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Reportaje:

Crimen de honor en Palestina

Los vecinos de una aldea musulmana asesinan a una muchacha embarazada y queman 15 casas de un pueblo cristiano

Zeina murió en silencio. Alguien por la espalda le dio un golpe seco en la cabeza con un objeto contundente y la dejó caer al suelo, mientras de la comisura de sus labios se escapaba un hilillo de sangre. Los forenses, con sólo observar su cadáver, llegaron a dos conclusiones: la primera, que la muchacha no había hecho nada por defenderse, y la segunda, que estaba embarazada. No había cumplido aún los 18 años.

La misma noche en que los vecinos de la aldea palestina de Deir Jarrir se juramentaron para asesinar a Zeina en un rito ancestral salvaje y sangriento, destinado a lavar el honor de la familia, un grupo de unos 500 muchachos armados tomó al asalto el pueblo cercano de Talbieh para vengar, además, la afrenta cometida contra su comunidad musulmana por Elías, un muchacho cristiano al que acusan de haber seducido y embarazado a la muchacha musulmana.

La incursión duró poco menos de una hora. Quince casas cristianas del pueblo de Talbieh fueron incendiadas, después de que los asaltantes irrumpieran en su interior, saquearan y destrozaran el mobiliario y lanzaran por las ventanas los objetos de valor. Los más serenos apuntaron con el cañón de sus armas a sus moradores, los más agresivos se emplearon a fondo en la tarea de destrucción. Varios testigos aseguran que en este escenario tampoco hubo ningún lamento.

Ayer por la mañana, mientras el cura párroco de la iglesia griega ortodoxa recorría una a una las casas devastadas y trataba de tranquilizar los ánimos de su feligresía de Talbieh, los vecinos de Deir Jarrir se lavaban las manos, tratando de esconder las pistas. Los miembros de la policía de la Autoridad Nacional Palestina, que llegaron con incomprensible retraso al lugar de los hechos, tuvieron sólo el tiempo suficiente de desplegar un cordón de seguridad con el que cerraron el único camino que comunicaba los dos pueblos. Los agentes tienen órdenes estrictas de impedir que la revancha pueda convertirse en una espiral de violencia y acabe convirtiendo las aldeas cercanas de Ramala en un baño de sangre.

"¿De qué me habla? Aquí no ha pasado nada", coinciden en declarar los vecinos palestinos de Deir Jarrir y Talbieh, tratando de negar la existencia del cadáver de una muchacha o las columnas de humo de las casas incendiadas. Como si se tratara de un puzzle, los investigadores han podido establecer que un cristiano, Elías, encargado de un taller de confección, sedujo a una de sus trabajadoras, la musulmana Zeina, a la que dejó embarazada. El resto es una vieja historia que otorga a los familiares el derecho a lavar el honor mancillado de la muchacha, incluso con su asesinato.

Las organizaciones de defensa de los derechos humanos se muestran desde hace meses preocupadas por esa ola de crímenes de honor que se registra en los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza. En los últimos ocho meses se han registrado ocho crímenes similares. El anterior fue el de una muchacha cristiana, Faten, de 22 años, que fue asesinada a golpes con un abarra de hierro por su padre en Ramala tras conocer que mantenía relaciones con un muchacho musulmán.

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