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Reportaje:vida&artes

Cuando las conquistas son demasiado frágiles

¿Hubo machismo en Rajoy o victimismo en Salgado? - PP y PSOE se acusan de sexismo - La vicepresidenta recibe cartas de apoyo

Gabriela Cañas

Muy pocos políticos del mundo moderno, a excepción hecha de Silvio Berlusoni, se atreven a exhibir actitudes machistas o racistas. El debate de los Presupuestos Generales de esta semana ha suscitado una llamativa polémica sobre el supuesto machismo político del jefe de la oposición Mariano Rajoy en sus réplicas a la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Economía Elena Salgado, la primera mujer que ocupa tan alto puesto en la historia de España.

La tormenta la desató la propia Salgado cuando el martes, al salir del hemiciclo, respondió a los periodistas: "Lo que sentí fue retroceder a este país en 50, 70 u 80 años. Los atavismos, entiendo que hay a quien le resulta difícil desprenderse de ellos. Pero, en fin, estas cosas pasan en la derecha".

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Elena Salgado asegura, tres días más tarde, que no pensaba tanto o sólo en el machismo sino en el estilo bronco y en las formas antiguas de la intervención de Rajoy. Y, en todo caso, asegura, ha recibido más de 30 cartas de ciudadanos que vieron el debate y que sí percibieron un cierto machismo en las palabras del veterano político.

Los hechos transcurrieron así el martes 20 de octubre. Salgado subió a la tribuna del Congreso por segunda vez para responder a Rajoy. Las risas, los aplausos, las protestas y los abucheos obligan al presidente del Congreso a interrumpir su exposición hasta cinco veces. Cuando termina, Rajoy inicia su turno de réplica:

-Señora vicepresidenta, quiero decirle una cosa, sí no tengo nada contra usted y además no la responsabilizo de la política económica (rumores y aplausos en el hemiciclo). Responsabilizo de la política económica al señor Rodríguez Zapatero.

Más adelante, Rajoy asegura que no pone en duda la credibilidad de Salgado, sino la del presidente del Gobierno y termina su réplica con las siguientes palabras:

-Señora vicepresidenta, mejor dicho, señor presidente, tiene que retirar esta chapuza, porque ésta es letal para los intereses de las clases medias y trabajadoras españolas.

Elena Salgado, con voz insegura, acusa el golpe:

-Señor Rajoy, también esta vez ha sido previsible (encendido aplauso de la bancada popular) (...). Mucho adjetivo y poco argumento sustantivo y, desde luego, una extraordinaria falta de respeto. Sí, señor Rajoy (vítores y aplausos).

¿Hay machismo político en este enfrentamiento dialéctico? ¿Fueron tan broncos y tan llenos de descalificaciones los debates pasados cuando en la pelea dialéctica sólo había hombres?

El 22 de octubre de 2002, el entonces ministro de Hacienda Cristóbal Montoro hizo, como es norma, una larguísima exposición sobre su proyecto de presupuestos. Cuando el jefe de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, tomó la palabra ni siquiera se dirigió a él.

-Muchas gracias, señora presidenta (del Congreso). Señor Aznar, es verdad que, después de tantas invitaciones a hacer este debate, podía haber sido coherente...

Tras su intervención, Montoro tomó de nuevo la palabra y fue interrumpido hasta ocho veces por los abucheos y las protestas de la bancada socialista.

En octubre del año pasado, durante el último debate presupuestario de Pedro Solbes como ministro de Economía y vicepresidente del Gobierno, Rajoy también se dirigió en multitud de ocasiones directamente a Zapatero como último responsable del proyecto. "...Yo no hubiera hecho las cosas así", dijo Rajoy tras el preámbulo de su primera intervención. "Señor presidente, ha perdido usted una oportunidad preciosa para mostrarse menos soberbio". A partir de ahí, sin dar mayores explicaciones sobre quién es el responsable del proyecto de ley, Rajoy se dirigía a partes iguales, como ha hecho ahora, tanto al presidente del Gobierno como al responsable de Economía, con las descalificaciones habituales de estos debates. "Señor Solbes, es que no ha dado usted una. ¿Cómo vamos a confiar en usted?".

Para el Partido Popular, tachar de machista el trato que Mariano Rajoy deparó a Salgado es desconocer la tradición parlamentaria. El debate de los Presupuestos es bronco desde hace muchos años. La oposición perdió la votación, pero da por sentado que ganó el debate frente a una Salgado poco fajada, dicen, en estas lides. Mariano Rajoy había leído atentamente la entrevista del ex ministro de Felipe González Carlos Solchaga publicada días antes en la que critica a Zapatero de presidencialista y de tener ministros que, en realidad, son secretarios. "Levantó el pie porque se temía lo que podía pasar", aseguran de Rajoy en el PP. Intentó, en definitiva, no ganar por KO a la vicepresidenta en su primer debate presupuestario. ¿Es también machista tal actitud? Los políticos saben que las victorias aplastantes no siempre son buenas y, desde ese punto de vista, también es una táctica habitual medir los niveles de derrota. Pero la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, se ocupó de avivar el fuego. En una entrevista en Antena 3 puso un ejemplo hiriente al asegurar que Rajoy intentó no ser muy agresivo para evitar similitudes con casos en los que "un chico le pega a una chica en el colegio".

