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Reportaje:

Francia: un gran potencial y una realidad modesta

En Francia hay 280 parques de entretenimiento englobados en cuatro categorías: temáticos, de atracciones, fieras y acuáticos. En total los frecuentan 50 millones de personas al año y dan empleo entre 25.000 y 50.000 personas, según el cálculo se refiera a la totalidad del año o a unos pocos meses. Se calcula que el potencial de ese conjunto de parques se sitúa entre 60 y 75 millones de visitantes. Los temáticos y los acuáticos son los menos frecuentados -un 10% de los franceses-, mientras que las otras dos fórmulas atraen a un 44% de la población. Los extranjeros -unos 10 millones en total- se dejan seducir sobre todo por una marca -Disney- que atrae al 75% de ellos.

El parque más frecuentado, y con diferencia, es EuroDisney, en las afueras de París, al que acuden entre 12 y 13 millones de personas cada año, pero eso no significa que sea el más rentable. En realidad EuroDisney está en números rojos desde su apertura, es decir, hace casi 14 años, porque nunca ha conseguido reembolsar los enormes préstamos necesarios para su construcción y los intereses de los mismos se han convertido en una rémora insoportable. En su día, a principios de los noventa, el parque se vio perjudicado por la atonía del mercado inmobiliario y la imposibilidad de vender a buen precio las enormes reservas de terreno que tenían que convertir la operación EuroDisney en un éxito y se transformaron en un lastre.

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Parques sin muchos atractivos

El parque Asterix , con menos de dos millones de clientes o visitantes, es en cambio el más rentable: siete millones de euros de beneficio en 2005. Un parque de carácter más o menos científico, basado en el mundo de la imagen, el Futuroscope de Poitiers, puesto en marcha en 1986, fue privatizado mediada la década anterior después de que los poderes públicos hayan tenido que salir en su rescate tras seis años consecutivos de pérdidas.

La 'piedra filosofal'

Futuroscope acoge cada año a casi 1.400.000 personas. Su actual dirección pretende haber dado con la piedra filosofal en la gestión de este tipo de negocios: invertir un 10% del volumen global de negocio para renovar cada año el 20% de las atracciones y conseguir así que en cada ejercicio el 60% sean nuevos visitantes.

Los errores en las previsiones son frecuentes. Vulcania, el parque inaugurado en 2002 -tenía que haber abierto en 1997-, costó tres veces más de lo presupuestado y nunca ha recibido los 800.000 visitantes anuales de las estimaciones optimistas: en 2006 acogió a unos 220.000 visitas. El problema es que sus creadores lo imaginaron como un parque europeo, con una capacidad de atractivo que nunca ha tenido: el porcentaje de visitantes que vienen de lugares que estén a más de dos horas de coche es ridículo. Eso significa que hay que renovar más a menudo la oferta y adaptarla a una demanda de proximidad.

En la costa mediterránea, cerca de Montpellier, está Aqualand, el segundo en beneficios -tres millones de euros anuales-, y viene a confirmar que tener abierto todo el año comporta unos gastos fijos que se revelan irrecuperables, al menos en el contexto del clima francés.

El último parque llegado a la larga lista es el Bioscope alsaciano, de carácter ecológico y ligado a la potente industria farmacéutica de la zona. Cerca de Albi, Cap'Decouverte ha querido reciclar unas antiguas minas en un parque de atracciones gigante pero, abierto en 2003, ha cerrado todos sus ejercicios en números rojos y arrastra ahora un déficit que ronda los 20 millones de euros. Eso sí, ha creado unos 800 puestos de trabajo en una región en crisis, pues el ski de verano o el patinaje sobre agua han resultado tener escaso gancho turístico.

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