Barral y Carmelo la toman con el Valladolid
El Sporting estuvo a punto de pagar cierta frivolidad, al recrearse en su superioridad, con un empate que hubiese puesto de uñas a su afición. Con 2-0 y un jugador más, el equipo gijonés se cansó de fallar oportunidades. Marcó García Calvo en el 87 y la gente se puso a temblar. Y no sólo de frío.
En cuatro días, Carmelo y Barral le han amargado la vida al Valladolid, con la ayuda inestimable de una defensa impropia de un equipo entrenado por Mendilibar. Todo el rigor y la solidez que se le supone a un equipo del técnico vasco quedaron en entredicho en su doble visita a Gijón.
El miércoles, en la Copa, las rotaciones invitaban a pensar en un Valladolid de circunstancias. Pero ayer, con los teóricos titulares, todo siguió igual. O peor, ya que el Sporting no jugó con tanto empuje. Ni siquiera García Calvo dio sensación de solvencia y Barral lo aprovechó a la primera.
Sporting 2 - Valladolid 1
Sporting: Sergio Sánchez, Sastre, Iván Hernández, Neru, Canella, Diego Camacho, Michel, Luis Morán (Maldonado m 72), Carmelo (Lora m 81), Diego Castro y Barral (Bilic m 64).
Valladolid: Justo Villar, Luis Prieto, Iñaki Bea, García Calvo, Marcos, Álvaro Rubio, Canobbio (Goitón m 45), Vivar Dorado, Pedro León (Aguirre m 64), Victor (Óscar Sánchez m 37) y Sesma.
Goles: 1-0, m.18: Carmelo. 2-0, m.35: Barral. 2-1, m.88: García Calvo.
Árbitro: Pérez Lasa, del Comité Vasco. Expulsó por doble tarjeta amarilla a Marcos (m. 31) y mostró tarjetas amarillas a Sastre (m. 17), Diego Camacho (m. 32), Luis Prieto (m. 67), Óscar Sánchez (m. 72), Michel (m. 90)
Incidencias: Alrededor de 21.000 espectadores entre ellos medio
millar de seguidores del Valladolid.
Hasta ese momento, el Valladolid jugó a sus anchas, pero con tan poca garra que el dominio no pasó de un vistoso ejercicio estético en el centro del campo. El Sporting, fiel a su juego directo, intentaba robar y conectar con su pareja atacante, que Preciado mantuvo a costa de dejar en el banquillo a su máximo goleador, Bilic.
Con la expulsión de Marcos y, casi de inmediato, el 2-0, el partido parecía resuelto. Una sensación que se confirmó en el segundo tiempo. Los jugadores rojiblancos creyeron llegado el momento del lucimiento personal y el tercer gol se resistió. Por eso el Valladolid, cuando se encontró con su gol, se fue arriba con todo y puso a todo El Molinón de los nervios.