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EL FUTURO DE LAS FILOLOGÍAS

Las filologías, en el punto de mira

Los profesionales apuestan por reestructurar estas 14 titulaciones sin tener que reducirlas

Las filologías constituyen actualmente auténticas especies protegidas dentro de los estudios superiores, aseguran los expertos. Incluso, en algunos casos, son ya casi especies únicas, ya que la demanda por parte de los alumnos es muy escasa. Todo esto ha hecho que los profesionales se vean abocados a replantearse hacia dónde deben encaminarse estas titulaciones. Es decir, "cómo deben reestructurarse, sin tener que reducirse". Esta reflexión sobre las filologías se enmarca, además, dentro de la necesaria adapatación de todas las titulaciones al espacio europeo de educación superior que tendrá que llevarse a cabo antes de 2010, tal y como fija la Declaración de Bolonia.

Actualmente existen 14 filologías diferentes: Hispánica, Gallega, Catalana, Vasca, Inglesa, Francesa, Alemana, Italiana, Portuguesa, Eslava, Románica, Clásica, Árabe y Hebrea. En el curso 2000-2001 la estudiaban 52.924. Pero mientras que en Filología Inglesa estaban matriculados 20.133 alumnos y en Hispánicas 15.364, en Hebrea había 103 y en Portuguesa 201 estudiantes.

La Filología Inglesa cuenta con 20.000 alumnos, la Portuguesa tiene 200
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Literatura, lengua y entorno

Con el objeto de reflexionar acerca de estos títulos, unos 150 profesionales se reunieron la semana pasada en la I Jornada sobre los estudios de Filología ante el espacio europeo de enseñanza superior, organizado por la Universidad Autónoma de Madrid y la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA). El objetivo de esta jornada era "evitar la rumorología" en torno a la desaparición de estas titulaciones por la convergencia europea y aportar ideas, según la vicerrectora de estudios de esta universidad, Amalia Caballero.

En cuanto a cómo deben reorganizarse estos estudios, los profesionales tienen distintos puntos de vista. Uno de ellos es la propuesta que que hace el catedrático de la Real Academia Española Francisco Rodríguez Adrados, que, aunque está de acuerdo en reducir la multiplicidad de cursos y enseñanzas, está en contra de un plan unitario. "Hay un término medio. Soy partidario de las agrupaciones de materias en cinco o seis titulaciones con un amplio núcleo de materias obligatorias. Además, no deben ser compartimentos absolutamente estancos, debe haber materias de una titularidad que entren también, aunque de forma menos exhaustiva, en otras ", señala. Y apunta que en los posgrados podrían abordarse áreas lingüísticas específicas de varios tipos: los más directamente ligados con las humanidades, o para la teoría literaria, o para el español para extranjereos, o para la traducción.

Otros, como el vicerrector de doctorado y formación continua de la Universidad Autónoma de Barcelona, Joan Gómez Pallarés, apuesta por una "gran transversalidad y una carga de materias troncales comunes". Señala que la especialidad mayor debería darse en el posgrado oficial, y no en el grado.

Mientras, para el catedrático de Filología Catalana y ex rector de la Universidad de Girona, Josep Nadal, esta reestructuración debería enforcarse a "construir unos planes de estudio donde prime lo filológico común frente a lo nacional distintivo". Y explica que esto "sólo será posible" con una entrada única y un bloque de contenidos común que abordase tanto habilidades como conocimientos humanísiticos e instrumentales y conocimientos lingüísticos-literarios.

De esta postura difiere la decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá de Henares, Mercedes Bengoechea. "Hablar de contenidos comunes significa volver a la consideración del foco clásico mediterráneo y eurocéntrico del mundo. Y mientras no lleguemos a la lamentable sociedad descrita por George Orwell en la novela 1984, mientras el mundo esté formado por sociedades diferenciadas con culturas y lenguas diferentes, los estudios de tales lenguas y civilizaciones deben ser plurales. Un estudio monolítico iría contras la ciencia, contra el saber y contra el mercado". Y lo explica con un ejemplo: "Si un empleador va a establecer vínculos comerciales con los países árabes, o si una editorial desea traducir una obra escrita por un novelista árabe, no buscan a alguien que tenga conocimientos de latín y griego, del arte barroco europeo o de la escolástica medieval y sepa sólo un poco de la lengua árabe".

En lo que sí coinciden la mayoría de los expertos es en rechazar los criterios economicistas para mantener las filologías. Gómez Pallarés explica que no se puede programar y defender tan sólo aquello que tiene gran demanda y es rentable. "Incluso aunque no hubiera demanda, cosas tan imprescindibles como el conocimiento de la propia lengua y literatura siguen formando parte imprescindible de nuestro colectivo".

Josep Nadal explica que la pérdida de valor social de las filologías y, por tanto, su menor demanda se debe a una "fragmentación excesiva" de estas titulaciones y a una "especialización profesional excesiva", pues "muchos piensan que los estudiantes de Filología sólo tiene dos destinos: o bien la enseñanza universitaria y la investigación, o bien la enseñanza secundaria".

Estudiantes en la Facultad de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid.
Estudiantes en la Facultad de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid.RICARDO GUTIÉRREZ

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