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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

La máquina ni vuela ni frena

Cancellara gana y ya es líder sin forzar y Sánchez recorta tiempo para el triunfo final

Ni el viento, ni la lluvia ni el riesgo de caídas frenan a la máquina. Hasta se permite equivocarse en la última curva y salir por el otro lado de la isleta. Se puede permitir todo y un poquito más. Fabian Cancellara es la máquina y ayer lo demostró en el circuito urbano de fórmula 1 de Valencia, corriendo incluso con cierta prudencia, para ahorrarse sorpresas que pudieran accidentar su última meta, el Mundial de Mendrisio, en el que no tendrá la oposición de Alberto Contador, el único que le ha ganado este año en la lucha contra el cronómetro.

Ganó la máquina a los hombres, como estaba previsto, y se enfundó el maillot amarillo probablemente por última vez en la Vuelta. Si sigue, no obstante, la máquina se subirá al podio otra vez en Toledo en la última contrarreloj. Ayer era su etapa y la ganó sin pisar a fondo, sin volar, sencillamente corriendo con esa cadencia de pedalada más regular que profunda, porque era su obligación y porque le ponía la resonancia de Valencia "tras la Copa del América y el Mundial de fórmula 1, lo que añadía una nueva motivación".

Al pie de la montaña, el asturiano, Valverde y Evans 'empiezan' de nuevo juntos

Ganó Cancellara porque tenía que ganar su guerra particular. Y ganó Samuel Sánchez, de entre los favoritos, la primera batalla psicológica. Anduvo el asturiano algo despistado en Holanda, donde cedió 18 segundos, pero ayer se apretó al manillar y sin perder la compostura, es decir sin arriesgarse más de lo necesario, fue el mejor de los señalados para el triunfo final. Prácticamente, revertió lo ocurrido en Holanda con sus 15 segundos a Evans, 18 a Valverde y 25 a Vinokúrov. Puso las cosas en su sitio, en el punto de partida, un día antes de que la montaña adquiera su gran protagonismo con siete puertos entre Alzira y el Alto de Aitana.

Fuera de sitio quedaron sobre todo dos presuntos candidatos. El holandés Gessink no hizo una mala contrarreloj para sus condiciones, pero cedió 46 segundos a Sánchez. Peor parados salieron Iván Basso, que le otorgó 56, y Mosquera, que, fuera de su terreno y aún dolorido, concedió 1m 32s al líder del Euskaltel.

La lluvia y el viento se aliaron con el avistamiento de la montaña, lo que obligaba a un exceso de precaución. Gastar las fuerzas justas era una máxima que cumplieron, cada uno a su nivel, Cancellara, el ganador, y Jerome Vincent, el último clasificado. La lluvia fue pertinaz, que decía aquel dictador chiquitín, y el viento se ponía casi de cara en el trayecto de vuelta del recorrido. Por eso los tiempos variaban en los pasos intermedios, según fueran antes o después de aquella curva de 90 grados, y a algunos se les hizo interminable. Otros, más inesperados, la negociaron con éxito, como el vizcaíno David Herrero, del Xacobeo, o el bielorruso Kyryenka, del Caisse d'Épargne, cuarto y quinto respectivamente. Otros la negociaron con dolor, como el belga Tom Boonen, que se cayó cuando llevaba unos registros magníficos. Y otros, con rabia y mala suerte, como el italiano Bennati, que pinchó cuando iba galopando por el circuito.

El viento, además, pareció más fuerte cuando todos los favoritos participaron. Bueno, todos menos Andy Schleck, que salió mucho antes por su tiempo perdido en etapas precedentes.

Todo, pues, volvió a su sitio en Valencia, una semana después de que la cosa arrancara en otro circuito, el de Assen, donde también llovió, más que ayer, pero donde hizo más calor en las gradas, ayer vacías y entonces repletas. Sánchez, Valverde y Evans comienzan prácticamente juntos de nuevo con Vinokúrov, Basso y Gessink un poco por detrás. Pero hablar de segundos cuando aún resta toda la montaña de una Vuelta con bonificaciones en la meta parece una filigrana analítica.

Si acaso, hilando fino, Samuel dejó un mensaje a sus rivales sobre su estado de forma, un mensaje más subliminal que explícito. Valverde demostró sus dotes de pronosticador cuando dijo que entre ellos no habría grandes diferencias. Evans vino a transmitir que no es aquel errabundo ciclista del Tour. Y Basso sigue siendo un crucigrama sin resolver. Hilando gordo, con lana, Cancellara demostró que la máquina tiene muchas versiones, pero todas ganadoras.

Fabian Cancellara, durante la contrarreloj de Valencia.
Fabian Cancellara, durante la contrarreloj de Valencia.REUTERS

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