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Reportaje:TENIS | ABIERTO DE AUSTRALIA

Fred Perry tendrá que esperar

La eliminación de Murray por Verdasco deja al Reino Unido sin la posibilidad de romper una maldición que dura 75 años

Andy Murray no recogerá el testigo de Fred Perry en Australia. El mito tenístico de Gran Bretaña, número uno durante un lustro y tres veces ganador de Wimbledon, logró hace 75 años el último Grand Slam oceánico por el que pujaba hasta ayer el escocés. Derrotado por Fernando Verdasco en los octavos de final, el número 4 del mundo dispondrá de una nueva oportunidad en junio, cuando se celebre Roland Garros. Sólo entonces podrá suceder al último británico ganador de un grande. Sólo así podrá hacer honor a los laureles que luce hoy en su camiseta, precisamente creados por Perry hace 60 años. Al Reino Unido no le queda más que acogerse a la paciencia; a su promesa, también.

Andy Murray encabeza la nueva hornada de tenistas que apuntan al número uno. Su ímpetu llega a eclipsar por momentos el trabajo de los veteranos -Federer, Djokovic, Nadal-, les roba protagonismo y cada triunfo suyo se magnifica por la sorpresa de ver caer a alguno de ellos. Los años ya no se respetan, pero las diferencias se acentúan en los momentos difíciles. Ganar un Grand Slam no es ganar un torneo ATP ni un Masters Series. Hacen falta cualidades, pero también un grado de madurez y perseverancia que no todos demuestran. Por estos detalles es atrevido pensar que en 2009 se vivirá un golpe de estado en la cabeza del ránking. Por eso y porque la diferencia que existe entre el tercer cabeza de serie, Djokovic, y el cuarto, Murray, es de 3.000 puntos; la misma que separa a Nadal de Federer. Al rey lo defienden sus alfiles, y si ponerle en jaque es difícil, derrocarle parece hoy casi imposible.

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Verdasco tumba a Murray

La ilusión de ver caer a Nadal del trono comenzó a tomar forma desde la segunda mitad de la temporada pasada. El español, con un Grand Slam (Roland Garros y Wimbledon) en cada brazo y una medalla olímpica en su cuello, vivió un final de año a trompicones, lastrado por las lesiones físicas y el cansancio psicológico de una campaña meteórica, inimaginable, al tiempo que Murray, liberado de presión, iniciaba un despegue imparable con victorias en Cincinatti y Madrid y final en el Abierto de EEUU y la Copa Masters. Endeble antes y sólido ahora, el escocés pasó de un relativo anonimato a ganarse portadas a raquetazos. Murray se había transformado.

Su juego se tornó más paciente, menos rabioso, más templado y más eficaz. Solidificó su tenis de fondo y mejoró su volea, y prescindió de la prisa para ganar los puntos. Además, su sed de títulos se acrecentó tras ganar a Nadal en el US Open. Desde entonces, nada le detuvo. Hasta hoy. Ha estrenado la temporada 2009 a lo grande, derrotando a Federer y Roddick en Doha y a Nadal en Abu Dhabi, y se citó con el manacorí en semifinales del Abierto de Australia sin percatarse de que Fernando Verdasco le miraba de soslayo ronda a ronda. Tal y como predijo Federer, cualquier tenista es bueno hasta que llega a un Grand Slam, y a Murray le falta lo que, precisamente, le sobra a Nadal. Porque el de Manacor tiene algo que escasea en los tenistas promesa: experiencia. Ganar al mejor tenista de la historia en su feudo, Wimbledon, y repetirse por cuarta vez consecutiva en Roland Garros son clases magistrales a las que aún no han asistido ni Murray, ni Del Potro, ni ninguno de ellos.

Sin quererlo, Murray le ha brindado una oportunidad de oro a Rafa para sacarse la espina de Australia. El español ansía el torneo desde hace varios años, y persistirá hasta conseguirlo sin olvidar que cualquier rival pequeño puede hacerse inmenso sobre la pista de Melbourne. Murray lo olvidó. Jugó ante Verdasco pensando en el futuro y se topó con una de las raquetas que más confianza posee. El madrileño, lanzado desde su victoria ante Acasuso en la final de la Copa Davis, se ha destapado y reclama un puesto mejor que el que ostenta (12º del ranking). España emerge, Reino Unido se estanca. El legado del país que patentó el tenis hace doscientos años tendrá que esperar.

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El escocés se desespera tras verse superado por Verdasco
El escocés se desespera tras verse superado por VerdascoREUTERS

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