La crisis viaja a Mallorca

Mallorca y Recreativo compartieron ayer nervios, esperanzas y, sobre todo, empanada defensiva. La que permitió que, en la primera mitad, casi cualquier llegada a las inmediaciones de las áreas acabarairremediablemente, en gol. Los centrales de uno y otro bando depusieron las armas nada más comenzar, lo que facilitó el festín de los hombres en punta.

Nadie vigiló la marca de David Navarro a la salida de una falta botada por Arango, ni la de Marcos Rubén cuando trazó una diagonal para recibir de Camuñas. Con un leve acelerón, Arango y Jurado descolocaron a sus oponentes en el segundo tanto de los locales. Y el Recre volvió a marcar gracias a que la zaga balear prefirió quedarse reclamando un fuera de juego inexistente, en vez de cubrir los huecos.

En este duelo de carencias, pescó mejor el que más lo necesitaba. Y con mucho mérito. En una situación límite, los andaluces mantuvieron la calma, devolvieron cada golpe y, llegado el momento, echaron el resto para ponerse por delante. El Mallorca, técnicamente superior, sucumbió a la presión al verse por detrás en el marcador y ni los cambios -Aduriz, Varela, Trejo- pudieron tirar del equipo. Todo ello sirvió para que una afición soliviantada con el surrealista e interminable proceso de venta del club acabara abroncando con ganas al todavía presidente, Vicente Grande.

Mucho tiene que reflexionar Gregorio Manzano sobre un conjunto que está en caída libre desde hace seis jornadas y que, dentro de pocas fechas, se medirá a los cocos de la Liga. El Recreativo llegaba a la isla con un balance de seis goles en trece jornadas, y tuvo bastante con cuarenta y cinco minutos para marcar tres más. Las cifras cantan. Si no espabila, el Mallorca es, hoy por hoy, un serio candidato al batacazo.