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"Calderón tenía mucho morro y era muy travieso"

El Festival de Almagro estrena de la Compañía Nacional de Teatro Clásico 'Las manos blancas no ofenden', con dirección de Eduardo Vasco, junto a otros títulos del gran renovador del teatro

Como ocurre no sólo en el de Almagro, sino en la práctica totalidad de los festivales de teatro clásico, Calderón es una de las estrellas de cartel de manera permanente. Compite con Shakespeare, Tirso, Molière y detrás muchos otros, a veces merecedores de ese primer plano, pero que tuvieron la mala suerte de ser contemporáneos de ellos y por tanto fagocitados por los estrellones. Además lo que sí está claro es que no hay nada que haga pensar que puedan ser desbancados de sus primeros puestos. Ni por ahora ni en un futuro.

De todos ellos hay buenas muestras en esta 31 edición del festival manchego que ha contado desde el primer día de programación con el último Calderón de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC): Las manos blancas no ofenden (hasta el 6 de julio) al frente del cual se ha puesto Eduardo Vasco, quien todos los años es responsable de una puesta en escena de esta compañía que dirige hace un lustro. No es el único calderón del festival.

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Casa con dos puertas mala es de guardar (desde hoy hasta el día 6), es una obra que revisita el director Manuel Canseco con su compañía y la versión de Juan Antonio Castro. En La devoción de la cruz (del 10 al 12 de julio), encontramos un texto fascinante e incomprensiblemente apenas representado que cuenta con dirección de Carlos Álvarez-Ossorio. Life is a dream (La vida es sueño el 19 de julio) es un proyecto internacional, dirigido por Cecil Mackinnon, que se presentó en el año pasado en Naciones Unidas con motivo del Día Internacional de los Derechos Humanos y en el que el texto ha sido adaptado de manera que se pudiera encuadrar dentro de los conflictos y violaciones actuales de esos derechos. Todo ello sin olvidar que la actriz Catherine Salviat, uno de los pocos miembros honorarios de la Comédie Française, tienen previsto contar con Calderón en su selección de textos que conforman el recital que dará en el Corral de Comedias (7 de julio en francés con sobretítulos en español). También se podrá ver una versión escenificada del auto sacramental La paz universal o El lirio de la Azucena, con música de José Peyró y puesto en pie por la Compañía Antiqua Escena.

Eduardo Vasco ha elegido Calderón por partida doble para sus dos últimos trabajos con la CNTC cuyos estrenos se han producido en poco más de seis meses. El anterior fue El pintor de su deshonra.

Vasco piensa que el que estas dos piezas no hayan sido merecedoras de puestas en escena durante siglos se debe a que hay una cierta inercia a fiarse de lo que ha pasado con generaciones anteriores: "En ese sentido se ha mantenido el canon, y a partir del siglo XIX, es el romanticismo, no sólo español sino europeo, el que hace una selección con respecto a lo que es Calderón y es entonces cuando este autor queda representado por una serie de títulos, y no otros, y eso es lo que estamos revisando ahora", comenta el director quien no oculta que son títulos difíciles de montar.

Insiste mucho en que no se pierda de vista que Calderón era el autor de las nuevas corrientes escénicas del barroco: "Era el más moderno con diferencia, para su época es el más transgresor, pero no podemos compararle a ningún autor de hoy porque es mucho más completo, no olvidemos que hace drama de honor, comedias de capa y espada, comedia burlesca, de vidas de santos, mitológicas, esa variedad de géneros es impensable en un autor de hoy", señala Vasco quien ha contado para el vestuario con Lorenzo Caprile, por suerte para la escena española definitivamente instalado en el teatro.

También tiene claro Vasco que el autor en Las manos blancas no ofenden airea todo su poderío: "Hay que tener en cuenta que él tenía la cabeza metida en el teatro todo el día y mientras Lope presumía de escribir comedias en cinco días, lo que hace Calderon es coger el sistema de Lope y darle otro aire, más italiano y cortesano y en este texto incluso encontramos exceso de exhibicionismo, pero es que se trata de una comedia escrita para la gente con la que se pasa todo el rato y tiene que demostrar muchas cosas, su osadía, su conocimientos del oficio, su modernidad y dejar claro que es el gran autor del resorte dramático...", y añade contundente entre risas, "vamos que tiene un morro que se lo pisa, es un autor con mucha desfachatez, en Calderón te encuentras toda la frescura y a un autor muy travieso, algo que choca con ese Calderón tan rígido que nos han vendido habitualmente".

El montaje de Las manos blancas no ofenden, en el que intervienen un puñado de buenos actores, entre los que destacan Joaquín Notario, Pepa Pedroche y Motse Díez, el director lo inició como una comedia de capa y espada y se dio cuenta que ese texto no es una comedia: "Tiene códigos totalmente distintos, como es la utilización de la música [interpretada en directo por un arpa y un violín y cello barrocos], o la estilización de los personajes cortesanos, cosas que te llevan a otro sitio muy distinto, muy alejado de la comedia urbana, que es la de capa y espada", sostiene Vasco quien tiene claro que el mundo de esta pieza es mucho más hedonista, idealizado. "La clave de todo está en el receptor, es una obra que no está hecha para el público del corral, sino para otro más selecto y con un paladar mucho más desarrollado, estamos ante un teatro que es casi la puerta que abre lo que va ser el gran teatro de la maquinaria, de corte, es la misma puerta por la que entra la zarzuela, por eso era el gran innovador".

Para hablar de esta insistencia en Calderón, Vasco empieza recordando el 2000, cuando se celebró el cuarto centenario del nacimiento del autor. "Hubo un hartazón en el año Calderón y se hizo una gran muestra, pero de los títulos más conocidos, por lo que en esa visión que era tan completa faltaban obras que desde ciertos puntos de vista pueden ser fundamentales a la hora de lanzar una mirada sobre este autor", señala Vasco quien no ignora que tanto a El pintor de su deshonra como a Las manos blancas no ofenden la crítica y los expertos las señalan, de manera casi unánime, como obras esenciales del autor, a pesar de lo cual desde hace siglos no se han llevado a escena: "Siempre hay que estar jugando con ese eterno problema que además tenemos de manera muy acusada en España, ya que en otros países están hablando de un patrimonio, en lo que se refiere a teatro clásico, de una cien obras y nosotros podemos estar hablando de unas mil, pero desde luego tengo claro que era una buena deuda por cubrir con Calderón".

Manuel Canseco, otro director amante de Calderón y veterano de este festival ha llegado con una obra que revisita treinta años después de triunfar con ella, Casa con dos puertas mala es de guardar. Ahora ha recuperado la versión de Juan Antonio Castro en la que hay un guiño cómplice hacia lo calderoniano.

"Entonces no desacralizaba el respeto reverencial con el que se venía tratando la puesta en escena de los clásicos y fue apasionante embarcarnos en la aventura de popularizarlos y hacerlos asequibles", señala Canseco quien ha contado en el reparto con Alejandra Torray, Alberto Closas, Miguel Foronda y Candela Rabal, entre otros.

El montaje, que inaugura un nuevo espacio en Almagro, La casa de los Miradores, tiene como gran virtud, según Torray, que la versión hace de la comedia que esté viva y sea asequible: "Afortunadamente para nosotras, las damas no son ñoñas", a lo que añade el director: "Es que Castro hace una ruptura y las actrices hablan como tales, riéndose de la mojigatería, en cualquier caso lo que habría que destacar es el valor que la mujer tiene, ellas son las que enredan, ellos sólo se ven empujados dentro de los armarios y despreciados porque ellas llevan la voz cantante".

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