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Los especialistas piden incluir la literatura juvenil en la formación de los profesores

La asignatura sólo es obligatoria para maestros de infantil, pero no de primaria ni secundaria

Carmen Morán Breña

No basta con leer: hay que saber qué y cómo se lee. Pero a los maestros y profesores no se les forma adecuadamente para que transmitan a sus alumnos las recetas adecuadas. Los maestros de los niños más pequeños reciben clases de literatura infantil y juvenil; pero la materia es sólo voluntaria para los futuros docentes de primaria y prácticamente inexistente en las enseñanzas universitarias para los que serán profesores de instituto. Y la adolescencia es una etapa clave para consolidar el amor por la lectura entre los alumnos. Por estas y otras razones, la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil ha solicitado al Ministerio de Educación que aproveche la actual reestructuración de las carreras para incluir la asignatura de forma obligatoria en la carrera de maestro de primaria y en las filologías. También en los estudios universitarios de Biblioteconomía. "Se da actualmente la contradicción de que mientras el Informe PISA y otros indicadores revelan una alarmante falta de comprensión de los textos escritos por los adolescentes españoles, así como una falta de hábito lector, los profesionales que han de corregir estas carencias no poseen la formación adecuada para ello", dice el presidente de la asociación, Antonio Rodríguez Almodóvar.

La catedrática de Literatura Infantil y Juvenil de la Universidad de Sevilla Lola González destaca el paso traumático entre la primaria y la secundaria en lo que a la lectura se refiere. "A los niños pequeños se les enseña a leer y se les arropa en sus lecturas hasta que tienen unos ocho años. Se da por hecho entonces que ya saben hacerlo por su cuenta, y ahí comienza la soledad lectora de los adolescentes. Cuando llegan a los institutos se pretende de ellos que sean literatos en chiquitito, que diseccionen el Cid Campeador o el Quijote, con sus sujetos y predicados, con su entrada, nudo y desenlace, y no se trata de eso. Hay que seleccionar bien los textos y seguir acompañándoles en la lectura, despertarles la pasión por ella", explica González.

Pero no ocurre así. España ha perdido décadas "mirando libros de santos" mientras otros países avanzaban por la literatura infantil y juvenil. "Los primeros libros que seleccionaban las editoriales", recuerda González, "eran todos traducidos de otros países". Autora de textos de este tipo, González dice que las editoriales recomiendan edades para estos libros, que, a su juicio, si están bien seleccionados y es buena literatura, son óptimos para todos, pequeños y adultos. "A veces los padres me piden libros como el que compra camisetas: 'Oiga, quiero uno para un niño rubio, que está muy alto y le gustan los delfines', me dicen". González defiende una adecuada selección de esta literatura, "que no es menor, y que debería tener una teoría, historia y crítica como las demás, como la contemporánea o la del Siglo de Oro". Y aunque le gustan otros productos que se están haciendo ahora relacionados con la lectura infantil, le preocupa que se estén abandonando los grandes clásicos: "No basta con que haya muñequitos para que sea un libro infantil. Ahora hay libros que abanican, que se hinchan, que comen, que vuelan, y no están mal, pero...".

Algo va mal

De la misma opinión es Pedro Cerrillo, catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha, quien alerta de los muchos lectores que "se pierden de primaria a secundaria". "Eso es grave y nos indica que algo mal se está haciendo". Cerrillo, director del centro de estudios e investigaciones sobre literatura infantil y juvenil CEPLI, insiste en que es necesario que los futuros maestros de primaria cuenten en su carrera con una asignatura obligatoria sobre esta literatura y también las filologías, "sobre todo la Hispánica y la Moderna". "También es literatura con mayúsculas y requiere su espacio de estudio, y es fundamental porque va dirigida a un lector que no ha acabado de desarrollarse como tal", añade.

La actual reordenación de las carreras universitarias para equipararlas con las europeas es una oportunidad, dicen, para revisar esta materia e incluirla en algunas carreras. "Para ser profesor de instituto será necesario un master especial, y esta asignatura debería estar incluida en ese curso", sugiere el catedrático de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad Complutense Jaime García Padrino.

Después habrá que contar lo aprendido a los niños en el aula.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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