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Reportaje:

El 'hombre pájaro' retoma el vuelo

Chris Andersen, pívot reserva de los Denver Nuggets, resurge como pieza clave en el éxito de su equipo tras dos años de suspensión por drogas

Chris Andersen (Long Beach, 1978), pívot reserva de los Denver Nuggets, dista mucho de ser un crack del baloncesto pero sus jugadas siempre aparecen entre las más destacadas de cada partido. El miércoles, en el quinto encuentro de la final de la Conferencia Oeste ante los Lakers de Kobe Bryant y Pau Gasol, volvió a colarse en la selecta lista con un contundente tapón a Lamar Odom. Quizás sean sus múltiples tatuajes, sus peinados excéntricos o su intensidad casi demente, pero Andersen, conocido popularmente como Birdman - hombre pájaro - se ha convertido en el tramo final de la temporada NBA en un jugador clave para su equipo. Atrás deja el mal trago de dos años sin pisar una cancha por dar positivo en un control de drogas en enero de 2006.

El joven Chris estuvo desde los 11 hasta los 14 años en una casa de acogida para niños sin recursos
"La suspensión me salvó. Necesitaba que algo así ocurriese, tenía que cambiar mi estilo de vida"

Muchas cosas le han salido bien a Denver este año: la llegada del experimentado base Chauncey Billups, la madurez de su jugador estrella Carmelo Anthony y la recuperación de hombres tan importantes como Kenyon Martin y Nene. No obstante, según su propio entrenador, George Karl, el factor x ha sido la aparición de Andersen. "Tiene una capacidad única para inyectar energía a un partido. Cuando le digo 'vas a entrar', le observo, muriéndose de ganas por saltar al campo...eso es algo que no se ve en el baloncesto profesional".

Esta temporada Birdman ha jugado una media de 20,6 minutos por encuentro, aproximadamente la mitad de cada partido. En ella ha promediado la friolera de 2,46 tapones por partido, solo por detrás de Dwight Howard (2,92), que ha jugado casi 16 minutos más que él por noche. Aparte de las estadísticas, tan amadas en Estados Unidos, Andersen se ha convertido en uno de los favoritos de la hinchada de Denver por su energía y pasión. Cuando mete un tapón lo celebra con chulería y cuando se lanza a las gradas sin contemplaciones para salvar un balón que todos dan por perdido, los aficionados le ovacionan.

Éxitos y fracasos

Esa misma intensidad, quizás, le llevó también al exceso en su vida privada. Birdman fichó por los Nuggets por primera vez en noviembre de 2001. El propio Andersen ha admitido que durante esa época llegaba a beberse 30 latas de cerveza en una noche. De Denver emigró a Nueva Orleans, donde firmó un contrato de cuatro años a cambio de 14 millones de dólares (10 millones de euros). En los Hornets, que en la temporada 2005-06 se realojaron en Oklahoma City debido al huracán Katrina, Andersen comenzó a destacar como un jugador eléctrico con facilidad para poner tapones y machacar. Esta última cualidad le llevó al concurso All-Star de mates en 2004 y 2005. En el primero, celebrado en Los Ángeles, se codeó con Jack Nicholson, espectador habitual en el pabellón de los Lakers. Fue en el segundo donde pronuncio su ya célebre frase: "ha llegado el momento de que el 'hombre pájaro' vuele", aunque minutos más tarde fracasaría estrepitosamente y quedaría último del certamen.

Un nuevo golpe, mucho más duro, le llegó el 25 de enero de 2006. Durante un entrenamiento, el presidente de los Hornets le comunicó que había dado positivo por una sustancia prohibida (se desconoce cual). La NBA le suspendió durante dos largos años y truncó su progresión de un plumazo. "Cuando miro atrás", ha reconocido Andersen en varias entrevistas, "no maldigo mi suerte". "La suspensión me salvó. Necesitaba que algo así ocurriese, tenía que cambiar mi estilo de vida. Por dentro no he cambiado, pero evito cometer los mismos errores. Ahora soy más listo".

Su vuelta a la NBA culmina un largo y tumultuoso trayecto. Nacido en California, su familia se mudó a Iola, un pueblo de 300 personas en el centro de Tejas, cuando el apenas tenía cuatro años. Pero su madre, Linda Holubec, una ex motera con casi dos docenas de tatuajes, y su padre, Claus Andersen, un inmigrante danés, no duraron juntos mucho tiempo. Cuando Andersen padre abandonó el hogar, Linda se vio en una situación límite: con tres hijos y sin un duro. El joven Chris estuvo desde los 11 hasta los 14 años en una casa de acogida para niños sin recursos. Pasados tres años volvió con su madre y empezó la secundaria en Iola, pero sus pésimas notas le cerraron el paso a los equipos punteros de la liga universitaria.

Andersen recaló en una universidad de segunda fila donde sus habilidades pasaron inadvertidas menos para un grupo de ojeadores chinos. Le hicieron una oferta para jugar con los Dragons de Nanjing y aceptó. Un sonriente Birdman recordaba su estancia en Asia en una entrevista con la cadena de deportes ESPN. "Imagínate a un tío que sólo ha salido de Tejas dos veces en su vida y que, de repente, se encuentra en el medio de China. ¡Imagínatelo!". De China volvió a EE UU para jugar en un par de equipos de la liga de desarrollo, algo así como la segunda división de la NBA, hasta que llegó la llamada de los Nuggets.

Ahora, otra vez en Denver, con más fuerza y más cabeza que nunca, Andersen está dando lo mejor de sí cuando de veras importa: en los playoffs. Su entrenador lo sabe y le recompensa con más minutos que durante la temporada regular. Con un 3-2 en contra y un partido decisivo este viernes en Denver, ahora sí ha llegado el momento de que Andersen vuele...

Chris <i>Birdman</i> Andersen celebra un mate en el cuarto partido de la final de la Conferencia Oeste ante los Lakers.
Chris Birdman Andersen celebra un mate en el cuarto partido de la final de la Conferencia Oeste ante los Lakers.REUTERS

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