Trabajado empate de Osasuna

Tantas veces maltratado por los árbitros en lo que va de temporada, Osasuna encontró ayer el favor de Megía Dávila, que se quedó en blanco ante un colosal penalti de Miguel Flaño a Valerón. La acción, al filo del descanso, marcó un partido que el Deportivo inició sin la tensión necesaria.

El relajo local dio vidilla a Osasuna, pero su alarde apenas duró veinte minutos. Suficientes para que Plasil sembrara varias veces el pánico entre la zaga deportivista con sus incursiones por la izquierda. Durante ese tiempo le faltó codicia a Osasuna, que, además, anda más sobrado de urgencias que de talento. Tuvo su oportunidad, pero el transcurrir del partido desnudó sus carencias. Al Deportivo le bastó que se asociaran Verdú y Valerón para entrar en juego. Fue ahí cuando el equipo de Lotina vio la luz, con la pared y el toque como vía de desborde.

Por delante de la dupla más talentosa que pisó ayer Riazor evolucionó un desconocido delantero marsellés de origen tunecino y revirado nombre: Lassad Nouioui. Hace un año llegó para pasar una prueba con el filial y el viernes pasado firmó contrato como profesional del primer equipo. Tuvo minutos contra el Villarreal, contra el que estuvo a punto de marcar y en Mallorca provocó el penalti que valió un punto para su equipo. Ayer, antes del descanso, remató al palo un centro de Filipe y dejó señales propias de futbolistas con clase.

Con Riki y Bodipo lesionados y Omar Bravo y Mista, fichados en el verano, sentados en el banquillo, el Deportivo se creyó armado para ir a por los tres puntos de la mano de Lassad y Valerón. Osasuna se remangó y empezó a dar por bueno el empate, anclado a la eficacia de Nekounam. El partido se atascó porque Osasuna quiso dormirlo y al Deportivo, que había entrado en efervescencia tras el penalti no señalado, le entró somnolencia.

El arreón final dio cancha a Mista y reforzó las intenciones de Osasuna, que se llevó un trabajado empate que le refuerza en su lucha sobre el abismo.