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Reportaje:

Una familia de inmigrantes 'salva' una escuela de pueblo

La población zamorana de Fuentes de Ropel espera acoger a decenas de inmigrantes que ayuden a mantener la localidad

En Fuentes de Ropel (Zamora) tendrían que cerrar este año la escuela por falta de niños. Hay 13, y la norma pide 14. No cerrará, sin embargo. A Ramón Reyes, un inmigrante nicaragüense, le han arreglado los papeles para que pueda traer a su familia desde Chinandega, completar con dos niños la matrícula de la escuela y evitar su cierre. El vecindario, ostensiblemente envejecido -600 habitantes, el 51% con más de 50 años; el 21%, con más de 70-, lo agradece porque, de otro modo, los niños tendrían que escolarizarse y viajar todos los días a Benavente, a 12 kilómetros, y sobre todo, porque faltarían sus gritos en el aire del pueblo. Este episodio nica es el principio de la revolución demográfica que se anuncia en Fuentes de Ropel. En breve también podría avecindarse en el pueblo una treintena de familias colombianas, argentinas y búlgaras. 'Este pueblo no morirá', dice la joven alcaldesa, Jacoba Raneros (PSOE).

Fuentes de Ropel es la patria chica de Gaspar de Cepeda, conquistador y primer capitán general de Guatemala, quien dio al pueblo el patrón de su fiesta mayor: el Santísimo Cristo de las Indias. De esas mismas Indias procede Ramón Reyes, de 35 años. Llegó al pueblo hace 20 meses como un forastero absoluto, contratado en Nicaragua 'por unos gallegos', cuya única vinculación con Fuentes es su propiedad reciente de una finca en la que están plantando viñedos. Ramón es su primer operario. Fue soldado sandinista y aún lleva en el cuerpo metralla que le metió la Contra. Aquí descubrió las heladas del invierno y la soledad de todos los días. 'He llorado, claro', dice. 'Por la soledad más que por el frío. Y es que desde aquí ni sé para dónde mirar, por dónde queda mi país y mi familia', añade.

Vive solo en el caserío del monte, a unos tres kilómetros del pueblo. Reconoce el trato afable de los vecinos, aunque tampoco nadie, al principio, reparó especialmente en su presencia. Era a todas luces un extraño. Hasta que se planteó el problema de la escuela, su condena al cierre por falta de niños. Hay seis en preescolar y siete en primaria.

El pueblo tuvo dos grupos escolares con más de 200 niños, pero hace cuarenta años. También tuvo tres iglesias, de las que sobreviven dos con torres muy airosas, la una dedicada al culto, y la otra, a solaz de sus dueños; una generación anterior se la compró a la Iglesia y la transformó en casa de labranza, cuando había labranzas. Casi 50 kilómetros de viñedos y cereal. Lo determinante ahora son los subsidios y subvenciones al monocultivo cerealista. La diáspora que comenzó en los años sesenta se llevó el paisaje de majuelos y diezmó la población con paulatina persistencia. 'Esto se muere', vienen barruntando desde hace años los que quedaron.

Y la última alarma: ''¡Que nos cierran la escuela!'. La alcaldesa y los maestros, buscando un niño que reclutar, volvieron a repasar el censo y así repararon en Ramón Reyes. '¿Y este hombre, tendrá hijos?', se preguntaron.

Cuatro, a los que manda un tercio de su sueldo de 100.000 pesetas. La empresa le define como hombre serio y trabajador. Es frugal, no fuma ni le gusta el vino. Bebe zumos y está hasta el gorro de soledad. De manera que él también puso sus condiciones. No traería a su familia al monte, sino al pueblo: 'Mis niños han de ir a la escuela sin más sacrificios y no quiero que mi esposa se muera acá de purito aburrimiento y tristeza'.

Con la ayuda de todos

La empresa que emplea a Ramón Reyes, Adegas Galegas, ha dado todas las facilidades; la alcaldesa ya le ha buscado casa y varias vecinas -madres de los escolares, agradecidas- se han ofrecido a adecentársela y ponerle los primeros muebles. Cáritas podría pagar los billetes de avión de la familia. Ramón ya tiene en su poder el de ida hacia Chinandega, el próximo día 9, y el de vuelta, al mes siguiente. 'Espero que no fallen los últimos trámites'. Vendrá con su mujer y los dos críos menores, de 3 y 6 años. 'Los mayores prefieren de momento quedar con la abuelita'. La previsión es que los dos niños estén ya en su nueva escuela en el mes de febrero. Esta empresa está plantando en Fuentes de Ropel 300 hectáreas de viñedo y también construirá una bodega. Necesita una mano de obra estable, 30 operarios, que el pueblo no puede ofrecer. Los reclutará entre inmigrantes del Este y latinos. A la alcaldesa ya la han encomendado buscar seis casas habitables para treinta búlgaros. Además, están en contacto con varias familias argentinas, una colombiana. Este trajín, sin embargo, no distrae a la alcaldesa de su principal objetivo: construir una residencia de ancianos. 'Prefieren quedarse en el pueblo antes que vivir con los hijos, y hoy mismo la residencia ya sería rentable. Mañana será imprescindible', asegura Jacoba Raneros.

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