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Entrevista:Saskia Sassen

"En Internet todo está siendo guiado hacia la vigilancia y el control"

Saskia Sassen, profesora de sociología en la Universidad de Columbia, defiende el concepto de ciudad global, en la que son protagonistas las comunidades desaventajadas

Saskia Sassen, profesora de sociología en la Universidad de Columbia (Nueva York) y la London School of Economics (Reino Unido), participa en el congreso sobre la Cuidad del Conocimiento que se celebra estos días en Zaragoza. Una de las más reconocidas expertas internacionales de la Sociedad de la Información, es autora de La ciudad global, un concepto de metrópolis que concentra información, tecnología, "y por consiguiente, la riqueza y el poder", afirma Sassen.

¿Podría explicar el vínculo que establece entre las nuevas tecnologías y su concepto de la 'ciudad global'?

"Estamos cegados por el supuesto poder que tienen las multinacionales"
"Los esfuerzos globales activados electrónicamente no son iniciativas frustradas"

Es un tipo de ciudad cosmopolita, en el que los habitantes son altamente móviles, y básicamente, 'desnacionalizados'. Las tecnologías permiten remodelar el mundo en que habitan. En el caso de personas que operan en el mundo de las finanzas, por poner un ejemplo, las tecnologías les permiten trabajar conjuntamente desde diferentes ciudades del mundo, pero manteniendo el contacto a cualquier hora del día. Trabajan en un sector económico 'multicíclico' desde localizaciones múltiples, una experiencia en la que tienen un pie enraizado en las especificidades del lugar en el que viven, y el otro en un mercado económico global al que acceden todos los días a través de las nuevas tecnologías.

Sin embargo, la 'brecha digital', creada por la distribución desigual de las nuevas tecnologías en el mundo, deja fuera de estas ciudades globales a una importante parte de la población. ¿Qué parte juegan estas comunidades en su noción de la 'ciudad global'?

Es aquí donde entra en juego un segundo concepto de la 'ciudad global' en la que son protagonistas las comunidades desaventajadas y aisladas de este circuito global per se. Un caso que ilustra este tipo de 'ciudad global' es por ejemplo, el de los pueblos pesqueros de la India. Su necesidad de información sobre temas que les afectan -la meteorología, las mareas, los precios de mercado, el tipo de pescado demandado por los restaurantes, etcétera- es información a la que tienen acceso a través de la Red. Estas comunidades demuestran un sorprendente ingenio a la hora de explotar los pocos recursos tecnológicos de los que disponen. En muchos casos he visto que una persona con acceso a Internet comunica la información al resto de la comunidad a través de un altavoz en momentos de reuniones públicas, o en lugares concurridos como centros de salud. Esto produce un tipo de 'ciudad global' propio.

Pero existen sectores de la población, menos digitalmente alfabetizadas, a los que esta noción global puede resultar abstracta e inaccesible. Es una dimensión de la que se sienten alienados.

Son situaciones que yo llamo, de 'bricolaje'. Muchos adaptan la tecnología del norte global a sus propias condiciones, necesidades y recursos limitados. Algunos recurren a técnicas como la de eliminar los elementos visuales del software, porque, sin banda ancha, demoran demasiado la descarga: una intervención absolutamente brillante. Gracias a esta implementación de la tecnología, este segundo tipo de 'ciudad global' se está desarrollando.

¿Qué pronostica que pasará con comunidades que han sabido embarcarse en un aprendizaje de las nuevas tecnologías con estos escasos medios?

Podría decirse que, en este sentido, la Historia está en un periodo de gestación. Los esfuerzos globales en temas de humanitarismo y activismo político han demostrado que están dejando huella. Tenemos el caso de Jubileo 2000 (una campaña que intentó eliminar la deuda externa de algunos de los países más pobres del mundo). No se logró en 2000, pero cinco años más tarde hemos visto cómo se ha hecho realidad. Los esfuerzos globales activados electrónicamente no son iniciativas frustradas, sino que dejan un germen que se retoma años después.

¿Cómo evalúa el movimiento de software libre?

Es muy significativo. El Linux tiene una enorme influencia. No obstante, creo que el tema de la propiedad intelectual se desvirtúa a menudo, y que debieran adquirir un mayor peso asuntos, como por ejemplo, las patentes de las farmacéuticas. Estoy a favor de aplicar la combinación de diferentes plataformas de las propiedades intelectuales tradicionales a las multinacionales. Un híbrido que plantea un cierre total, un control total y un exclusivo del patente, combinando los tres elementos. Esto lleva a un 'no-modelo': la incorporación del código abierto para poder ser modificado e insertar adaptaciones. Conlleva por tanto, la no-exclusividad de la propiedad intelectual, pero no propone renunciar por completo a la patente.

¿Y cómo sugiere confrontar a las multinacionales con este modelo?

Estamos cegados por el supuesto poder que tienen, y a veces no nos percatamos de los problemas con los que se están encontrando por empeñarse en mantener los viejos modelo de control. Un ejemplo claro de ello es la crisis de la banca electrónica debido a los robos de las claves de tarjetas y de la identidad. Las nuevas tecnologías han hecho posible la existencia de estas tarjetas, pero han creado una serie de vulnerabilidades que no existían previamente. La banca online busca crear nuevas plataformas desde las que operar, pero en el mundo de las nuevas tecnologías es imposible aplicar el secretismo, la y confidencialidad un control exclusivo, que exigen sus operaciones.

Actualmente existe la voluntad de incrementar la regulación de la Sociedad de la Información, ¿qué opinión le merece?

Todo está guiado hacia aumentar el control. Tony Blair acaba de aprobar una ley para hacer efectiva la vigilancia de los e-mails y páginas web musulmanas en Gran Bretaña, y pretende con ello que los activistas estén sujetos al control de la policía. Al día siguiente de aprobarse esta ley, explotan cuatro nuevas bombas.

¿Es más adecuado que las leyes emanen de los Gobiernos nacionales, o deberían adquirir formas homogéneas en una dimensión global?

Lo que está ocurriendo es que conviven dos lenguajes diferentes. Uno es el idioma descentralizado: el de los terroristas -como también lo es el de las bandas criminales que roban información y la venden abiertamente en Internet-. Mientras, los Estados nacionales e Interpol piensan de modo centralizado, jerarquizado; lo mismo que las multinacionales en cuestiones de derechos de propiedad intelectual. Esto es una mentalidad que yo tildo como 'modernista'. Pero las bandas criminales, los hackers y el resto de las redes creadas en la Red son algo que han llegado después del modernismo. Otras formas de poder como éstas contestarán al poder dominante actual.

¿Percibe que se estén creando nuevos cauces de participación en la política gracias a la Red? ¿Un nuevo concepto de democracia?

Estas tecnologías han dado pie a experiencias de accesibilidad interesantes. De sentir que nuestras voces están siendo escuchadas. Aunque sólo soy una observadora, creo que la mayoría de las instituciones, entre ellas las burocracias civiles estandarizadas y las tecnocracias nacionales y económicas, se han quedado obsoletas y ya no funcionan dentro de la actual evolución tecnológica.

Saskia Sassen
Saskia SassenEFE

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