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Reportaje:El patrimonio histórico de las escuelas

Los huesos del conserje

Un instituto cordobés con tres siglos de antigüedad alberga un museo de historia natural

Manuel Planelles

Cuentan que uno de los conserjes del Real Colegio de Estudios Mayores de la Limpia y Pura Concepción de Cabra (Córdoba) donó su cuerpo a la ciencia en el siglo XIX. Su esqueleto lo han visto los miles de alumnos que han pasado desde entonces por este centro, que hoy es un instituto público. Los huesos del conserje presiden la entrada de la clase de Ciencias, que, a la vez, es un Museo de Historia Natural. El Instituto de Enseñanza Secundaria Aguilar y Eslava de Cabra (Córdoba) es una clase de historia de 4.000 metros cuadrados. Tres plantas, 34 aulas y más de tres siglos de antigüedad tiene este centro.

A los 632 alumnos que estudian hoy allí les da la bienvenida cada mañana una portada renacentista.En el interior la cristalera de la entrada mantiene los colores republicanos. En el rellano de la primera planta encuentran una cátedra de hace tres siglos en la que se sentaban los docentes para impartir las clases.

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El centro comenzó a funcionar como tal en 1692. Un rector, un catedrático de arte y una decena de colegiales fueron los primeros en impartir y recibir clases allí. Se llamaba Real Colegio de Estudios Mayores de la Limpia y Pura Concepción. Nació gracias al impulso del egabrense Luis de Aguilar y Eslava, quien dejó en su testamento su voluntad (y su dinero) para crear un centro en el que "12 colegiales naturales de dicha villa de los más pobres, virtuosos y sabios" pudieran estudiar. Desde entonces, ha funcionado interrumpidamente como una institución de enseñanza. Solamente durante "tres o cuatro años", en el reinado de Fernando VII, estuvo cerrado, según el actual subdirector, Salvador Guzmán.

El centro evolucionó hasta que se convirtió en Real Colegio de Humanidades en 1877. Luego pasó a ser instituto público y en 1973 desapareció el internado, que hasta entonces dependía de la Fundación Aguilar y Eslava, creada en 1679. La fundación, propietaria del edificio, aún perdura. El director del centro, Francisco Ortiz, es el vicepresidente y Salvador Guzmán, el subdirector del instituto, es su presidente.

Tres siglos de antigüedad han permitido acumular abundante material didáctico. El instituto cuenta con su propio Museo de Historia Natural y con cientos de los instrumentos que se utilizaban para impartir clase. Las primeras referencias al museo aparecen en 1864. Hoy se conserva parte de aquel legado: probetas, microscopios de más de 100 años, ruecas, hornillos de laboratorio, colecciones de fósiles, animales disecados. Los alumnos y los profesores se encargan de su mantenimiento.

Guzmán y Ortiz explican que han conseguido una ayuda de la UE para rehabilitar parte del centro y adecentar el museo, que tiene humedades en el techo. Hasta 180.000 euros podrán recibir.

La biblioteca aloja 5.000 volúmenes históricos y hay un archivo casi intacto con expedientes académicos de ilustres alumnos como Niceto Alcalá-Zamora, presidente de la II República, que celebró un Consejo de Ministros en el centro.

Los alumnos del instituto Aguilar y Eslava observan el esqueleto del conserje del siglo XIX.
Los alumnos del instituto Aguilar y Eslava observan el esqueleto del conserje del siglo XIX.F. J. VARGAS

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.

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