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Reportaje:

La era del encerado luminoso

La pizarra digital lleva Internet al centro de la clase - Las autonomías extienden su uso, pero aún es escaso

El encerado y la tiza son dos materiales en vías de extinción si hacemos caso a los vaticinios de los expertos en Tecnología de la Información y la Comunicación (TIC), que señalan como nueva especie dominante en la pared de una clase la pizarra digital (ordenador con un videproyector) y, un paso más allá, la pizarra digital interactiva (PDI), que permite subrayar, dibujar, tachar o cambiar de posición los elementos que se proyectan sobre el tablero, ya que éste es capaz de detectar la posición y presión de un puntero. "Supone abrir una ventana a Internet, y que profesores y alumnos compartan, expliquen y discutan trabajos y documentos, y realicen actividades de aprendizaje en grupo", enfatiza Pere Marquès, doctor en Pedagogía de la Universidad Autónoma de Barcelona, que ha investigado durante dos años (de 2006 a 2008) el potencial educativo de la PDI con 400 docentes de 60 centros de primaria, ESO y bachillerato. Y su importancia en la necesaria alfabetización digital de la escuela.

La presencia de esta tecnología en las aulas españolas ronda el 10%, según coinciden varias estimaciones, mientras que en un país de referencia como Reino Unido alcanza el 80%. Pero porque tampoco es la panacea. "Poner la PDI en el aula sin más es como colgar un cuadro, no va a cambiar nada, pero si se hace bien, si el profesor se forma, ayudará al cambio metodológico, a que el alumno participe activamente y se involucre", sostiene Marquès, que confía en la buena disposición de los docentes.

El experto defiende la pizarra digital (sin interactividad) en todas las aulas para 2012, lo que, según sus cálculos, representaría un coste de unos 40 euros por estudiante. El siguiente paso, en su opinión, sería para 2020, con la incorporación del tablero interactivo. Las PDI cuestan de 1.500 a 2.000 euros.

"¡Bajen los precios para ganar más!", pide Diego Díaz Espino, apasionado director del instituto público Schamann de las Palmas de Gran Canaria: "Las TIC son inevitables y suponen grandes cambios; creemos un supermercado pedagógico que rompa con la mentalidad de mi aula y mi recurso, dispongamos recursos para que cada cual sea lo mejor según sus posibilidades". "Pongamos la técnica al servicio de la enseñanza", añade.

La entidad pública Red.es ha instalado ya unas 4.500 pizarras digitales. "En Castilla y León funcionan 2.000, en todos los centros públicos hay al menos una; asimismo están apostando Extremadura, Valencia, Asturias, Galicia y, a partir de este año, Madrid. Aragón tiene en marcha pizarras digitales, no interactivas", enumera Jesús San Segundo, director comercial de Prodel, empresa que distribuye las PDI de Promethean. Según sus datos, en España puede haber unas 20.000, la mayoría en centros públicos.

Banderas, música y dibujos

"Yo lo sé, yo lo sé". La niña de siete años se levanta de su asiento, coge el puntero, lo coloca sobre la bandera británica y, presionando suavemente la superficie de la pizarra digital interactiva, la arrastra hasta colocarla sobre la silueta del Reino Unido. El resto de su clase de 2º de primaria corea: "Bieeeen". El ejercicio consiste en relacionar países de la UE con sus símbolos: la bandera y el himno, que sonará después.

El colegio público Luis Buñuel, en el municipio de Alcobendas al norte de Madrid, recibió su primera pizarra digital hace dos cursos; ahora tiene tres, y espera dos más. Su directora, Sagrario Peña, confía en completar su implantación en cuatro años. ¿Por qué tanto empeño? "Porque ayuda a captar y mantener la atención de los niños, que han de recabar información, buscar una foto, escanearla... El aprendizaje se hace más atractivo, interactivo y colaborativo", responde la directora, gran entusiasta de las nuevas tecnologías.

Bastante lejos de Alcobendas, en Asturias, un alumno de siete años, autista, está en el aula de logopedia del colegio de Educación Especial Latores. De repente ve un ordenador, enfila hacia él, coge un lápiz y empieza a dar con él en la pantalla. La escena la describe la logopeda, Marta Regueiro, y pone en evidencia lo mucho que ha calado la pizarra digital interactiva, que sólo lleva dos meses instalada en este centro público a unos cuatro kilómetros de Oviedo.

Los dibujos y colores de la pantalla estimulan sensorialmente, y son una de las pocas cosas que captan la atención de una pequeña con parálisis cerebral; otros dos trabajan la lectura y la escritura gracias a recursos en línea con los que se diseñan las actividades. Las nuevas tecnologías "nos han permitido propuestas didácticas e intervenciones terapéuticas porque desarrollan capacidades en un entorno lúdico y amigable", acota Regueiro.

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