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Reportaje:

Pakistán y la herencia de Musharraf

Un año después del magnicidio de Benazir Bhutto, el nuevo Gobierno paquistaní no ha revertido algunas de las decisiones más polémicas del ex presidente

Patricia R. Blanco

El régimen presidencialista de Pervez Musharraf persiste en Pakistán un año después del magnicidio de Benazir Bhutto, la líder del Partido Popular de Pakistán (PPP), asesinada durante un mitin electoral en Rawalpindi. La llegada al poder del viudo de Bhutto, Asif Alí Zardari, el pasado 6 de septiembre no ha modificado sustancialmente el sistema político fraguado por Musharraf durante sus nueve años al frente del país ni ha revertido sus más polémicas decisiones, entre ellas, el restablecimiento en su cargo del ex presidente del Tribunal Supremo Iftijar Chaudry, destituido por cuestionar la reelección de Musharraf.

"Desde su toma de poder, se han producido roces entre Zardari y el primer ministro, Yusuf Raza Gilani", explica Ana Ballesteros Peiró, investigadora del Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos y experta en procesos electorales en los países árabes musulmanes. Según Ballesteros, "a pesar de que el sistema político paquistaní es parlamentario, el presidente acumula mucho poder y Zardari no ha hecho nada por remediarlo".

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Más grave es quizás el incumplimiento de su acuerdo con Nawaz Sharif, líder del partido opositor PML-N, a quien prometió rehabilitar a Chaudry al frente del Tribunal Supremo. Conocido como Míster 10% por las supuestas comisiones que percibía durante los dos mandatos de su esposa, Zardari no está interesado en el retorno de Chaudry, que cuestionó la amnistía concedida por Musharraf a la familia Bhutto para que regresara a Pakistán. Tampoco los motivos de Sharif resultan del todo transparentes. Según Ballesteros, "el ex primer ministro tiene asuntos pendientes con la Justicia y los magistrados destituidos por Musharraf le eran más favorables".

Los desafíos del nuevo Gobierno

Sin embargo, "el nuevo Ejecutivo ha sorprendido por la sensatez que ha manifestado ante retos importantes", continúa la investigadora. Aunque Zardari no ha conseguido "suplir el vacío de liderazgo" que reina en su formación desde la muerte de su esposa, el presidente paquistaní ha logrado moderar "los nacionalismos étnicos exacerbados mediante la alianza con los líderes tribales dejando atrás sueños utópicos y apostando por un Pakistán federal" y ha logrado "la unidad de los partidos en torno a medidas poco populares" como la alianza con Estados Unidos o la lucha contra el terrorismo.

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Es precisamente este último punto uno de los principales éxitos de Zardari. A pesar de la desconfianza de EE UU, "acostumbrado a negociar con Musharraf, uno de sus grandes aliados en Asia", el nuevo Ejecutivo del único país musulmán poseedor del arma nuclear ha hecho frente a la amenaza talibán en la frontera con Afganistán. "Sus esfuerzos en la lucha contra el terrorismo han duplicado las bajas de insurgentes de 2007 a 2008", señala la experta, quien subraya la importancia de que el Ejército, una de las instituciones más temidas en Pakistán por su tradición golpista, "respalde y obedezca al Gobierno civil". Además, las negociaciones con los líderes tribales en la batalla contra Al Qaeda también han arrojado los primeros resultados. Ballesteros considera que Zardari ha arrancado un cierto apoyo de los pastunes, tradicionales aliados de los talibanes por sus vínculos tribales, ya que "son conscientes de que el terrorismo ha modificado por completo su forma de vida".

El gran retroceso en la estabilidad política de Pakistán se ha producido en sus relaciones con India tras los atentados en Bombay del mes pasado. "Hasta ese momento, había una acercamiento con respecto a Cachemira, hasta el punto de que Zardari dijo que se iban a valorar todas las opciones, incluida la independencia", recuerda la arabista. Ayer mismo, Islamabad comenzó a trasladar sus tropas hacia la frontera con India mientras que Nueva Delhi aconsejaba a sus ciudadanos que no viajasen a Pakistán. "La retórica va a ser dura pero los gobiernos no se moverán hacia un conflicto armado", apunta Ana Ballesteros.

Otro de los grandes desafíos a los que Zardari tendrá que hacer frente es la deplorable situación de dos tercios de los 165 millones de paquistaníes, que continúan en situación de pobreza. Según Ballesteros, "la grave crisis económica y el desabastecimiento de agua, energía y alimentos son las grandes preocupaciones de la población, que está favor de la democracia pero exige en primera instancia que se atajen sus problemas más básicos".

Miles de pakistaníes han salido a la calle este viernes para honrar la memoria de la ex primera ministra asesinada Benazir Bhutto, cuando se cumple el primer aniversario de su muerte.Vídeo: AGENCIA ATLAS

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Sobre la firma

Patricia R. Blanco
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.

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