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Los frentes electorales argentinos

Los Kirchner pelean los votos en zonas superpobladas de Buenos Aires.- La oposición tacha de "guerra sucia" la acusación a Narváez por drogas

La campaña electoral argentina es cualquier cosa menos aburrida. El 28 de junio se decide no sólo quién tiene la mayoría en el Congreso y en el Senado, sino también la capacidad de Néstor Kirchner para conservar el liderazgo del peronismo oficialista y la lista de posible candidatos presidenciales en 2011. A doce días de las elecciones, las encuestas no muestran una ventaja sustancial de ningún candidato, los ánimos se van tensando y empiezan a aparecer algunas maniobras dudosas: el principal oponente de Néstor Kirchner en Buenos Aires, Francisco de Narváez, se ha visto repetidamente involucrado en una investigación judicial por narcotráfico y puede ser llamado, en plena campaña electoral, a prestar declaración, lo que provoca la indignación de la oposición, que cree que es víctima de una "guerra sucia" abierta por Kirchner ante lo incierto de los resultados.

Mientras tanto, Kirchner se dedica intensivamente a recorrer las localidades del segundo cinturón del conurbano de Buenos Aires, la zona, superpoblada, donde tiene que conservar sus votos si quiere conservar el poder. La presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, recorre el país intentando limitar los daños en otras circunscripciones donde su popularidad quedó dañada a raíz del conflicto con los productores agrícolas.

La oposición pelea distintas batallas. La más importante es la de la provincia de Buenos Aires, donde los radicales (Carrió, Alfonsín), por un lado, y los peronistas disidentes (Macri, Narváez, Solá), por otro, intentan derrotar a Néstor Kirchner en su propio feudo. Una derrota en Buenos Aires provincia, algo difícil de conseguir, supondría, casi sin discusión, el final de los Kirchner.

Esa no es, sin embargo, la única pelea: la mayoría en el Parlamento dependerá también de los resultados en otras provincias, que aportan muchos menos parlamentarios, pero que siguen siendo importantes: Mendoza, Córdoba, Santa Fe y la propia ciudad de Buenos Aires, parecen dar la espalda al oficialismo, según los sondeos publicados, y pueden ser decisivos a la hora de quitar, o de reducir sustancialmente, la mayoría parlamentaria de los Kirchner en la próxima legislatura.

En el caso de Santa Fe, la pelea tiene que ver también con posibles candidatos para las presidenciales de 2011, porque, si gana con claridad, Carlos Reutermann, ex piloto de carreras, peronista crítico con Kirchner, podría considerar que ha llegado el momento de pelear dentro del Justicialismo para hacerse con la "nominación". Lo curioso es que Reutermann no batalla contra un candidato oficialista (que quedará tercero o cuarto en esa provincia) sino contra un candidato socialista. Santa Fe es la única provincia argentina gobernada por un socialista, Hermes Binner, y su candidato es el principal oponente del ex piloto de F-1.

En su campaña en el cinturón metropolitano, Kirchner se hace acompañar por Daniel Scioli, poderoso gobernador de Buenos Aires y el hombre que maneja la caja de la provincia. Scioli, número dos en la lista al Congreso, no ha dicho en ningún momento que piense dimitir como gobernador, así que es muy posible que una vez pasadas las elecciones renuncie a su escaño. Las llamadas candidaturas "testimoniales" como la de Scioli, y de muchos intendentes (alcaldes) de la zona, ha provocado la furia de la oposición, impotente ante la maniobra. Si Kirchner gana en Buenos Aires, Scioli llevará parte del crédito y es muy posible que se considere también candidato para 2011. De momento, el gobernador se ha limitado a recordar que el Partido Justicialista deberá hacer "elecciones internas".

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Para mayor enfado de la oposición, la campaña electoral ha "coincidido" con una abrumadora operación publicitaria de Hacienda que inunda las televisiones con anuncios sobre todo lo que se ha hecho y se ha conseguido en los últimos años. Muy conveniente para una campaña como la de Kirchner, que se basa en el lema Nosotros hacemos.

Cristina Fernández de Kirchner y su esposo Néstor Kirchner, durante una manifestación de apoyo en Buenos Aires en 2008.
Cristina Fernández de Kirchner y su esposo Néstor Kirchner, durante una manifestación de apoyo en Buenos Aires en 2008.EFE

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