que el español, que aun con la subida al 18% seguirá estando por debajo de la media.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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