Sus palabras han caído como una bomba en el Partido Socialista, pero no sólo. "Eso sí que es machismo", dice Salgado, una opinión a la que se suma Rosa Díez, de Unión, Progreso y Democracia, que, sin embargo, no percibió como machista la intervención de Rajoy.

Sobre lo ocurrido en el Congreso hay disparidad de opiniones. El PP niega que Rajoy haya sido machista y ni él ni Cospedal quieren insistir en este asunto. Además de Rosa Díez, tampoco Josep Antoni Duran i Lleida (de Convergència i Unió) percibió una actitud discriminatoria. Ni siquiera algunos diputados socialistas vieron tal cosa en el debate.

En el lado contrario se sitúa la oficialidad del PSOE. La secretaria de organización Leire Pajín no ha dudado en aludir al género de la ministra para explicar el tono faltón y despectivo de Rajoy. Ana Orantes (Coalición Canaria) o Gaspar Llamazares (Izquierda Unida) también percibieron cierto machismo en la actitud de Rajoy, si bien ayer Llamazares se negó a insistir sobre ello.

Al margen de las opiniones, este altercado pone en evidencia la todavía frágil posición pública de las mujeres. Porque como un boomerang, es la propia Elena Salgado la que ha salido, por el momento, más perjudicada. La portavoz del grupo popular, Soraya Sáenz de Santamaría, vio el filón de inmediato y atacó a la vicepresidenta segunda del Gobierno por escudarse en su condición femenina. La también popular Celia Villalobos lo explica con más detalle. "La prueba de que no hubo machismo es que las diputadas socialistas no protestaron ni abandonaron el hemiciclo como han hecho en ocasiones anteriores. El problema es que Salgado defendió mal unos presupuestos en los que no creía y no puede echarle la culpa a nadie y no es por falta de experiencia parlamentaria. Es una mujer dura que siempre se ha sabido defender bien. Ella es la machista por aludir a su condición femenina".

También algunos medios y columnistas de la derecha se han aprestado a condenar a Salgado, recordando que es una mera "subalterna" de Zapatero, además "fruto de una cuota". Y para Rosa Díez flaco favor ha hecho la vicepresidenta al feminismo con una muestra de debilidad que ya no procede al explicar que para el año que viene se preparará mejor para un debate tan bronco. "El tono faltón y bronco es criticable, pero independendientemente de que éste se utilice contra hombres o mujeres. Para mí fue una sorpresa encontrarme con este debate sobre el machismo al día siguiente. Elena Salgado no necesita ir de víctima".

En un mundo en el que cada palabra se mide y en el que predomina lo políticamente correcto, las expresiones machistas han pasado a mejor vida. En su lugar quedan actitudes difíciles de medir. Como la propia Salgado ha dicho alguna vez, las mujeres en la vida pública están expuestas a un mayor y más crítico escrutinio público. Medir los propios pasos es esencial, como bien demuestra este último altercado parlamentario.

Uno de los diputados más jóvenes, el socialista Eduardo Madina, cree que en la vida política en general hay una inercia estructural que tiene comportamientos machistas, pero que afortunadamente y a pesar de todo se ha interiorizado el discurso de la igualdad.

La vicepresidenta Salgado afrontó un agrio debate para la aprobación de los Presupuestos Generales de 2010.
La vicepresidenta Salgado afrontó un agrio debate para la aprobación de los Presupuestos Generales de 2010.EFE

Escotes, disfraces y puestas de largo

- En 1996 el secretario de Estado de Comunicación de Aznar, Miguel Ángel Rodríguez, dijo que al cumplir la Constitución 18 años podría decir que si fuera mujer se vestiría de largo y si fuera hombre iría a votar.

- El presidente de honor del Partido Popular, Manuel Fraga, dijo en 1997 sobre la diputada socialista Clementina Díez: Lo único interesante que esa señora exhibió fue su escote.

- Las diputadas del PSOE abandonaron el pleno tras escuchar indignadas las palabras del entonces portavoz del PP Eduardo Zaplana, que le dijo a la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, que acababa de volver de un viaje a Mozambique donde se fotografió ataviada como las mujeres del lugar: Usted, que es tan aficionada a disfrazarse de vez en cuando, le pediría que, aunque solamente fuera un día, se vistiera de vicepresidenta.

- En 2006, el ex presidente José María Aznar le dedicó un libro a una periodista, pero en vez de contestar su incómoda pregunta le regaló el bolígrafo introduciéndoselo en el escote.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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