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ATLÉTICO DE MADRID 4 - BARCELONA 3

El gran clásico de todas las emociones

El Atlético, con mucha fe, supera al Barça tras un duelo loco y excitante que deja muy tocado al líder

El fútbol es de la gente y nadie lo entiende mejor que el Atlético y el Barça cuando se cruzan. El repertorio entre ambos es infinito: corazonadas, épica, goles, incertidumbres... Nada de abanicos tácticos ni partidos de pizarra que sólo sirven para que algunos técnicos se recreen con su academicismo. Guardiola no es de esos, para nada, pero no podrá olvidar el descalabro defensivo de su equipo, víctima del caótico encuentro que el Barça aceptó pactar con el Atlético. Del vértigo sacó ventaja el equipo rojiblanco, tan capaz un día como incapaz otro. Este Atlético es una chistera. Esta noche fue un volcán.

Por suerte para el espectáculo, en el Manzanares hubo un partido mayúsculo, excitante como pocos, con dos rivales que estuvieron numerosas veces tan cerca de la victoria como de la derrota. Sin tregua, todos al galope con una cascada de ocasiones ante Franco y Valdés. Del desenfreno sacó provecho el Atlético, que jamás se destempló, ni en las buenas ni en las malas, y tuvo un trío letal para los azulgrana: la picaresca y destreza de Agüero, la picadura y el tajo de Forlán y la agitación constante de Simao. Pese al acierto goleador de Henry, más activo que de costumbre, a Messi y Eto'o les falló la puntería más de la cuenta. Desconectado Xavi por la atadura de Assunçao, el equipo de Guardiola se quedó a la intemperie, sometido a la partida de dados a la que le incitó con tanta fe como coraje el cuadro de Abel.

Atlético de Madrid 4 - Barcelona 3

At. Madrid : Leo Franco; Heitinga, Pablo, Ujfalusi, Antonio López; Maxi (Sinama m. 66), Assuncao, Raúl García (Maniche m. 77), Simao; Forlán (Banega m. 88) y Kun Agüero.

Barcelona : Victor Valdés; Alves, Márquez, Puyol, Silvinho (Cáceres m. 77); Xavi, Gudjohnsen, Toure Yaya; Henry, Eto'o y Messi.

Goles : 0-1: m. 18, Henry, de disparo desde fuera del área. 0-2: m.30, Messi en jugada personal. 1-2: m. 32, Forlán de disparo lejano. 2-2: m. 55, Agüero, tras fallo de Márquez. 2-3:m. 73, Henry. 3-3: m. 78, Forlán, de penalti. 4-3: m. 86, Agüero.

Árbitro : Bernardino González Vázquez (Colegio Gallego). Enseñó tarjeta amarilla a Heitinga, Raúl García, Assuncao, Alves, Messi. Incidencias: Partido de la vigésima quinta jornada de Liga, disputado en el estadio Vicente Calderón de Madrid, ante unos 55.000 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Diego Alcalá Rivero, jugador de alevín del Atlético de nueve años que falleció el pasado jueves tras estar seis días en coma después de sufrir un trágico accidente al golpearle la cabeza la cubierta de un banquillo en Las Rozas.

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Ha perdido ángel el Barça, y su genética revela que a este equipo no siempre le basta humanizarse para lograr resultados. Es un equipo de máximos al que le cuesta gobernarse cuando se queda en un notable. Y menos cuando enfrente está el Atlético, con el que definitivamente ha patentado el clásico más intrigante del fútbol español. Cada duelo es un tiro al aire, una noria sin órbita. Si el Atlético acude deprimido se lleva una zurra. Si tiene estima y juega con la mirada al frente retuerce los partidos de forma tan febril que el Barça pierde el hilo, incapaz de jugar a la ruleta. Lógico cuando se trata de un conjunto que respira a partir de la pelota, cuando echa el lazo al balón ante la mirada respetuosa de sus adversarios.

El Atlético no le concedió esa ventaja y le tuvo en vilo en cada aproximación a Valdés. Nadie ha rematado tanto al Barça este curso. El grupo de Abel le propuso desde el inicio un cuerpo a cuerpo, un intercambio de asaltos constante. No se rebajó tras su infortunio de los primeros instantes, cuando en un ataque febril casi marca el Kun, a punto se quedó de embocar Eto'o y a un palmo estuvo Heitinga de burlar a Leo Franco. Lo hizo ante Valdés, pero un asistente confundió al árbitro y éste se equivocó en la anulación. Un preámbulo de lo que deparó la tarde, todo vibraciones, ni un segundo de bostezos. No era el Barça del olimpo, tampoco el Atlético del diván permanente.

El conjunto catalán ha perdido algunas señas de identidad. Tras un mes de agotamiento, sus delanteros han perdido frescura, ya no son la primera línea defensiva y ya no ensanchan el campo como antes. Con Messi de cebo como nueve, intentando pillar la espalda de Assunçao, al que arrastraba Xavi, los costados quedaron reducidos al pasillo de Alves, ayer supeditado por la constancia de Simao. El Barça nunca remó por fuera. Ni siquiera con dos goles en contra se fundió el Atlético, club con cierta fragilidad moral desde hace décadas. Y máxime ante los barcelonistas, protagonistas de algunas hecatombes en el Calderón.

El primer gol de Forlán devolvió a los rojiblancos al tapiz. Con Abel las líneas tienen más pegamento, hay mayor sentido gremial del juego y las estrellas, al menos en esta jornada, no dimitieron. Ni en ataque ni en defensa. Al Atlético la fe le sostuvo incluso cuando Eto'o, como antes le había ocurrido a Gudjohnsen, se precipitó en soledad ante Leo Franco. Segundos después, Agüero hizo pagar a Márquez su poca sobriedad. El Kun aprovechó su pésimo despeje y Valdés no tuvo remedio. En medio del frenesí, con chispazos por todo el campo, Forlán, con los ojos cerrados, remató con el flequillo a un milímetro del gol. Un fallo estrepitoso al que sucedió en un parpadeo el segundo tanto de Henry. Una locura. Tal era el desenfreno que el propio Henry, en una posición desconocida para él, atropelló -eso creyó el colegiado- a Sinama cuando éste se disponía a rematar. El mundo al revés. ¿Cómo prever que Agüero saliera no ya victorioso, sino ileso, de un pulso musculoso con Puyol? El Kun encendió al Manzanares y su eco atronó al norte de La Castellana. Pero no se rindió el Barça, que se desbocó ante Leo Franco, que cerró el choque con una excelente parada ante un remate cara a cara de Henry.

Un sello adecuado para un partido inolvidable, de los que la gente, al fin y al cabo la clientela, tendrá durante mucho tiempo en la retina. Pura pasión, efervescencia, gran espectáculo. El fútbol, el del pueblo, en su estado más puro. Y la Liga también. Con un líder al que seis goles en los últimos tres partidos de Liga sólo le han permitido sumar un punto. Mientras, su perseguidor, suma y suma sin parar. Con un Atlético al que por fin le funcionó el colectivo, no le faltaron decibelios y sus figuras tuvieron una noche sinfónica. El Barça sólo tuvo voltaje.

Así de misterioso es el fútbol cuando se retan estos dos clubes

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