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Reportaje:Comienza la final de la NBA

El verdugo de LeBron reta a Gasol

Dwight Howard, una fuerza de la naturaleza en Orlando, es el gran crucigrama para los Lakers

Robert Álvarez

LeBron James y Kobe Bryant cara a cara y un titular que viene a decir "¡Quién lo conseguirá!". Ésa es la última portada de la revista Slam. Y eso es lo que estaba en la mente de la prensa, de los entendidos y de la afición hace apenas una semana. Pero deprisa y corriendo, todos, empezando por la propia máquina organizativa y propagandística de la NBA, han tenido que corregir el tiro. No hay que ir muy allá para saber quién es el culpable: Dwight David Howard, Superman para los amigos y conocidos desde que se disfrazó en su primer triunfo en el concurso de mates con el traje con la S en el pecho. El Niño Milagro, como le llamaron nada más nacer después de que su madre Sheryl hubiera tenido siete abortos no deseados, es el hombre que ha revolucionado la final predestinada entre Lakers y Cavaliers, entre Kobe y LeBron, otra vez el rey sin corona. Howard se la arrebató metafóricamente con un tapón marca de la casa con el que culminó la paliza que les atizaron los Magic en el sexto partido de la final del Este (4-2 para el equipo de Orlando frente a Cleveland) y arrambló con el conjunto con más victorias del año, los Cavaliers, y con el jugador más publicitado.

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Los Lakers están sobre aviso ante la gran final de la NBA contra Orlando que comienza esta madrugada (03.00, Canal +) en Los Ángeles. De hecho, Pau Gasol había sido uno de los poquísimos, sino el único, que había vaticinado que Orlando, el equipo de Howard, iba a estar en la final. Se lo debía de oler Pau tras los dos duelos directos en la fase regular, ambos ganados por los Magic, en ambos con Howard sumando más puntos y rebotes (43 y 32) que Bynum y Gasol juntos (41 y 20).

A sus 23 años, Howard lleva camino de erigirse en el nuevo Shaquille O'Neal de la NBA, un pívot nato, rodeado de grandísimos jugadores como Turkoglu y Rashard Lewis, pero el más decisivo de los últimos años. Lo malo, ahora, es lo que certeramente apunta un pívot legendario, Wilt Chamberlain, al comparar el carisma de Kobe y LeBron con el que pueda tener Howard: "Nadie quiere a un Goliath".

Howard, más que un Goliath, es un coloso biónico. Comparte algunas características con los grandes de todos los deportes en los tiempos que corren: asombrosamente rápido y coordinado para su físico (mide 2,11 y pesa 120 kilos), intuitivo y descomunal en el rebote (salta un metro en vertical sin coger carrerilla) y precoz, muy precoz. Nacido de una familia profundamente cristiana y deportista, su padre, además de trabajar en el Servicio de Carreteras del estado de Georgia, era el director deportivo de la Universidad Sureste de Atlanta, y su madre había jugado al baloncesto.

Su precocidad empezó en el colegio, pero se aceleró en el Instituto Cristiano de Atlanta cuando, siguiendo el proceder de su ídolo, Kevin Garnett, dio el salto a la NBA sin pasar por la Universidad. Lo eligieron los Magic en el primer puesto del draft de 2004. A partir de ese momento todo se aceleró si cabe aún más. Ese mismo año se convirtió en el jugador más joven en la historia de la NBA que hacía un doble doble, en el más joven en promediar al menos 10 rebotes y 20 puntos por partido, en el primero que, saliendo directamente de la high school, empezó como titular los 82 partidos de la temporada.

Y el pasado mes de abril fue elegido el mejor defensa de la Liga, premio que, por supuesto, nadie había conseguido con apenas 23 años. Las comparaciones con O'Neal fluyen por sí solas. En 1995, con Shaquille en sus filas, llegaron los Magic a la final por primera y única vez hasta ahora. Era su tercer año en la Liga y su fisonomía, sin tanto peso como ahora, era mucho más parecida a la de Howard, que cumple su quinta temporada en la NBA. Dos pívots natos, dos terrores en la zona. Y no tanto, pero también en la estela de O'Neal, ha tenido su talón de Aquiles en los tiros libres. En los play offs ha demostrado su mejoría elevando en casi un 6% su acierto, ahora en el 64%.

En sus progresos tiene mucho que ver otro ex pívot dominante de la Liga, Pat Ewing, ayudante de Stan Van Gundy, al que criticó en público por no haber ordenado que le pasaran más balones dentro de la zona en el quinto partido que perdieron ante los Celtics. Howard, casado con Royce Reed, cheerleader de Orlando en 2006 y de Miami en 2007, no responde al estereotipo de jugador fuerte y abusón en la cancha, donde se distingue por su sempiterna sonrisa. A veces, hay quien la confunde con la sonrisa desdeñosa del poderoso, capaz de meterle en un buen lío al mismísimo Phil Jackson. "Tenemos un equipo con jugadores altos que pueden contener a Turkoglu y Lewis. Pero no sé quién puede parar a Howard. Es un portento en la zona", concluye el entrenador de los Lakers. El anillo, la gran meta de Gasol tras la final perdida del año pasado, pasa por frenar a Howard. En gran medida, de Pau depende.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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