El Getafe prosigue su caída libre

El Málaga sobrio y sin estridencias de Antonio Tapia confirmó en el desangelado campo del Getafe que ni el estado catatónico de su rival ni su romance con los puestos que dan acceso a Europa son casuales. Diseñado precisamente para eso, para codearse con la clase media alta de la Liga, el conjunto de Víctor Muñoz, que sólo ha logrado un triunfo en los últimos 11 duelos, sigue con paso firme su descenso a los infiernos. Aunque el discurso del técnico, optimista compulsivo, confunde la tosca realidad con el mundo de Disney, el sermón de Duda y Eliseu le pronostica un futuro ingrato. Lo sabía bien Djukic, un aspirante al cargo que se frotaba las manos en el palco.

Mientras Salva sacaba de quicio a los centrales, el clan portugués del Málaga hizo lo que quiso con Licht y David Cortés, dos guiñapos que dieron todas las facilidades posibles en los dos goles visitantes. Ni siquiera Belenguer, condenado al banquillo como los demás veteranos, salvó al Getafe. Obligado por la sanción a Mario, el preparador azulón no tuvo más remedio que colocar en la zaga al capitán. Belenguer reivindicó el papel de los héroes de las dos finales de Copa, que de la noche a la mañana han pasado de titulares a suplentes de los suplentes.

Tampoco sirvió de mucho el libre directo que Contra colocó por la escuadra izquierda justo después de que el Málaga se quedara con diez por la expulsión de Cuadrado. El central fue una víctima más del colegiado, que caldeó el ambiente repartiendo amarillas como un autómata. El protagonismo del árbitro apuntilló al Getafe, más hundido que nunca en el diván a la espera de un milagro. Albín lo tuvo en una falta al borde del final que mandó al larguero.