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Reportaje:

La exclusión tiene muchas caras

Un informe europeo muestra cómo los inmigrantes holandeses de segunda generación son desviados masivamente a la formación profesional

Isabel Ferrer

El éxito académico es esquivo con los jóvenes holandeses de origen turco y marroquí. Salidos en su mayoría de las denominadas "escuelas negras" de primaria -con un 70% de alumnos inmigrantes- copan luego la formación profesional. En principio, dicho trayecto educativo no tendría mayor problema si no fuera porque el grueso de estos menores accede a dicha rama de la secundaria casi de forma automática. Incluso frente un expediente bueno o brillante, para los profesores suele pesar más su situación socioeconómica, y tal vez el origen, que su capacidad de llegar más lejos. El fenómeno se manifiesta también en el resto de Europa, y de ahí que se haya reunido a esta segunda generación de inmigrantes, junto con los llegados de la antigua Yugoslavia, en un estudio comparativo destinado a evaluar su integración.

Turcos y marroquíes estudian tres años más de secundaria

El proyecto lo coordina el Instituto Holandés de Estudios Étnicos y Migratorios, de la Universidad de Amsterdam, que acaba de presentar los primeros resultados a escala nacional. Los demás países participantes (Austria, Bélgica, Francia, Alemania, Suecia, Suiza y España) irán entregando sus datos a lo largo de este año. Sin embargo, a pesar de que aún es pronto para establecer las comparaciones, el trabajo holandés resulta revelador y puede resultar un espejo en el que se pueden mirar países en los que, como en España, la inmigración es un fenómeno relativamente reciente. Con 16 millones de habitantes, Holanda suma 323.000 ciudadanos de ascendencia turca, y otros 264.000 marroquíes. Pues bien, buena parte de los nacidos ya en suelo europeo y que tienen entre 18 y 35 años (un millar han participado en el trabajo), han debido estudiar una media de tres años más de secundaria que los alumnos autóctonos para obtener el mismo título de acceso a la educación superior.

Aunque el sistema educativo nacional selecciona a todos los niños a partir de los 12 años, y apenas permite saltar de la formación profesional a la secundaria preuniversitaria, su rigidez es más notoria con los hijos de inmigrantes. Una explicación posible es que necesiten mayor apoyo durante la primaria y falten medios para ello. La otra razón dada por los investigadores es poco alentadora. "Al menos la mitad de los entrevistados recibió un informe escolar menos positivo que sus compañeros, ante iguales resultados en la reválida que cierra la primaria", ha señalado Maurice Crul, uno de los expertos que han participado en el estudio. Paradójicamente, quienes logran romper el molde suelen escoger carreras como Económicas, Administración de Empresas o Derecho, con buenas perspectivas laborales. Según el estudio, "ello mejora su integración al tener ideas más progresistas que sus mayores y facilitar la emancipación de la mujer" en unos colectivos de mayoría musulmana.

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